Ella ganó
Del hambre
Hoy no tengo ganas de escribir nada.
Posiblemente tampoco tengo de qué.
Está este tiempo, agosto nos acalora.
Está el estímulo interno, el externo, lo que ocurre, lo que no, malos tiempos para la imaginación.
Podría contar lo de la apuesta, lo del velero medio oculto entre la bruma de la ría, el musgo en las escaleras de piedra, el bar Noruega lleno de marineros, la cerveza entre los estibadores del muelle, el humo, los gritos, las partidas de cartas, las copas de orujo sobre el mostrador, el frío fuera, nuestra sola presencia allí era un desafío, ella a mi lado, con sus botas altas, desnuda bajo el abrigo de pieles, yo susurrándole mi deseo al oído, la nariz sumergida en su melena cobriza, las miradas turbias de alrededor, los hombres acercándose, remoloneando, blasfemias, miradas retadoras, frases obscenas, cuando se acercó demasiado aquel matón de taberna nos fuimos, volvimos al hotel, las risas, la noche amorosa abrigándonos.
Ganó ella la apuesta pero no me apetece contarlo ahora.
Quizás mañana.
0 comments :
Publicar un comentario