Miyó Vestrini
Giovanna ha soltado los cabellos
grasosos del hombre, confundidos ahora con el terciopelo del diván. Cierra la
bata, se recoge la larga melena hacia atrás, sin dejar de mirarlo, sin dejar de
ver la tapicería rota en algunos sitios. Teme complicar la rutina adquirida de
una vez por todas, cuando después de ver en una vitrina del centro aquella
mujer rubia y esplendorosa que invitaba a conocer Grecia y los mares del sur,
decidió que las luces del Mediterráneo y los jardines colgantes de Babilonia
serían un día su única y gran aventura. El hombre está despierto, Giovanna lo
sabe. A la espera de algún acontecimiento, se sienta frente a él, con el aire
del norte a sus espaldas, indiferente ya a todo juego.
[De Las historias de Giovanna
(1971)]
No es muy largo lo que debo
decirte:
tiemblo cuando hablo de ello.
Poca cosa,
en verdad.
[De Pocas virtudes (1986)]
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