Me rindo
Esta es una esquina para niñas y niños que juegan hasta las diez, para ancianos paseando por alamedas interminables, sin fuerzas para llegar al portal donde vivían, para mujeres y hombres que dudan en el dintel, miran y se van, ociosos, con barcos de papel entre los dedos, sin recuerdos horizontales, hay una mujer que nunca escuchó un te quiero en la penumbra, hay un hombre que aún no sabe cuánto cuesta ser o no ser y ahí está su problema, otro, los problemas se atropellan y gritan y nadie sale del callejón oscuro, fronterizo, allí donde los cuerpos renuncian a la certeza del nunca, con la cabeza coronada de polvo se entregan al desandar, me pongo una boina y no reconozco otra salida que la rendición. Me rindo y no respiro.
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