Palabras atropelladas por un camión indiferente y verde
Hoy, marco esta fecha, hoy, como
si el resto de los días fueran diferentes. Lo marco tratando de entender la ilusión
de sanación de los que tienen hernia discal, de los que se tiñen las canas, de
los que exprimen el dolor como naranjas, de los que imitan el trino de los
pájaros, de los que tienen un volcán en el centro de su cuerpo, de las que
acarician sus pechos bajo la luna, de los que a pesar de todo mastican una
esperanza, más allá de números en rojo, de banderas blancas, de la voz ronca de
Paolo Conte, del oso de la vejez abrazándonos con el aro en su nariz a
milímetros de nuestros ojos cansados, de las vírgenes que presumen de serlo y
en su epiglotis se enredan nostalgias de lo desconocido, de hombres que gritan
como energúmenos y energúmenos que gritan como si su cerebro fuese un rescoldo
de un animal prehistórico, una especie extinguida, un vestigio de una
civilización hundida en mitad del océano, donde no hay gallinas, ni bueyes, ni
centeno, donde la soledad es esta anemia de no saber, esta inquietud con sabor
a despedida, este color de mujeres lavando en la ribera del río de la vida,
allí donde tantas mueren en manos de aquellos a quienes aman o temen o sufren,
maldito abuso de fuerza bruta, de brutos sin entrañas, me corto en dos con una
guadaña porque no me preocupa saber en qué país vivo, en todos, unos pocos, más
listos, más hábiles, más desvergonzados,
más canallas, con menos escrúpulos o manejándolos mejor con ideas, lenguas,
banderas, mentiras vestidas de verdades, limosnas, pintan fronteras, arman
ejércitos, se buscan la vida para sí y los suyos. Si no tienes el carné
adecuado, los apellidos justos, la chaqueta de ese tono, vas listo. Sé que me
dejo tanto, me dejo todo, me dejo en estas líneas en las que a veces ni me
entiendo, pero aquí, ay señor/a, (¿Será Dios mujer?) (¿Hay Dios?) también hoy,
para ti que has tenido la gentileza de venir. dejo estas atropelladas palabras.
Salud.
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