Verde fluorescente
Voy a teñirme el pelo de verde fluorescente. Estoy aburrido que todo el mundo me ignore, de ser transparente, de cristal. El domingo, cuando vaya a la playa, voy a pintarme una raya amarilla, una franja reflectante sobre mi prominente vientre. Que hablo y nadie me atiende. Eo, eo. Que me siento invisible, antes caminaba por las calles de mi ciudad y me hacían la ola. Hola. Que, ay, ay, ay, algo ha cambiado, que no me ven, que estoy en un semáforo, esperando, se pone en verde y los de la acera de enfrente me arrollan al cruzar, como una manada de ñus, como en esas películas de fantasmas, en eso me he convertido, en un fantasma desencadenado, solo que ni siquiera doy miedo, uuuuh. Y sufro, claro, cómo se sentiría usted si nadie te ve, pues así, mal. Quiero aclarar que lo que me preocupa es que no me vean las damas, las señoras y señoritas, que si no me ven los señores y señoritos me da igual, empiezo a no saber nada, excepto que no me ven, hey, que antes hacía zass y aparecía a su/tu lado, que alardeo de plenitud en la intersección de mi conflicto y es baldío el esfuerzo de mis brazos antaño potentes, sin pliegues musculares, flácidos ahora, desdibujados, estériles de ternura para acunar realidades, el hastío resucitado, aquí, enseñando mi rostro que pintaré, rayas verdes en las mejillas, morada y marchita la frente, un cromo, que me miren, que se sorprendan, soy, aún.
(sigue)
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