Zdenek Tmej, Waiting For Better Tomorrows, 1949

martes, 31 de diciembre de 2024

2024. Fin

 


1

2024 ha sido variado.

2025 será magnífico.

Así os lo deseo.

 

2

Cuando termina un año los osados se aventuran en un balance, no es recomendable. El mío lo resumo rápido: sigo vivo. La experiencia de los años no es tal, uno cree que la carretera seguirá recta y de pronto, no sabes cómo, aparecen curvas a derecha, a izquierda, no sabes si seguir conduciendo, bajarte de coche o convencerte de una vez por todas que solo hay ahora y que tienes la obligación de disfrutarlo. A eso me voy a dedicar por encima de todo y de todos. Nos vemos por aquí. Os deseo lo mejor de todo corazón.  

lunes, 30 de diciembre de 2024

Lo de seguir

Paul Fenniak, Encounter, 2008

Parece que fue ayer. (Fue ayer.)

Llevo aquí ni sé el tiempo. (Sí lo sé.)

No es momento de hacer balances, ni puestas de largo, ni planteamientos novedosos, ni actos de contrición, ni anuncios de cambios, ni desgarradas confesiones, ni ná de ná. (Quizás sí lo sea.)

El caso es que en un hueco entre ponte bien y estate quieto me he leído en cosas que he ido dejando aquí y veo/siento/ qué olé/puff/ay/esto es lo que hay.

Lo quería dejar (esto, el blog).

Estos últimos meses me han hecho pensar.

Se puede vivir sin escribir. (Creo.)

Se puede vivir sin muchas cosas. (Qué remedio.)

Pero.

Pero.

No lo he dicho todo.

De hecho no he dicho casi nada.

Lo diré.

No sé de dónde saldrá pero lo diré.

Resumiendo, que solo me queda escribir  y subirlo aquí. 
Me queda imaginar, sentir, vivir para encontrar temas que pueda contar. O sea, eso, lo de siempre, lo de antes (no hay antes, solo hay ahora), aquí estamos, seguimos, gracias por seguir viniendo, se acaba el año, besos a discreción.

domingo, 29 de diciembre de 2024

Rápido, que se termina el año.

 

Nude at the Window by Paul Paede (1913)

Veamos, en los polígonos industriales del arte (pobrecito mío) levantas una piedra (presuntamente) literaria y lo mismo aparece un corazón que un zapato, un alacrán o una fila de hormigas, qué más da, una baraja, reparte las cartas que hoy es el último domingo del año, aquí no viene nadie y podemos jugar a cerrar puertas o a entornar las ventanas del verano de mil novecientos ochenta y uno, un decir, puede ser un siglo antes, que los armarios están llenos de recuerdos y en mi mente (no solo ahí) se ha montado la revolución, aquellas huelgas cortando carreteras, defendiendo el puesto de trabajo, los mercados, la madre que los parió, hambre para todos menos para ellos,  tenerla para siempre, tenerla, siempre, ilusiones de un metalúrgico reconvertido, divertido, entre París y Berlín, besando los cruces de los días, las intercesiones, allí donde eso, ahí en eso, que dicen en lo limítrofe, las afueras, donde no hay citas a ciegas, donde se ama contra la pared, hasta en invierno, soledad del abrazo en el cuarto de máquinas del ascensor, por si las dudas, puertas abiertas al deseo en edición de lujo lujurioso,  que no había que hacer la cama ni disimular las sábanas, solo había ternura y qué sé yo (sí sé, intento despistar), hogar dulce hogar cada vez que escuchamos pasos en el portal, porque hoy es domingo, como aquello que cantaba Vinicius de Moraes,  tão cheia de pudor que vive nua. estrategia del fraude, sexo, amor, aquí nos pillábamos y ya, es curioso, ahora no forma parte de ningún paisaje, ni de las neuronas perdidas con la ginebra en las rocas, en la jaula y alrededores, la edad del soul, del sol, del ritmo azul y no teníamos edad (al contrario que ahora, que nos sobra), erotismo en ná, en tó, todo me alteraba (como ahora),  mercadillo de los domingos, nadie compra, nadie lee, igual que los martes o los viernes, hoy, aún, por eso es igual, levanta esta piedra escrita a trompicones, mientras Ella se arregla, peina, pinta, da vueltas por la casa, cambia el bolso, me he olvidado las llaves  y vuelta empezar, otra vez llegaremos tarde al vermú, aunque más vale tarde que nunca, este escrito se junta con el tuyo, las soledades y, repito, en mi mente se está montando una buena, Bilbao se adornará con contenedores de basura ardiendo en la noche fría, lluviosa, casi de fin de año, mañana sellaré la bonoloto, corto y cierro. ¿Qué?

sábado, 28 de diciembre de 2024

Curiosa adicción

 


Es la única manera que tengo de escucharle.
Lo confieso, soy una adicta a su voz en el contestador del teléfono.
Llamo una y otra vez.
No es solo su voz, claro, es Él.
Desde ayer contesta una enfermera.
Debo encontrar una manera de volver a verle.
No sé qué pensaría mi marido si lo supiera.

De mi marido no sé casi nada excepto que no es poeta.
No, no lo es, tiene otras muchas virtudes, pero no es poeta.
Por eso no me comprende, lo que escribo, ni las películas que veo, ni los libros que leo, ni la música que escucho, ni sabe mirar los paisajes detrás y dentro de los paisajes.
Pero me quiere, lo sé, bueno...creo.

La verdad es que ni yo misma me entiendo.
Solo sé que quiero que me bese otra vez.
Él.


viernes, 27 de diciembre de 2024

Sin inercia

                       

The Promenade, Woman with a Parasol (1875) 

by Claude Monet

Sin inercia esta bicicleta de letras se cae, demasiados días mirando por ventanas reales (ya nos previno Jacques Lacan “no debe confundirse la realidad con lo real”). No solo mirando, saltando con entusiasmo por esas ventanas a un mundo que no este. Esto, este, nosotros, vosotros, ellos, no sé de qué hablo, despiértame, empújame, miénteme, dime que me quieres (inolvidable Johnny Guitar ), déjame entrar allí donde pasó todo, donde nada era cierto pero éramos felices, don José Iranzo cantaba jotas, veíamos películas de Fritz Lang (Mabusey hablando de lo que no cambiábamos tiernas miradas en la playa hasta que se quedaba desierta

jueves, 26 de diciembre de 2024

Los años nuevos.

 


'Los años nuevos'

Influenciado por el ticket Sorogoyen me he visto los diez capítulos. Empecé remiso, los problemas millennials, de esa gente joven (30/40), me pillan lejos, no les entendía demasiado. Poco a poco un guion milimétrico, pensado en cada frase, la naturalidad, la espontaneidad, la interpretación sobre todo  de Iría del Río y Francesco Carril además de la del resto de actores, me ha ido atrapando en una serie en la que no pasa nada y pasa todo (10 años). Los protagonistas hablan y hablan y de repente hay un momento en cada capítulo, ese toque en el que sabes que eso te ha ocurrido alguna vez, que te toca, que ese dolor ha sido tuyo, que tuviste un amigo así, que tus padres eran parecidos, que también tuviste esa novia o novio, que el amor duele, que con suerte hay un instante en el que se parte el mundo y sabes que estás perdido. O quizás no te ha pasado nunca y esto es solo una arriesgada serie de televisión, dirigida con maestría por Sorogoyen, interpretada de matrícula de honor, con una música de hace dos días (sin embargo antigua), con una cámara efectiva, tan profesional (ese plano secuencia del último capítulo), con un sello de artesano de las emociones. Me estoy dejando llevar, sigo, hay momentos en los que parece que va a pasar algo de esas series americanas, un crimen, un accidente, yo qué sé, algo efectista pero no, los actores hablan sin parar, sufren o disfrutan con un estilo de vida que identificas como verdadero, todo parece real, cotidiano, aburrido, normal, excitante a veces, verídico. Confieso que quise tener manía a los dos personajes, primero a ella y luego a él, pero según he ido viendo la serie, me doy cuenta que no les puedo juzgar, no me pongo de parte de ninguno, les entiendo, les envidio y les compadezco, sé qué les pasa. Resumen: una arriesgada apuesta de cine en la que ganamos los espectadores (al menos yo).




miércoles, 25 de diciembre de 2024

Hiato.



Sin darme cuenta estoy dando un paso importante en la riqueza de mi vocabulario.

Mira tú, al hiato* en caoba, coartada, piano, duunviro, chiita, hastío o saeta se une este, poeta**




*(a mí, hiato,  me suena siempre a algo intestinal)

 **(por ejemplo)

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío.

(Cernuda)

lunes, 23 de diciembre de 2024

El renacuajo Brown

Huir hacia los márgenes, huir hacia los confines de la vida. 


El renacuajo Brown es así, como buen  anuro tiene sus branquias externas, aunque  si es preciso desarrolla el opérculo (pues bueno es) y las internaliza, las encierra en el saco (branquial) y lo comunica por el espiráculo (tal cual, sin despeinarse). Todo sea por no estar donde debe estar. 

Esto del deber es algo que no va con su manera de ser, de nadar como los peces, por ondulación lateral,  con su cola, como muchos, como tantos. Es más, cuando el renacuajo Brown alcance su madurez deberá entrar en esa metamorfosis que hará crecer sus patas, en la apoptosis que absorberá su cola (eso tiene que doler). Por eso remolonea, no madura (tampoco me extraña), por eso huye, por eso es herbívoro aunque en la práctica se comporte como omnívoro o incluso, si es preciso, practique el canibalismo (puede llegar a comerse a sí mismo pero esa es ya otra historia).



Ay, esos pipidae sin dentículos, con dos espiráculos.

Ay, los microhylidaes, archaeobatrachia, hyliadess, ranidaes, bufonidaes, renacuajos presumidos que nada quieren saber de nosotros, que hacen ostentación extrema de sus picos queratinizados.

Ay, renacuajos de los caudados que no son propiamente renacuajos, que enseguida se parecen a los adultos, que nacen sin patas pero las desarrollan prontamente (salvo que son más pequeñas, menos pigmentadas),  que ostentan a los lados de la cabeza branquias ramificadas, que suelen ser carnívoros como sus padres y madres, abuelos, abuelas, primos, cuñados, que pueden presentar dos fenotipos distintos en función de las condiciones ecológicas en las que vive, como es el caso del ajolote (un punto filipino) o el particular individuo neotenico de aspecto larval (este sí que). 

Ay, infinita clasificación de Orton.

 (Ajolote)

Seguimos en el charco, el renacuajo Brown y un servidor de ustedes, con absoluto miedo a la apoptosis de cola, temerosos de ajolotes y bufonidaes, espiráculos desproporcionados y sequías involuntarias.

Señor, señor, que dura es nuestra vida húmeda, siempre en permanente huida hacia los márgenes, hacia los confines de la vida.

¿Maduraremos? ¿Algún día seremos ranas? ¿Nos ahogaremos en el fango?

No (pues vaya).


domingo, 22 de diciembre de 2024

Cultura, escultura, sepultura, altura, ranura, etc.

 Producciones artísticas y culturales Glup (2.0) presenta hoy:



Aporía

El término aporía (del griego απορíα, dificultad para el paso), a veces escrito como aporima, hace referencia a los razonamientos en los cuales surgen contradicciones o paradojas irresolubles; en tales casos las aporías se presentan como dificultades lógicas casi siempre de índole especulativa. 
Debe observarse que muchas especulaciones que en su momento fueron consideradas aporías, es decir, paradojas irresolubles, luego han sido resueltas merced a los avances cognitivos o a los cambios de paradigma, de cosmovisión o de episteme.

Etimología

La palabra aporía surge en el idioma griego del modo πορον con el significado de algo muy difícil, impracticable; la palabra surge con la partícula negativa o privativa "α" y la palabra πόρος (pasaje). Cuando se efectuaba una pregunta que no poseía respuesta los antiguos filósofos griegos (especialmente los academistas) solían expresar: «πορο»..."no se puede a través de esto" con el significado de "no concibo esto" o "esto no puede ser aclarado". También recibe el nombre de "aporía" la fase de la mayéutica de Sócrates en la cual aparece el "falso saber" para ser develado.
Los sofistas, y la Escuela de Megara recurrieron a las aporías. También se nota su uso, por ejemplo, en Platón, y los estoicos.

Las aporías de Anaxágoras y Demócrito

Si por ejemplo se parte de la definición de la materia como extensa se tiende a arribar a la conclusión de que la materia es divisible ad infinito: por más pequeña que sea la fracción que se obtiene de la división, siendo material es entonces extensa y por esto aún siempre divisible ulteriormente, esta era por ejemplo la tesis de Anaxágoras quien sostenía la teoría de "semillas" infinitas, partículas originarias divisibles al infinito.

Pero si se presupone que la característica fundamental de la materia es la extensión (presupuesto que puede ser una petición de principio) y por ende su divisibilidad ad infinito, se preguntaba Demócrito: ¿cómo es posible que existan objetos finitos? (eso parece antiintuitivo). "Las cosas finitas no pueden derivar del infinito", de ahí la necesidad que tuvo Demócrito en pensar que la materia está compuesta por partículas indivisibles: los átomos ( "
-τομος" significa precísamente in-divisible) .

Aquí, pues, los griegos tenían dos conclusiones: o la infinita divisibilidad de la materia o la no infinita divisibilidad de la materia; esta antinomiaparecía oponerse a todo pensamiento racionalmente válido, la cuestión era entonces una aporía.

A fines de s. XIX e inicios de s.XX se comenzó a encontrar la explicación: los átomos existen, pero están compuestos por partículas subatómicas -por lo que el nombre "átomo" no es tan correcto- y pueden fisionarse transformándose en cuantos de energía. A lo largo del s. XX con el desarrollo de la física cuántica se han venido explicando las antiguas aporías aunque la propia mecánica cuántica parece hacer surgir nuevas aporías que probablemente se resuelvan con nuevas teorías como las de las cuerdas y las branas en el presente siglo XXI.

La aporía socrática

Aporía también es llamada una fase de la mayéutica de Sócrates tendiente a liberar del "conocimiento" falso. "Conocimiento" basado en tener la convicción de ciertas "verdades". El interlocutor de Sócrates, de hecho, frente a la presión del maestro que constantemente le interroga buscando definiciones cada vez más precisas sobre el tema de la discusión, llega al final a la aporía, al callejón sin salida, declarando su incompetencia para dar una respuesta definitiva y precisa. Al final reconoce que su certeza inicial era inexistente.

El uso moderno de la aporía

Hoy en día la aporía significa la imposibilidad de resolver un problema si se comienza a partir de ciertas premisas. Si se desea refutar una teoría precisamente se tiende a demostrar que tal teoría es contradictoria o que genera contradicciones insolubles.

Ejemplos
  • Zenón de Elea, en defensa de las teorías de Parménides, planteó las que en su tiempo eran aporías, por ejemplo la que «demostraba la imposibilidad lógica del movimiento» o la célebre paradoja de Aquiles y la tortuga: Aquiles el más veloz de los hombres nunca podría alcanzar a la lenta tortuga si ésta había partido un momento antes que él ya que a «cada espacio que avanzaba Aquiles, la tortuga siempre estaba un espacio adelantada». Aristóteles intentó una primera refutación al razonamiento zenoneano: para Aristóteles se debe distinguir entre lo infinito en potencia y lo infinito en acto; potencialmente cada segmento es infinitamente divisible, en cambio en acto o "actualmente" cada segmento es divisible y puede ser "actuado". Aunque la refutación aristotélica es genial tiene cierto matiz de hipótesis ad hoc. Ya en el s. XX Henri Bergson considera acertadamente que Zenón ha espacializado al tiempo y ha aplicado al movimiento y al tiempo los conceptos de cosa y ser. Casi coetáneamente a Bergson, Bertrand Russell, demostró que la serie de puntos de una línea son un continuo matemático siendo inexistentes los momentos consecutivos o terceros momentos que se interpongan ad infinito entre un par de momentos dados, tanto Bergson como Russel demuestran, cada cual a su modo, que tal aporía zenoniana se soluciona si se incluye la variable tiempo que era la dimensión que omitía (debido a su paradigma epocal o a su cosmovisión) Zenón de Elea en el s. V a.C.
  • La idea de la nada suele plantear una aporía en cuanto se pueda suponer la «existencia» de algo que por definición no existe.
  • El cosmos en cuanto a sus límites espaciotemporales plantea aporías que en parte se resuelven con la hipótesis del universo autocontenido, hipótesis resolutoria sostenida principalmente por Stephen Hawking (segunda mitad de s.XX e inicios del presente s. XXI). Algo similar ocurre con las teorías creacionistas del Universo: si, como el sentido común ha planteado frecuentemente, el Universo no puede salir de la nada y, por esto, «necesita de un Creador», ¿no necesita por su parte otro Creador el Creador del Universo (y así ad infinitum), ya que nada sale de la nada? (Véase la Paradoja de la omnipotencia).
  • En la ética se encuentran aporías como esta: ¿existe la libertad para no ser libre? La aporía inversa puede observarse en la filosofía deSartre: la necesidad o ananké de los humanos es proyectarse a la libertad y ser libres (comúnmente, si se descarta la dialéctica, la necesidad o ananké se considera como un opuesto a la libertad).
  • Los «viajes en el tiempo» implican paradojas que muchos consideran irresolubles (aporías). De éstas la más conocida es la llamadaparadoja del abuelo. Sin embargo Frank Tipler (a inicios del presente s.XXI) dio una explicación bastante lógica que resolvería a esta aporía: «si alguien viaja al pasado se vuelve parte del pasado por esto no puede cambiar ni el pasado ni el futuro».
  • La paradoja de Russell incumbente en principio a las ciencias matemáticas es, desde el punto de vista filosófico, otro ejemplo de aporía.
  • El concepto realidad virtual supone, según Román Gubern (segunda mitad del s.XX e inicios del s. XXI) en su libro Del bisonte a la realidad virtual, una aporía porque nada puede ser real y virtual al mismo tiempo. Aunque tal planteamiento es falaz ya que lo virtual, ¿acaso no es un subconjunto de la realidad? Como lo ha notado Jacques Lacan no debe confundirse la realidad con lo real.
(De Wikipedia)

viernes, 20 de diciembre de 2024

La Ría.

 

Se desliza la Ría con un mecanismo roto y  agua sucia, hay una arrugada sábana blanca en el muelle, hay estupor. 

Ella no quiso vestirse de resignación.

Aún suenan las campanas.

Firmamos la alianza con las incógnitas, conciliamos los pulsos, dejamos señales en el noray exacto, flores, números que suman, miel y frutas rojas. 

Nadie nos habló de esa escalera hacia un territorio oscuro, nadie nos advirtió del húmedo presagio, del rictus, del instinto quebrado, de la fragilidad de la belleza.

Preservamos la intimidad de la madera, la mirada al cielo, la sombra alargada del invierno que viene, la rabia. 

¿Quién puede comprender algo así?

Anochece y en la Ría la pleamar está llegando a la marca de los ahogados.




jueves, 19 de diciembre de 2024

Palabrería.

 

Thrandur Thorarinsson, Björk, 2016


Mi amada, me van a faltar palabras, he entrado en ese territorio gris  donde solo me permites emplear emociones y sentimiento sin colgar en la plaza faroles ni serpentinas, sin que corran entre calles ciudadanos suizos melancólicos y embarrados, solo el deseo entre las ramas del frondoso árbol de comunicarnos, la impaciencia por vernos o no vernos, la emoción del viaje, la intranquilidad de la distancia, la duda cuando la voz se pierde de poste en poste de teléfonos y escuchamos lo que no nos dice nada o justamente nada de lo que esperamos escuchar. Es un castigo como otro cualquiera que te quiera alguien que intenta escribir, en cuanto te descuidas escribe para el mundo, su mundo, y no sabes si las palomas se posan en tu ventana o se van a volar por ahí, por otros cielos, perdidas entre nubes rosas o negras, mientras tú, decididamente, has optado por la escopeta de postas y no dejas una viva, ahí caen, entre incomprensión, plumas y qué me vas a contar. Por eso en esta mañana también gris, entre sirimiri y tormenta tropical, escojo las palabras con sumo cuidado y dejo en la cesta todas aquellas que solo dicen lo que bah, ahí quedan. Entre todas, con veneración, definitorias, opto por dos, que brillen: te quiero.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

Philip Larkin



Los viejos tontos


¿Qué creen que ha pasado, los viejos tontos,
que los ha dejado como están? ¿Supondrán acaso
que se es más adulto cuando tu boca permanece abierta y babea,
y te meas continuamente, y no puedes recordar
quién llamó esta mañana? ¿O que, con solo quererlo,
pudieran cambiar las cosas y regresar a aquella vez en que bailaron toda la noche,
o fueron a su boda, o llevaron las armas al hombro algún septiembre?
¿O se imaginan que en realidad no ha habido ningún cambio,
y que siempre se han comportado como si fueran inválidos o tiesos,
o han tenido que soportar días de leve, continuo ensueño,
viendo cómo se mueve la luz? Si no es así (y no puede ser así), es extraño:
¿por qué no gritan?
Con la muerte, te disuelves: los pedazos que eran tú
comienzan a alejarse uno del otro, para siempre,
sin que nadie los vea. Es solo olvido; cierto:
lo tuvimos antes, pero entonces iba a acabar,
y todo el tiempo se confundía con el exclusivo empeño
de hacer crecer la flor de un millón de pétalos
de estar aquí. La próxima vez no puedes hacer
como que habrá algo más. Y estos son los primeros síntomas:
no saber nada, no oír a nadie, haber perdido
el poder de la elección. Sus caras muestran que están listos:
pelo ceniciento, manos de sapo, el rostro, como pasa, seco…
¿Cómo pueden ignorarlo?
Acaso ser viejo sea tener habitaciones alumbradas
dentro de tu cabeza, con gente que en ellas actúa.
Gente que conoces, pero a la que no puedes nombrar; cada cual surge
como una profunda pérdida recuperada, volviendo de una puerta conocida,
colocando una lámpara, sonriendo desde una escalera, sacando
un libro conocido de los estantes. O a veces simplemente
las habitaciones solas, con sillas y un fuego encendido,
el arbusto que el viento sacude a través de la ventana,
o la tenue simpatía del sol sobre la pared de una solitaria
tarde de verano en que la lluvia se ha interrumpido. Es ahí donde viven:
no aquí y ahora, sino donde todo ya ha sucedido.
Es por eso por lo que tienen
un aire de perpleja ausencia, como si intentaran estar allá
mientras están aquí, pues las habitaciones se vuelven más lejanas, y dejan
tras de sí un frío incompetente, el desgaste constante
del aliento que han respirado, y a ellos de cuclillas,
ante la cordillera de la extinción, los viejos tontos, que nunca perciben
cuán cerca está. Debe ser esto lo que los mantiene tranquilos:
la cima que se mantiene visible adondequiera que vayamos
para ellos crece del suelo. ¿Podrán nunca darse cuenta
de qué los arrastra, de cómo acabará? ¿Tal vez de noche?
¿Tal vez cuando los extraños vengan? ¿O acaso nunca,
durante toda esa espantosa niñez invertida? Bueno,
hemos de averiguarlo.
.
Philip Larkin

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