El odio a la música.
Librarme de la pandilla. Con un ojo espiar los baldes de agua fría tan cómicos e inesperados encima de todas las puertas que se abren; con el otro, las fauces abiertas de las fieras; escapar a toda velocidad apenas entreveo cuerpos que tienen algún tipo de fe en alguna institución o en alguna persona; huir de la convivencia clueca y atroz de estos tiempos; construir una dependencia mínima en el seno de una pequeña red de fórmulas de cortesía,
de acordes de tiempos gramaticales y de instrumentos de música,
de minúsculas regiones suavísimas de la piel,
de algunas bayas, de ciertas flores,
de cuartos, de libros y de amigos.
Pascal Quignard
El odio a la música.
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