jueves, 6 de agosto de 2020

Schneiders

Toni Schneiders


Jorja Smith canta, Yma Sumac cantaba, Panero habla y deja poemas como insultos a la inteligencia de los inteligentes y yo no entiendo, por eso es estimulante el diálogo aunque sea entre biombos, aunque las mascarillas, aunque las distancias, aunque los antifaces y las mentiras empiecen a ahogarnos y nadar bajo el agua tiene el límite de la capacidad pulmonar del que se desliza entre ondas y peces, entre algas que ocultan y arrecifes que desgarran el confiado casco de cargueros surcando mares transparentes pero, desafiando olas y espumas, monstruos marinos, cachalotes y orcas agresivas, salvavidas atrofiados que miran sin ver desde su altura en playas en las que ya no caben los que no saben nadar, los desplazados, los apátridas, los diferentes, los que no se enamoran ni de sí mismos, los últimos en llegar sin haber salido y hay días que no está uno para nada aunque la lluvia siga sin traducción y la geografía de la gloria siga dentro de una incógnita de exploradores impotentes, de olas en la piscina mínima de un jardín japonés que no sabe usted con quién está hablando y ni con un zumo mañanero de orquídeas rojas se dilatan las pupilas de los dormidos voluntariamente, hay que ver, que entre un insomne feo y la bella durmiente no sé con quién quedarme y aunque no estuve en Pompeya a veces me siento sepultado bajo montañas de lava aburrida, de materia gris incapaz de traducir alfabetos turbios, que los pájaros cantan siempre la misma canción, que estamos aburridos de pájaros, de los mismo pájaros, de la misma jaula, del bosque donde nos perdimos hace años, entre lobos y sacamantecas, en la oscuridad, en el silencio, en el peligro de incendios, destrucción del maná, frutos, raíces, recuerdos bajo la corteza, amo a Carmen grabado en el tronco, añoranza del deseo, de aquel deseo poderoso bajando de cumbres en las que apenas se podía respirar, repetición del miedo, vuelta de tuerca al no ser, a la inconsciencia, al punto cero, hay mañanas que divago, como esta, de cielos azules y nubes dentro del pecho, de dolor sin saber la causa, de una desesperanza tal que meto la cabeza bajo una piedra y si se cae el mundo que me pille dormido. Lástima de insomnio crónico.

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