Animoso
Te
cuento hoy para dentro de unos días, por si no puedo.
Mi
corazón recorre distancias para las que no está preparado y lo más difícil es
transitar sin heridas, sin que se caigan las hojas de este libro libre con
fotos degolladas y alambradas para que la rutina no salte por la ventana con
cortinas de encaje y canciones de cuna en el ático, caballos sin alma y la
búsqueda del verso entre atropelladas voces que ahora sangran, ahora cantan o
se adormecen y los días se deslizan fáciles o complicados, van en esta crisis que
no ha terminado (¡no!) en los que unos pocos se siguen llenando los bolsillos y
casi todos temblamos de incertidumbre por noticias amargas, por oráculos
pagados, por curas mudos, por la espada del paro, porque creíamos que la risa
era el estado natural, la felicidad, y no, esta fecunda tristeza es una planta
que trepa y nos lleva al apocalipsis. O así.
Creo
que no era esto tan pesimista lo que quería decir te/ros. Mientras lo escribía,
por detrás, a la vez, he imaginado una historia de amor otoñal pero entre ir y
venir no recuerdo si se me ha olvidado o si la escribiré mañana. Veremos. Va. Ánimo.
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