Muletas
En
un semáforo.
“Crack,
algo se ha roto pero te entiendo, vaya si te entiendo, eres una mujer del
siglo XX viviendo en el XXI, se han caído las hojas del calendario que tenías
en la cocina y solo sabes que este es tu año y dibujas los límites del sí y el
no, del ya veremos.
Se
rompen las normas y ya no me importa quién lee, qué entiende. Solo sé que te
miro y te veo bella. No eres la niña que conocí hace quince años, eres una
mujer nueva y eso es mucho, demasiado, me desborda, tanto que me has pellizcado
desde un extremo del corazón y ahí me tienes, amigo, admirador exclusivo, el
que te llama, el que te habla, el que ha despertado de algunos sueños, el que
te ha abierto puertas a ti misma.
A
veces me asustas, te has hecho dura, egoísta, tajante, fría, inaccesible. Lo peor
es que entiendo que no me aproveches, que creas que todo es para siempre. Nada
es para siempre, todo tiene un tiempo.
Desde
el accidente soy un gallo desplumado, un duro de corazón blando, un hombre que
ha aprendido a llorar, que llora, que a veces necesita algo más que silencio o
miedo. No soy el que era, han pasado los años. ¿Qué debo hacer para que me
creas? No sé qué puedo hacer para que me veas. No sé lo que digo, pienso
demasiado tiempo en ti, no me conviene, estás dentro, aquí dentro. No sé cómo
no entiendes que necesito tu ternura. No sé.”
-Perdone
¿decía algo? ¿Quiere que le ayude a cruzar?¿Se encuentra bien?
-No,
no, disculpe, hablo solo, ya me arreglo. Gracias.
Y
camina en dos muletas.
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