Una varita mágica
En casa tenemos una varita mágica.
Se la regalaron a Conchi en una convención, no recuerdo si de brujas o de hadas.
Por supuesto realiza encantamientos, niebla de colores, cambia el agua en vino, pequeñas explosiones, esas cosas de la magia. Y habla
Al principio nos hacía ilusión, venían las visitas y presumíamos de varita mágica, con un abracadabra se movían las sillas, saludaba por su nombre a las señoras, descolocaba los cuadros del salón. Nunca nos atrevimos a convertir a ningún niño en gato, ni a don Anselmo en loro.
Con el tiempo nos aburrimos y la dejamos en la biblioteca, entre las enciclopedias encuadernadas del País y la colección de cine del siglo XX. La realidad es que nos olvidamos de ella totalmente
Hace unas noches dormíamos y comenzó a hablar, la varita, sola, no callaba, se expresaba con fluidez, lo mismo en castellano que en inglés, en polaco, en euskera, dominaba todas las lenguas. Nos hizo gracia, el lunes, el martes nos despertó a las cuatro de la madrugada, el miércoles estuve a punto de tirarla por la ventana, no callaba, el jueves la metimos en la cama, entre los dos, se durmió.
A eso de las doce ha tomado la costumbre de ronronear, entonces la colocamos sobre un almohadón de cretona y pasa la noche a nuestro lado. Ah, por su parte llena de estrellas fluorescentes el techo del dormitorio, es una varita mágica y mimosa.
Pero ahí no acaba todo, el sábado me desperté, noté que me acariciaban, una bella mujer me abrazaba, parecía un encantamiento, nos fundimos en un largo beso y no puedo describir lo que ocurrió a continuación. Justo cuando estábamos en la postura del misionero entró Conchi. “La varita, la varita…”, balbuceé, pero no me hizo caso, despidió a la mujer con un gesto serio, sin alterarse le echó la ropa a la cara. Después sacó la maleta verde y me dijo, “tienes diez minutos”.
Y aquí estoy, sentado en el felpudo del portal, atónito, con la maleta en una mano y la varita, mágica, en la otra, sin entender qué diablos ha pasado, desencantado.
Es lo que tiene la magia,
2 comments :
Plas, plas, plas.
Aquí dejo un me ha chiflado.
Y un beso para mi trilero favorito, de los que saben a magia sin trucos.
¿ Qué si existen?
No.
Pero literariamente quedan una maravilla.
Y después de leerte me pregunto para mis afueras ¿Cuántas parejas habrá que una de ellas aún es capaz de creer en la magia y la otra ya hace tiempo que perdió en algún rincón de la casa y/o de su vida la capacidad y la inocencia de pensar que sí, que aún existe?.
Me copio de la guapísima vecina de arriba (smuaksssssssss) y me uno a su "me ha chiflado" (más chiflada de lo que ya estoy) (que ya es decir) (guiño).
Besets Mago Glup!
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