Parker no tiene billete de regreso.
Allen Kooi
8. Sigue lloviendo, es un día triste de enero. Parker sueña con una mujer de cristal, sabe que no le conviene pero, ay, su sonrisa. Entra en esa mujer, por sus oídos, elude la lengua, entra a sus pulmones, la recorre por dentro, inventa lo que piensa, adivina lo que siente, pequeño, un insecto mínimo, ve los intestinos, el bazo, un apunte de sentimientos que en tiestos rojos se plantó en el hígado, el deseo en cuadros colgados en su aorta, el miedo que pende de la tráquea, las ilusiones que corren por sus venas. Ya en el colmo la imagina desnuda, la abraza como un náufrago, nadador hasta su playa, esforzado amante que acaricia sus muslos y ese espacio que se abre como una magnolia, que le embriaga, se pierde en ella, goza, muere de placer, despierta, sabe cuál fue el camino de ida, no tiene billete de regreso.
1 comments :
Esos recorridos, querido Parker, no suelen tener billetes de regreso...
Es turismo emocional.
Beso.
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