Henry J. Darger
La oscura vida
de un pintor marginal
Cuando en el mes de abril de 1973,
Nathan Lerner, casero de un modesto piso del North Side de Chicago, abrió la
puerta de la vivienda en la que había vivido durante 40 años su singular y
recién fallecido inquilino, Henry J. Darger, se encontró con un escenario del
que tardó en dar crédito: un cuarto atiborrado de recortes de periódicos, cómics,
revistas, libros destripados, aparente basura y unas gigantescas acuarelas que
repetían obsesivamente las imágenes de niñas desnudas con grandes alas de
mariposa siendo perseguidas por soldados empuñando bayonetas de época. En una
segunda inspección, halló sepultado uno de los libros más extensos conocidos,
15.154 páginas, titulado The story of the Vivians girls, in what is known as
the Realms of the Unreal, of the Glandeco-Angelinian War Storm, caused by the
Child Slave Rebellion, que ha sido traducido como La historia de las niñas
Vivian, en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal, sobre la
Guerra-Tormenta Glandeco-Angeliniana causada por la rebelión de los Niños
Esclavos. Supuestamente, las grandes acuarelas, pintadas por el propio Darger,
ilustraban el libro escrito en sus más de cuarenta años de reclusión. El
casero, Nathan Lerner, significado fotógrafo, detectó enseguida la
extraordinaria calidad de aquellos dos trabajos, y se asignó el trabajo de
albacea, a pesar de que, como le había ocurrido a Max Brod con Kafka, Darger le
había dejado expreso deseo de que destruyera todo lo que encontrara en el
apartamento. Ningún vecino sospechó jamás la obsesión que minaba la vida de
aquel solitario de patrones fijos, que buscaba en la basura, sólo hablaba de
los partes meteorológicos y únicamente salía de su casa para ir a misa cinco
veces al día. Hoy, su obra, una de las más importantes de lo que se ha dado en
llamar el outsider art o arte marginal, es una de las joyas del American Folk
Art Museum de Nueva York.
Como cerrando el círculo de lo exacto
que le obsesionó toda su vida, Henry J. Darger nació un abril (1892), se cree
que en Brasil, y falleció otro abril (1973). Se sabe que su madre murió pocos
años después de darle a luz, en el parto de su única hermana, a la que nunca conoció,
pues fue dada en adopción. El padre, mentalmente enfermo, se hace cargo del
crío, hasta que no puede continuar cuidándolo, y es entonces cuando el pequeño
Henry es internado en un orfanato católico y más tarde en una institución
psiquiátrica. Se le diagnostica la enfermedad de "tener el corazón en el
lugar equivocado", así como "masturbación". A los 16 años se
fuga y sus biógrafos le pierden la pista hasta que reaparece en Chicago, a
principios de la década de los años treinta. En ese momento ya ha desempeñado
diversos trabajos menores y su aspecto es el de un vagabundo. Sólo se le
conoció un amigo, desaparecido a mediados de esa década, William Shloder, con
quien intentó fundar la Sociedad Protectora para Niños, proyecto que jamás se
materializó.
Los expertos en arte marginal se
quedaron perplejos al ver que aquel libro de 15.154 páginas contaba una
historia épico-onírica desquiciada, con rasgos de claro tormento. En un planeta
alrededor del cual orbita la Tierra, hay un reino cristiano llamado Abbiennia,
y siete princesas luchan contra ejércitos de soldados adultos llamados
Glandelinians, que las quieren esclavizar. Estos soldados van ataviados con
trajes muy parecidos a los del Ejército Confederado de la Guerra Civil
norteamericana, tema que fascinaba a Darger. Las grandes acuarelas representan
a pequeñas ninfas correteando por prados en lo que sería una versión naïf del
reino, pero también escenas de empalamientos de las niñas con las vísceras al
descubierto, en otras ocasiones, las niñas aparecen con grandes alas de
mariposa a la espalda, y casi siempre en paisajes amenazantes, con tornados y
vientos cubriendo el horizonte. Los niños se rebelan, pero es habitual que
perezcan a manos de los soldados. En lo que parece ser un rasgo de inseguridad
congénita enmascarado en la vida ascética de Darger, la historia tiene dos
finales, en uno triunfan las Vivian, que representan a la cristiandad, y en el
otro, los soldados Glandelinians. Podemos imaginar en ese doble final al adulto
Darger sacando a flote todas sus obsesiones y represiones, producto de la
severísima educación cristiana del orfanato, contrapuesta a la crueldad del
mundo exterior que le acompañó desde que su madre falleciera.
Se ha especulado mucho sobre la obsesión
de Darger con el universo de la infancia. Una posibilidad nos remite al año
1911, cuando una niña de cinco años, Elsie Paroubek, fue estrangulada en
Chicago. Se sabe que Darger guardó el recorte de la fotografía del periódico
muchos años, y que se la enseñaba a la gente por la calle, después la perdió y
eso supuso para él una angustia que sólo superó escribiendo y dibujando su
monumental obra, incluso incorporando a la pequeña estrangulada como personaje
recurrente. Su biógrafo oficial, John McGregor, especula en la obra Henry J.
Darger: in the Realms of Unreal que, potencialmente, Darger era un asesino en
serie, incluso se ha llegado a afirmar que el propio Darger fue el asesino de
la pequeña, algo que se considera muy improbable.
Pero lo que llamó más la atención de las
actividades "secretas" de Darger fueron las grandes ilustraciones que
creaba a partir de recortes de cómics y revistas que encontraba en la calle, y
en especial un detalle: las niñas están dotadas de un pequeño pene, y las que
están desnudas sólo visten calcetines. Se ha dicho que Darger siempre rechazó
tener relaciones sexuales por miedo a que la desconocida fuera aquella hermana
que dieron en adopción al nacer, y de ahí su desconocimiento en anatomía
femenina. Otras versiones apuntan a que el diminuto pene de las niñas está
inspirado en el Niño Jesús que veía en sus diarias visitas a la iglesia.
Una peculiaridad que también habla
elocuentemente de la mente de Darger es la obsesión que hay en su libro por el
detalle. Es tal, que describe todos los uniformes de los soldados, desde los
botones hasta los hilvanes, da nombres a todos ellos, así como a todos los
paisajes, desde la forma de las hojas hasta la orografía de un bosque, o
especifica los mapas de las batallas con un detalle que estremece,
recordándonos a aquel magistral cuento de Borges en el que unos cartógrafos
hacen el mapa de un reino tan grande como el propio reino. El reino de ficción
de Darger era en sí mismo un mapa que ocupaba toda su vida, desde la mañana
hasta la noche. Experto en música militar, compone también las marchas y los
himnos de los ejércitos de los dos bandos. Los vecinos comentaron que en
ocasiones oían ruidos y golpes marciales, lo que hace contemplar la posibilidad
de que interpretara sus propias marchas militares en su apartamento.
Algo que nos da pistas de su extraña
vida es que cuando Nathan Lerner revolvió a conciencia en todo aquel
destartalado apartamento, encontró también un libro que Darger tituló The book
of weather reports, en el que Darger anotó durante 10 años el parte meteorológico
de Chicago, con comentarios -lo que hoy llamaríamos un blog- casi siempre
enojosos hacia el "hombre del tiempo". Todo parece indicar que esa
obsesión le venía de cuando, siendo niño, asistió a la destrucción de un pueblo
entero, Countrybrown, por un tornado. También se encontró un libro, escrito en
1968, The history of my life, en el que dedica más de 4.000 páginas a contar la
historia de un tornado, Sweetie Pie, que asuela todo un pueblo.
Se puede pensar que las implicaciones de
aquel excéntrico y secreto hombre en futuras generaciones fuera mínima o nula.
Nada más lejos de la realidad. A lo largo de 2007, la exposición itinerante
-Nueva York, Berlín, Roma- titulada Into me/out of me llevó la obra de Darger
compartiendo cartel con artistas de la talla de Hamilton, Acconci, Walter de
María o Vick Muñiz. En abril de este año se inaugura en el American Folk Art
Museum de Nueva York otra importante exposición titulada Darger-ismo: artistas
contemporáneos y Henry Darger.
Más ocultas, pero por ello quizá también
más interesantes, son las irradiaciones del anciano de Chicago en la música. La
estudiosa de su figura, Ana Pareja Serrano, ha rastreado esas influencias.
Los neoyorquinos Animal Collective, por
ejemplo, se inspiraron en las acuarelas de Darger para la portada del su disco
Feels. Por su parte, Natalie Merchant, en el disco Motherland, compone una
melancólica y larga súplica pop llamada Henry Darger, en la que se pregunta por
el destino de las Vivians girls. El grupo de punk-rock The Vivians Girls actúa
disfrazado de las niñas imaginadas por Darger, y las animan en sus canciones a
continuar luchando contra el mal. Hasta existe una película documental, The
Realms of the Unreal (2004), de Jessica Yu, en la que se destripa la vida. Como
el eco de un silencioso Big Bang, el solitario Darger lanzó una piedra hace
muchos años, se descompuso en el aire, los fragmentos fueron cayendo en
sucesivas partituras a través del siglo XX. Podemos imaginar qué pensaría él si
lo supiera.
Agustín Fernandez Mallo.
(02.03.2008)
1 comments :
Qué poco sabemos de lo que esconde una puerta. Y la abrimos y aparece un mundo lleno de VIDA. Punteada por lo que somos, fuimos, quisimos, pudimos o nos permitieron ser. Vestidos con los siete velos que sólo descubrimos ante los que consentimos que nos estiren de ellos. Otras veces, como le pasó a Henry, quedaron desenmascarados consinpermiso. Me encantó tu entrada, no le conocía, pero leyendo me recordó a Thelma Ducoing Toole quien se empeñó que el mundo conociese la obra de su hijo y pudimos disfrutar de “La conjura de los necios”. A ella y a Nathan Lerner les doy las gracias (aunque no me escuchen, claro). Y también a ti por enseñarme a Henry. Hoy me pido ser Vivian con alas (levantando manita).
Besets!
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