De mares eróticos
En aquel paraje el río formaba un amplio remanso entre rocas, un plácido estanque donde de niños, con 13 o 14 años, nadábamos en agosto. Un atardecer les vi. Un bello espectáculo. El hombre y la mujer nadaban con brazadas sincronizadas, tan lentamente que apenas salpicaban, sus brazos saliendo y entrando en el agua formaban una suave espuma que parecía bailar, el sol declinaba y llenaba la superficie del Ebro de sombras mágicas. Creo que ahí comencé a interesarme de veras por la natación. En septiembre volví con mayor entusiasmo a la piscina, a los entrenamientos.
Pasaron los años, no demasiados, en una película, no recuerdo el título, el hombre y la mujer se abrazaban en una playa inmensa, desierta. Era de noche, la luna iluminaba levemente la arena, se escuchaba el mar. Los dos se juntaban, corrían entre risas, desnudos se lanzaban al agua. En el claroscuro se mezclaban los cuerpos, burbujas, las olas y en un plano fijo sus rostros reflejaban una intensa pasión mientas se amaban.
No contaré las impactantes escenas de Polanski, puro cine de arte y ensayo,.
Tampoco lo de mi novia Elisa que tenía aversión al agua y que el día que quise besarle en un plácido lago casi se desmaya de la impresión. Era especial aquella chica
Bien, seguro que mezclé estos recuerdos en algún lugar de mi cabeza y de ahí me quedó la fantasía de querer hacer el amor en alta mar. Soñaba con ello, me excitaba pensarlo, me demoraba en los preparativos. Tal vez el haber sido tantos años nadador de competición me marcó, el recuerdo de aquellas deportistas con sus trajes de baños ceñidos, con aquellas espaldas en uve, los labios brillantes, me predisponía a ello.
Tampoco lo de mi novia Elisa que tenía aversión al agua y que el día que quise besarle en un plácido lago casi se desmaya de la impresión. Era especial aquella chica
Bien, seguro que mezclé estos recuerdos en algún lugar de mi cabeza y de ahí me quedó la fantasía de querer hacer el amor en alta mar. Soñaba con ello, me excitaba pensarlo, me demoraba en los preparativos. Tal vez el haber sido tantos años nadador de competición me marcó, el recuerdo de aquellas deportistas con sus trajes de baños ceñidos, con aquellas espaldas en uve, los labios brillantes, me predisponía a ello.
La cuestión es que no he practicado sexo en el mar hasta este verano.
Ya he contado donde estuve de vacaciones y no insistiré en ello.
No he contado con quién estuve pero tampoco importa demasiado.
El caso es que una noche especialmente apasionada, después, le conté mi fantasía a G, lo adorné, lo susurré a su oído.
G nada lo justo pero le pareció bien.
Ya he contado donde estuve de vacaciones y no insistiré en ello.
No he contado con quién estuve pero tampoco importa demasiado.
El caso es que una noche especialmente apasionada, después, le conté mi fantasía a G, lo adorné, lo susurré a su oído.
G nada lo justo pero le pareció bien.
Al día siguiente alquilamos un pequeño bote a motor, no era el Queen Mary pero serviría.
La mar estaba en calma, un farol en proa navegábamos alejándonos de la costa. La temperatura era deliciosa. La luna alumbraba tan cerca que parecía que podíamos llegar a ella de un salto. A los lejos veíamos los pueblos iluminados.
Paramos el bote, nos miramos un poco nerviosos, -aquí- dijimos al unísono.
Nos quitamos la ropa y nos deslizamos al agua.
No era tal y como había imaginado pero nuestros cuerpos desnudos nos hicieron reaccionar. Era una mezcla de deseo, miedo, mantenernos a flote, respirar, besarnos, tocarnos.
Poco a poco fuimos acoplándonos y el abrazo comenzó a funcionar.
Hasta que oímos un chapoteo cercano.
-¿Qué ha sido eso?- preguntó G.
Ahí terminó la magia.
-Habrá sido un pez saltando, no te preocupes-dije.
-Tengo miedo, volvamos- dijo ella.
El bote se había apartado unos metros, nadé en su dirección. Unas nubes ocultaron la luna. Con la oscuridad calculé mal, ya que estaba un poco más lejos que lo que pensaba. G me llamaba -¿Dónde estás?-. Seguí nadando.
Al cabo de varios minutos comprendí que me había perdido y empecé a preocuparme por G ya que no nadaba demasiado bien.
Unos minutos después me preocupé por mí mismo ya que el cansancio y el frío me agarrotaban los brazos...
Obviamente no me ahogué –ya que lo estoy contando- pero he decidido no dar un final a la historia.
Prefiero que tú que lees la imagines. Y, si quieres, me lo cuentes.
Aquel que más se acerque a lo que ocurrió le invito a cenar ¿vale?
Prefiero que tú que lees la imagines. Y, si quieres, me lo cuentes.
Aquel que más se acerque a lo que ocurrió le invito a cenar ¿vale?
14 comments :
De aquí a la eternidad? No sé cómo acaba tu historia, me da igual, me gusta así.
G se olvidó del miedo al ver que su nadador no volvia y se lanzo como una flecha! en su busca nadadora desafiante al ser el lo primero. Lo vio! Su tesoro ahí estaba muerto de frio engarrotado y medio inconsciente. Lo agarro por el cuello y lo apoyo en su pecho y con un braxo y fuertes coleteos de piernas lo saco a la orilla. Lo miró y no pensó en nada más que besarlo! en un beso de aquí a la eternidad.. El la miró y sintió mi sardinita! pensaba que estabas en peligro...G. Ella le dijo calla con su mano en su boca y la apartó sólo para besarlo. Pasaron unos amigos en barco. Los de tal como eramos y dijeron: eeeehhhiii que hsces venga subir a bordo. Ellos con risas sin decir palabra se subieron. Los abrazos, risas, champan, música se sucedieron ambos se sentian vivos. En un descuido del resto de tripulantes se escaparon solos a cubierta y como en Titanic el la sbrazo por detrás sujetandola con la brisa en su rosto!.Una mirada con otra mirada y se abrazaron en el suelo con besos, suspiros, liados con las piernas. Rozandose con la vida de su piel en un éxtasis, que bordo la brisa!!!. Yo una amiga que lo vi todo aquí en el barco a dos velas, les aseguro que ellos si sabian NADAR.
Acepto que te me cachondees de risa, te alucines de las faltas comiendome comas etc. Sino lo he repasado. Las dosis de románticas metidas el erotismo dado, pero camuflado...dejando sentir al lector. Objetivo riete me encantaría. Estos son los buenos momentos. Gracias escritor. Tú. Yo sólo he querido la cena jajaja.
A punto de perecer ahogados estuvieron los dos, pero la suerte chascó los dedos y en forma de ballena se posó bajo sus cuerpos, sacándolos a flote.
Con un contoneo propio de hembra los lanzó hacia la orilla y la marea terminó de hacer su trabajo.
Despertaron con el calor de los rayos del sol y, tras recolocarse dignamente el bañador, ella se levantó, se sacudió la arena y no volvió a dirigirle jamás la palabra.
Él sigue evocando las aguas del mar. Y cuando despierta, sus sábanas siempre delatan el ardor de sus sueños salados.
Lili.T, de aquí a la eternidad, la historia acaba así, hay historias que es mejor que sigan y sigan y sigan como los nadadores sepan y puedan, aunque traguen agua y tosan y se sumerjan y floten. Tú ¿sabes nadar?
Mira, Encarna C, me ha gustado, para mayores (aquí entran muchos niños y niñas) pero me ha gustado, con la dosis justa de erotismo, romanticismo, muy cinematográfico. Como soy nadador de piscina, incluso de charca, no entiendo mucho de estas gestas marineras pero me voy haciendo idea. Muchas gracias,
flower, las ballenas se debaten siempre entre la caridad, el salvamento y socorrismo y el agobio de las profundidades. Siempre recuerdo a mi amigo Jonás que me contaba lo celosas que son las ballenas, una pasada, conservan en su ADN el rencor de la evolución que según ellas está mal repartido. El caso es que ella, la dama, compuesta, arreglada a Boston y yo, solo, despeinado, evocador a California. No somos nada. Muchas gracias ¿me prestas un flotador? (de esos con cabeza de pato no, por favor)
Mi cerebro tiene dos vertientes literarias: La dramática (que suele acercarse más a mi realidad) y la cómica (que es la que me mantiene en pie diariamente)
Y como planear algo que en principio ha de salir de la más interna pasión, me parece ya de por sí gracioso, voy a decantarme por un final propio de una anécdota tan ridícula como los abrazos sobrecogedores y escénicos de Lancaster a Kerr.
"Nuestro protagonista,al que podríamos llamar Juan Emeterio Rodriguez Guajardo, cuyo miembro viril habíase reducido al tamaño de un berberecho, fue nadando sin rumbo exacto hacia la costa, donde la oscuridad y el horario, propiciaron que fuera confundido con un balsero sin papales y en pelota picada, por una patrulla de la Benemérita, y puesto a disposición judicial, para ser devuelto a quién sabe dónde. La mujer, que muy ducha en el crowl no estaba, y menos aún en el buceo y el estilo mariposa, llegó a la barquichuela entre bancos de sardinas y algas, consiguió subir (buenos bíceps tenía) y echarse a dormir hasta que días después, en una playa de Guinea Conakry, fue avistada por una tribu de pescadores furtivos, que no tuvieron inconveniente en saborearla al pil pil.
Moraleja: "No es lo mismo Juan Emeterio Rodriguez Guajardo, que meterlo, sacarlo, sacudirlo y guardarlo"
THE END
Ning Jie, un buen final, con mucho humor, quizás un pelín ácido pero tampoco es cosa de ponerse tiquismiquis. Hay algún detalle que me levanta la cresta pero con el lexatin ya se me está pasando. Muchas gracias.
Corcholis! No había visto lo de la invitación a cenar, de lo contrario hubiese optado por el hemisferio más dramatico (léase realista). De todas maneras me temo que va a optar usted por la opción que más cercana le quede. Y más apetecible. Pillín, pillín.
Ning Jie, me vas a perdonar pero tengo la cocina sin recoger. Así, rápido, para lo de la cena faltan de llegar otros finales por tierra, mar y aire. Te aviso, sin eso.
Kaixo Pedro,
Termino la historia por aquí entonces...
Un tiburón altanero me sacó la aleta derecha y empecé a abrirle las jaulas a las olas, con los labios entumecidos.
Ya no distinguí la voz de G entre Santurce y Bilbao, la orilla quedaba lejos. Y ni la ballena de Jonás vino a darme refugio como una linterna abriendo sus fauces.
Vi desfilar delfines y a uno de los Cristos de Passolini, agonizante, salido de la pantalla abrazándome de cuclillas, y a la estanquera de Fellini ofreciéndome el cigarro del condenado con el pecho abierto. Bergman me lanzó algún ángel despelotado tras un cristal empañado por la lluvia y las gotas de un mar infinito de sirenas parlanchinas.
Un albatros llevaba en el pico un anuncio de coca-cola y revoloteaba por encima de mi cabeza guiñándome un ojo.
Pensé en Elisa, y en aquella manía suya de no bañarnos, y la confundí con un pez y acabé besándolo.
Las algas y el plactón hicieron el resto, mientras una caracola desde Lisboa me subía en tranvía susurrándome fados al oído.
Al abrir los ojos, tenía un mensaje de G, en el que me decía: "chato, ¿la próxima fantasía qué tal si en la bañera, y con manguitos en forma de pato? Dejemos a Poseidón y a Neptuno besarse, no enojemos a los Dioses.
Y yatá.
Lo de la cena va a ser que no, que igual te pedías un pez espada o una lubina, y yo un lenguadito, y me da ya mucha pereza salir a pescar, para nadarse de nadas. Total.
Agur, Pedro!!
P.D. De paso, Pasolini con una sola s, y con la Magnani haciendo espavientos con las manos desde la orilla...
LA ZARZAMORA, qué final, perfecto, me quito el sombreo, ya tengo reservada la mesa para la cena. Ven como siempre, guapísima. Tengo las muñecas rotas de aplaudirte.¡¡¡Gracias!!!
Yo también aplaudo a la Zarzamora. ¡Genial! Pero invitala a un filetón, q te lo ha dejado todo muy clarito.
Besos a todos!!
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