Cruz de Hierro.
La Cruz de Hierro es un crucero que se halla en
el punto más alto del Camino de Santiago Francés, a unos 1500
msnm. Está situado
entre las localidades de Foncebadón y Manjarín
(León),
Características
Está formada
por un poste de madera de unos cinco metros de alto coronado por una cruz de hierro, réplica de la original conservada en
el Museo de los Caminos de Astorga. En su base, con el
paso de los años, se ha ido formando un montículo. Una leyenda cuenta que
cuando se construyó la Catedral de Santiago de Compostela se pidió a los peregrinos que contribuyeran
trayendo piedra. En todo caso, la tradición es lanzar una piedra, traída del
lugar de origen del peregrino, de espaldas a la cruz para simbolizar que se ha
dejado atrás el puerto.
Historia y tradición
Sobre el origen
de la cruz hay varias teorías: pudo ser erigida con el fin de señalar el Camino
cuando las frecuentes nevadas lo ocultan a la vista. Asimismo, su origen puede
encontrarse en época romana, en los
hitos que marcaban la separación de dos circunscripciones territoriales, mientras que
para otros se trata de un amontonamiento de guijarros, llamados Montes de
Mercurio, que desde época celta erigían los
caminantes en lugares estratégicos de los caminos y que luego se cristianizaron
con cruces.9 En este caso,
la costumbre se cristianizaría tras ser colocada la cruz a principios del siglo XI por Gaucelmo,
abad de la alberguería de Foncebadón y Manjarín.
Más adelante serían los segadores gallegos en su camino
por estas tierras leonesas hacia Castilla, a donde
iban a trabajar, los que continuarían con la tradición depositando una piedra a
su paso, llamándolo por entonces Cruz de Ferro.
(De Wikipedia)
EL GRAN HUMILLADERO
Es uno de los lugares mas conocidos y cargados de simbolismo de todas las rutas jacobeas. situado en el entorno del monte Irago, el codex calixtinus (s.XII) se refiere a la actual cruz de ferro como "portus montis iraci" . La fuerte simbología de cruz de ferro no es de ahora, el lugar por su condición de punto culminante de paso de los montes , por su extrema dificultad para los antiguos viajeros, sobre todo en invierno, y por ser punto de conexión, hasta la segunda mitad del s.XVII Foncebadon era el único lugar de paso hacia Galicia a través de los montes de León. Por estos lares había una calzada romana que unía "asturica augusta" (Astorga) con las minas de oro ( las Medulas) que había en la zona de Ponferrada. Se cree que en la cruz de ferro existió un altar dedicado a mercurio, dios protector de los viajeros para los romanos, como sucedió en otros hitos parecidos de la geografía del imperio romano. La costumbre era realizar una ofrenda, depositando pequeños guijarros en el altar, para que esta deidad les protegiese en sus viajes.Las piedras depositadas a lo largo de los siglos han acabado formando el mas grade humilladero de Europa y por supuesto del camino de Santiago. Todo indica que el lugar fue cristianizado con su reactivación como zona de paso de los peregrinos en la edad media. Se atribuye la colocacion de la primera cruz a Gaulcemo, eremita con vocacion hospitalaria, instalado en este inhospito lugar a finales del s.XI, dispuesto a prestar todo tipo de auxilio a los peregrinos, levanto un hospital para acogerlos y la cruz sobre el humilladero para orientarlos en invierno, durante las grandes nevadas que hacian desaparecer el camino, un elemento religioso con una finalidad humanitaria que acabo dando nonbre a este mitico lugar. Como curiosidad decir que en los s.XVII y XIX los segadores gallegos que iban a Castilla cada año a la siega, tambien tenian por costumbre depositar una piedra en aquel lugar, se cree que tomaron la costumbre de los peregrinos. |
Salí de Rabanal del Camino muy pronto, aún
no había amanecido, hacía frío.
No recordaba tan dura la subida hasta Foncebadón,
que atravesé calle arriba hasta dejar atrás muros derruidos y la espadaña de la
iglesia con sus dos campanas. Seguí entre brezos y piornos, jadeando ya. Apareció
de pronto, entre árboles, la Cruz de Hierro, un lugar rodeado de misticismo y
espiritualidad. Me emocioné.
Tuve la suerte de disfrutar del lugar en
soledad, el cielo estaba limpio, de un azul intenso, solo se escuchaban los
pájaros. Dejé la piedra que llevaba desde Roncesvalles. Me quedé en paz al
cumplir el rito. Después, estuve un buen rato meditando.
Al de unos minutos apareció un inglés de
cierta edad con el que mantenía una cordial indiferencia, ya que había
coincidido con él en varios albergues y siempre se mostraba conmigo displicente
y distante.
Dio varias vueltas al montículo de piedras,
subió hasta la Cruz, la tocó, bajó, me pidió que le tomase una foto. Así lo
hice, dos, me lo agradeció. Me miró y me dijo “aquí siempre recuerdo a mi amigo
muerto”, le entró una congoja y rompió a
llorar. Nos abrazamos. Se separó y enfilo la dura cuesta abajo.
Al instante recordé a Fernando, mi amigo
de siempre, a Cristina, su viuda. Me colgué la mochila y seguí caminando. Las
lágrimas no me abandonaron hasta Manjarín.
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