sábado, 17 de marzo de 2012

Ejem...


He muerto muchas veces, por muchas mujeres. Creí que esta vez, ayer, - ¿o fue mañana?- también iba a morir. Pero no. Jamás he amado a nadie como a ella. Y no muero. Algo ocurre ¿Qué es esta desmemoria? Me he asomado al abismo y no estaba. Yo no estaba.

Eso que la disecea no me impide, aún, escuchar el latido puntual del deseo. A veces como un torrente, a veces como un zumbido en mis oídos torpes, cansados pero atentos.

Por eso desde ahora, desde hoy, las once de la mañana, quiero ser intrascendente, soportarme, absolverme, darme la paz, mirarme. Defenderme la miseria, comprar mentiras en el mercado negro, vestir de blanco. Cerrar los ojos, perderme en lo nimio, aliarme con el sol, borrar el aguacero. Soplar los fragmentos solitarios del recuerdo, representar la vida, su certeza. Escoger una ruta, equivocarme, salir de noche, como un prófugo, fugitivo de mi. Ahondar en el misterio del azar, masticar el error, mirarme de frente, sonreír Llegar al límite tardío, involuntario, inmóvil, como un pez no solidario. Someter el dolor de la añoranza, su consistente aroma oscuro, olerlo. Entrar al laberinto de ese lunes, seguir hasta el final del pasillo del martes, hasta  el cuerpo desnudo tendido en el lado luminoso del amor del jueves. Soltar al miserable maniatado que solloza en la isla. Acumular innominadas reivindicaciones,  gestos huecos y una mirada de perro tras los cristales.

Trato de sobornarme los sentidos con luz, con música, con palabras pero no basta.

Materia entre los dedos, quema al mediodía, mañana arrasada, noches tan largas, un funámbulo hace gritar a los mirones, un hombre escucha voces, esa mujer vive en la melancolía, ese otro dibuja con sus dedos el vacío del mundo, el hueco entre tanto y nada. Y el resto ahí, tan pacienzudo, esperando.

Me voy a pasear por el filo de olvidarla.

Caspar David Friedich. The Wanderer Above the Sea of Fog, 1817-18,

(Entre tú y yo, creía que todo había terminado. Fíjate que ya son años. Pero no. Sigue la rueda. Y rueda. Me arrastra, me arrolla, me lleva colgando del carro de la basura. Joder, como duele el corazón, como duele. Quién lo diría al verme así, sacando pecho, sonriendo, inventando frases, pavoneándome como si nada. Pero no. ¿Y si esta vez me he muerto de veras?)  


2 comments :

Helenacomite dijo...

Precioso!

Emilia Gutiérrez dijo...

Es como esta canción: "Y desaparecer, es lo que me aconsejan. huír de tí, salirme de tu senda... quien nos guía hacia el abismo? sabe que quiero, sabe que busco el abismo".

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