Carta a la amante impoluta.
pero no todavía.
(Juan Antonio González Iglesias)
Tan lento que parecía inmóvil, tan rápido que ayer ya era mañana, fue un milagro, esas cosas que no pasan pero, ay, cuando pasan ya no hay remedio, cuando se cruza el río uno se moja, se empapa, sale chorreando al otro lado, mira y no hay regreso, ha entrado a otra tierra, otro clima, otras voces, un acento que antes no se entendía.
O el silencio.
Por eso, para traducir el olor del viento, para que el recuerdo no se adelgace en los días sin sol de la primavera herida, vida gastada en trabajos de Sísifo, una larga playa, vacía, entiendo cada grano de arena, cada suspiro que sale de la pared de piedra que limita el mar, reino del sí pero no, del no pero sí, lanzo mi pena a la tercera ola, zamarreo el dolor y no es lo mismo, no cierro los ojos, no quiero dormir.
O dejar que muera la zarza florecida.
Aquí están, los infractores, nadie les mira al pasar pero mantienen la cabeza baja, caminan por el centro de la calle, esquivan los jardines y los jazmines, el sonido de los semáforos y el run run del tráfico, los ciegos recostados en las esquinas y los prejuicios como una roca negra y lisa imposible de escalar. Caminan y el mundo es un paisaje nuevo con personajes mezcla de pájaros y funcionarios con manguitos.
O ahogarse en un remolino del oasis descubierto apenas ayer.
Se besan sin saber dónde empieza el cielo, dónde acaba el infierno. Se besan de pie, con los ojos cerrados, con las manos cerradas. Se besan y a lo lejos se escuchan las murallas centenarias, derrumbándose, poblando el aire con un estruendo de argamasa y ciclones. Se tocan la piel y de los poros les brotan pequeñísimos animales dulces que miman cada rincón de brazos, caderas, muslos, un lento deambular de almíbar. Se tocan el alma y se mecen en pétalos de flores nuevas, gigantescas corolas, pistilos con embriagadores zumbidos de abejas. Se hacen uno y justamente entonces, a pesar de los coros de querubines que cantan con los ojos cerrados, del ritmo de cien palmeros presentidos al otro lado de la puerta, del calor de tres infiernos, del murmullo de un arroyo del Paraíso Terrenal, del Vesubio y del Etna, de Manhatan, ignoran que traquetean en el pescante de un tren sin regreso, viajeros a ninguna parte, refugiados en el trayecto de la soledad, habitantes de un mundo prohibido.
Hablan recostados a uno y a otro lado del muro de las lamentaciones.
9 comments :
Como me encanta esta amante.
¿Cómo pudiera la flor crecer sin tierra? Pues es fácil, pon un Pedro en tu vida. Germina con dotes de mago cada semilla como que una amante es impoluta y unas lectoras casi anónimas esbozan de vez en cuándo una vuelta a su corazón.
Hola Pedro,
estoy aquí. Que descanses. Buenas noches.
Un beso.
Eso somos , viajeros a ninguna parte, refugiados en el trayecto de la soledad, habitantes de un mundo prohibido...
Nunca mejor dicho.
Silencios y muros de lamentaciones donde aletargados sufrimos el silencio de un lado y del otro de este muro de lamentaciones.
Yo le lanzo mi pena a la quinta ola, y tampoco puedo dormir, pero me arrastra un viejo cansancio con acentos de creencias infieles y de fe adormecida.
Un abrazo.
Muy bueno el post.
"viajeros a ninguna parte, refugiados en el trayecto de la soledad, habitantes de un mundo prohibido"
Noche de insomnio, una más...
Espero en la estación, subo al tren y huyo...camino a ninguna parte.
Un beso
No, no pueden culpar a las serpientes. Lo deseaban y ellas, por ello, se suplantaron por los cordones de sus zapatillas, y se anudaron por sus partes más venenosas. Y ellos, que lo deseaban, se mecieron en un único paso. Cayeron después.
Beso de ofidia.
Hoy he aprendido una cosita:
Sentir y amar más, pensar menos.
Un día más leo tu maravillosa narración y pienso. Si no me conoce, cómo puede saber de mis sentimientos...(Creo que eso les sucede al 99% de tus seguidoras, por eso te somos fieles aunque no comentemos)
Para completarlo has colgado un cuadro de Tamara de Lempicka, que es una de mis pintoras favoritas.
Permíteme la osadía de enviarte un dulce beso.
Yo, que de afición soy matemático, siempre he dicho que cuando en el amor 1+1=1, se acercan los cuerpos pero se aleja el futuro.
mejor lo diría un poeta llamado Pedro Glup, se hacen uno refugiados en el trayecto de la soledad.
Saludos
Y así es todo cuanto hacemos, no se puede volver atrás. Por eso tantos dejan un pie en un sitio y otro en el otro, por si pudiesen volver, y otras, otras nunca ponen el pie en otro sitio.
Y no sé qué es peor porque nadie entiende a nadie.
Un beso.
Entre inmovilidad y rapidez, el juego de elegir entre lo ininteligible o el silencio.
Entre el vigilar o dejar que pase todo.
Entre el aire o el ahogo.
Entre el cielo sin serpientes o el infierno limitado por un muro de lamentaciones.
Y en tanta elección, la belleza de decirlo como tú.
Abrazos.
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