martes, 28 de mayo de 2024

Mis cartas y Dylan.


Cuando lo del laboratorio, en alguno de aquellos quince años,  como contraste con  los Beatles que tanto escuchábamos en el piso del Tívoli, compré un libro sobre Dylan. Componía canciones largas, extrañas, con imágenes como incendios, con una voz que raspaba. Ves un cuadro de Cy Twombly y piensas que puedes pintar así, leía a Bob Dylan y pensaba que  podía escribir así. No era cierto, la pura verdad es que quería acercarme a alguna de las tres secretarias del ingeniero jefe, en realidad a las tres. Por eso empecé a enseñarles mis textos. Ellas no entendían nada, no apreciaban que dejaba el azufre y los carbonos a un lado y escribía sin parar, imaginando y retorciendo las frases para que sonasen como campanillas, como mariposas alrededor de una lámpara. No sé si logré una prosa digna, lo cierto es que de ninguna de las tres obtuve ni siquiera un beso, una mano que acariciase mi inseguridad, mis miedos. Pero de  aquello torpes intentos literarios salió una afición, dos, escribir y utilizarlo para encontrar cierta clase de acercamiento. Ingenuidad o malicia, pero buscar palabras que reflejasen una búsqueda, el desconcierto, los anhelos, retrasaba la frustración del no y mi despiste de entonces. Es curioso, lo compruebo ahora, también dejaba recuerdos en amigos que estaban fuera, más que en amigas, aún hoy, cuando los gin tonic´ o las confidencias desatan la prevención, me comentan que conservan todas mis cartas, todo aquello que les escribí.


2 comments :

María dijo...

A mi, sintiéndolo mucho, nunca me ha gustad Dylan, reconozco su valía como poeta y como icoo de la música, su influencia es incuestionable, pero como cantante, no vale un pimiento, no es que voz rasque, es que tiene voz de gallina jajaja vamos que a mi me gusta muchísimo más como escribes tú, bueno, él, o sea, tu protagonista.. no me extrasña que guardaran tus cartas. Un beso!

Pedro M. Martínez dijo...

María, sobre gustos no hay nada escrito. Yo sí escribía a mis amigos en África y en otros lugares, lo acompañaba con dibujos. Con algunos de mis amigos solo hablo del Athletic, de lo buena que está esa rubia y de si vamos a tomar otro vino pero, a veces, cuando esos vinos son demasiados, se enternecen y cuentan…todavía conservo aquellas cartas que me mandabas con dibujitos, qué cabrón. Eso es todo, más intimidad está prohibida, no se puede demostrar debilidad, sensibilidad, emociones, eso es de dentro. Pero yo sé, son buena gente, no les han enseñado a desnudarse por dentro. En fin. Besos, guapa.

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