Muerto el burro la cebada por el rabo.
Catherine Le Hénan, Metro, Paris.
Desasosegado, Parker toma una decisión extrema, se busca un amigo, mudo, y se dedica a la noble actividad de contemplar, controlar obras públicas, carreteras y puentes, edificios, balnearios, su desarrollo y progresión. Al cabo de unos meses conoce perfectamente la composición del cemento armado, la longitud de las vigas de acero, el porcentaje de carbono en ese acero, lo que significan las rayas amarillas en el casco de los ingenieros, la traducción exacta de los sonidos guturales de los capataces, la vigilancia estricta del tiempo del bocadillo y ahí, masticando, comienza a entender a Unamuno, a Gil de Biedma, las letras crípticas de Paolo Conte, lo de la resurrección de la carne, la vida eterna, amén. Se enfada con su amigo, mudo, que no entiende nada y busca de nuevo a una nueva Marie.
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