Penn Station.
Louis Stettner. A traveler waits in the snack bar. Penn Station. 1957
La noche era un limón y un viento ciego, agorero, me dejaba en los zarzales del aire, como un palafrenero sin carruaje ni caballos, un perro acosado por remolinos de melancolía, descontento, con una sensación de enardecidos gamos saltándome, sin respeto, con zarpazos en el declive de ser la mitad, o menos, de lo que fui, de haber sido, hace tanto.
4 comments :
La noche nos acompaña en nuestros insomnios de soledad ácida y vientos desapacibles.
Saludos
Francesc Cornadó, la noche es un territorio peligroso (y apasionante). Hubo un tiempo (lejano), en el que viví de noche. En ese espacio se conocen personas y personajes que desaparecen como Cenicientas al dar las 2 o las 3 o las X (lo malo es tener que madrugar para ir a trabajar al día siguiente, lo bueno es tener ese trabajo). Después la noche es cuando lloran los niños (los propios y es cansado pero amoroso). La noche de ahora es un tránsito hacia el amanecer porque necesito tiempo para hacer todo lo que me gusta hacer. Resumiendo.
Saludos.
la noche es el interludio del día y sufre sus incidencias, aunque en algunos casos, como el tuyo, a la vista de la densidad e intensidad cobra entidad propia, a mi tb me gusta mucho, soy muy noctámbula, para mi más que limón es una jugosa naranja, de hecho creo que es cuando más despejada estoy o el único momento en el que lo estoy ; )
Un abrazo muy fuerte.. vamos a por el día…; )
María, no sé de dónde sacas tiempo para tanto trabajo bloguero, en cualquier caso, mi agradecimiento por la parte que me toca. Ojalá tu día (ayer) fuese magnífico. Un abrazo.
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