Centro.
No sé que hice con la vida
¿Qué podré hacer con la muerte?
(Morice)
¿Qué podré hacer con la muerte?
(Morice)
Me
centro, que me disperso. Dije un día qu`estaba sentado frente a una gruta, pero
no recuerdo si lo era o era pozo, agujero sin fin o ventilación antípoda,
oquedad magnífica o simplemente se trataba de una metáfora, la ausencia como
gruta, el no como oscuridad, el silencio como una interminable cueva de
Zugarramurdi (o así)
Es
igual, el caso es que he visto su luz, he escuchado su voz y era viernes.
Como si se tratara de un pase de magia han empezado a brotar flores entre las
baldosas, las calles están llenas de arcos iris, los señores con corbata, buzo
o arpillera al hombro sonríen, las damas agitan los bolsos de la compra –unas-
y los bolsos de cocodrilo –otras-, algunas agitan los dos a la vez. En una
esquina ríen dos niños y el coro infantil de Viena les acompaña. Un joven me cede el
paso y golpeo mis tacones en el aire Kelly, una dama acalorada tiende su
chaqueta sobre un charco y debajo está el olvido, chapoteo con claqué ¿qué? y
empujo a los pobress gansoss hasta el límite insoportable de ser feliz. Es
curioso, que fácil es todo, sumo dos y dos y me da dos. Increíble.
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