Se ha ido.
La primera vez en que nos acostamos
me sujetó las manos por encima de la cabeza. Me gustó. El me gustaba. Era
hosco, en una forma que se me antojaba romántica; era gracioso, brillante,
tenía una conversación interesante; y me daba placer.
La segunda vez, recogió mi foulard del suelo,
donde yo lo había tirado al desnudarme,
sonrió y dijo:
-¿Me dejas que te vende los ojos?
Nunca me habían vendado los ojos en la cama, y me gustó. El
me gustó mas aún que la primera noche y, después, mientras me lavaba los
dientes, no podía dejar de sonreír: Había encontrado a un amante
extraordinariamente habilidoso.
La tercera vez, me puso repetidamente a punto de correrme.
Cuando estaba por enésima vez dispuesta a estallar, volvió a detenerse; oí mi
voz incorporal suplicándole que siguiera. Me contentó. Estaba empezando a
enamorarme.
La cuarta vez, cuando estaba lo bastante excitada como para
perder el mundo de vista, empleó el mismo foulard para maniatarme. Aquella
mañana, me había mandado trece rosas a la oficina.
(Elizabeth McNeill. Nueve semanas y media.)
Bien, sí, es cierto, he llegado al final.
Se ha ido.
Bien, sí, es cierto, he llegado al final.
Se ha ido.
Es el momento de comenzar de nuevo.
1 comments :
Ha sido la última película que regalé y de esto hace más de tres años. Hasta ahora me he sentido mal por haberlo hecho y peor aún, por la cara que me ponían cuando contaba mi frustración y además me la multiplicaban. ¡Puta peli!
Me caía y cae mal la pareja de starrings y ni se me empinó viéndola, pero su música, sus sombras y sobre todo sus cuestiones éticas en aparentes banales diálogos, me enseñó que la próxima que regale será una porno y si la presto, de risa. ¡Sin interpretaciones!
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