A la que va conmigo
"Iremos por la vida confundidos en ella,
sin nada que conturbe la silenciosa calma,
y el alma de las cosas será nuestra propia alma,
y nuestro propio salmo el salmo de la estrella.
Y un día, cuando el ojo penetrante e inquieto
sepa mirar muy hondo, y el anhelante oído
sepa escuchar las voces de lo desconocido
se abrirá a nuestras almas el profundo secreto."
Enrique González Martínez
De "A la que va conmigo"
Un débil rayo de sol entra y rompe la habitación en dos. Llorar. Dar fuego al bosque y saltar dentro del círculo trece, el de las velas, consumirse en el dolor y luego salir a caminar por el lado amable de la calle. No tirar nada, ni libros, ni besos, ni periódicos viejos, ni los de mañana, escuchar música, ya te lo dije, soportar cada recuerdo estrangulándonos mientras Yo-Yo-Ma, Coltrane o boleros. Cortar el cable del teléfono. No cortarnos las venas. Guardar los cuchillos. Ilusiones volando como mariposas ciegas. “A la que va conmigo”. Salir con los gatos al tejado a mirar la luna, estos días está especialmente bella, escupir a su centro como un golfo de barrio. Y ahora, desnudos, saltar al mar blanco de las palabras, entrar en ellas y nadar mil brazadas más allá. Aquí la noche se ha vuelto fría.
MJRomero ha tenido la amabilidad de incluirme aquí.
Bajo la luz la palabra ordena
en sus exactos límites, reflexión y memoria.
Cuando la sombra viene, la palabra es música
y dice sólo lo que dicen las formas.
María Maizkurrena
3 comments :
Aquí también se ha vuelto fría la noche, pero tu palabra es música. Eso sí, los gatos siguen siendo pardos.
Besos, Pedro.
Y llueve.
Tu refugio abriga, querido Pedro, y nos da alas para volar sobre los incendios.
Besitos
En esta tragicomedia sonriendo entre lágrimas y llorando de la risa hasta la mirada usa las palabras.
He tocado Bilbao, vosotros sois Bilbao.
Un abrazo
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