Desilusión.
Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una princesa.
(Leopoldo María Panero)
Otra vez. Como un mordisco fiero. Un desgarro. El lunes llegaba con clarines de alegría. El silencio los ha convertido en barritar de elefantes desbocados por las estancias indias de Liz Taylor *, griterío de esclavos corriendo detrás de Espartaco **, películas de catequesis, imágenes que se confunden con otras realidades, por ejemplo la ausencia.
Asoma la patita por debajo de la puerta -“hola, no soy el lobo”- y confiado, como un imbécil, abro la puerta y no entra nadie, viento lobo, ausencia del lobo, frustración de los tres cerditos y la mía propia, esta vez tampoco me come, tampoco muerde con sus dientes esta carne tersa que palpita y espera, estos músculos del alma que se debilitan ante cada intento.
Incertidumbre o duda, decía Larralde, debe ser eso, o no, debe ser que la Estela de la flota deja surcos de los que no se puede salir, caminos de la mar de la mente, vallados senderos que no dejan ver a los lados. Agito banderas, tremolan, esparzo flores por el agua limpia, inútil tarea, -cállate, so bobo- me estoy gastando una fortuna en orquídeas, me estoy arruinando, me estoy convirtiendo en una sombra de mi propia sombra, es decir, nada, es decir un fugaz intento que se escapa por el albañal del tiempo. Reata de ciegos ciegas caminando hacia la ancianidad, voy el primero y mi pie derecho tantea un (el) abismo.
Vale, he dejado de pegarme, -algo es algo, chaval- . Añoro el color de la sangre por mi frente cuando me lanzaba de cabeza contra su pared, una y otra vez, hasta que las piernas no me respondían, hasta que con los gritos se despertaban las comadres del barrio y me curaban –pobrecito-, me vendaban el corazón y como nuevo, nunca he sido nuevo, siempre he sido de segunda mano, desvencijado amor de principio de siglo, castillo en ruinas, pajar en llamas y ya huele a chamusquina. ***
Ahora nos sentamos, nos damos las manos, formamos ese círculo mágico tan caro y susurramos “ohmmmmmmmmm” ****. Hala, vamos a la cama que para un lunes son demasiadas emociones. Sólo a dormir, que tengo las carnes esparcidas por demasiados espacios siderales. Hasta mañana. Beso.
* (También me gustaba “Gavilanes del estrecho”. Era de piratas, tenía una escena que me parecía muy erótica. La verdad que entonces todas las escenas en las que aparecían señoras me parecían eróticas. Era un sin vivir, no como ahora).
** (En cambio nunca me han gustado las películas de romanos. Aunque todo debe ser empezar).
*** (Ahora que los internautas buscan palabras bellas, no sabía cómo encajarla: chamusquina. Qué bonito).
**** (Oye, oye, ¡pon las labios bien!) (Tú, ¡no te rías!) (Tú, ¡habla! leches)
5 comments :
Me encanta leerte, ya dije algo. Y no me callo ya ves.
Eso sí, que gran razón el lunes ya está aquí. Que jodido! ;O)
Hola, no soy caperucita, pero....soy yo, me ves?
Buenas noches Capitán!
Muack!
SAUDADE
La silenciosa sombra sin consuelo
de aquel que fui, va conmigo siempre.
Lejano amor, hiedra que crece y crece dentro de mi, subiéndome despaciosa.
Aquel que fui no soy, por eso estamos jumtos los dos. Aquel que entonces era huyó como un río, pero se quedó
como uh río que pasa y siempre queda.
Fecunda sementera del pasado,
espejo mío, úníca vida viva,
todas las cosas mueren y se desvanecen,
solamente tu, recuerdo, te eternizas.
Espejo mío, en el que me estoy mirando,
éste que ahora soy ya no existe.
El tiempo se hace estatua en la saudade
y yo muero de saudade a cada instante.
Celso Emilio Ferreiro ( O Soño Sulagado)
Acompañaba a Los tres Mosqueteros, me enamoraba Scaramouche y me perdía en los bosques de Robin Hood. De las siete cabritillas, la más pequeñita se escondió en la caja del reloj. Y aquí sigo, con la duda de si el lobo se habrá muerto de frío, de hambre o de soledad. Siento la ausencia de ÉL y me envuelve la Saudade, la de hoy y la de ayer. Pero no me importa que sea lunes, porque es verano y tengo tiempo para leer y brincar y hasta para sentir la ausencia y la Saudade.
Besos de cabritilla ( el lobo no se donde está y yo he salido de la caja del reloj)
Siempre cerraba la puerta con diez candados para que no entrara nadie, se asomaba a la mirilla y se detenía en la apariencia de quien llamaba para nunca dejarle entrar, era totalmente desconfiado. Hoy, por mucho que ha dejado las puertas abiertas de par en par y se asoma al rellando cada dos por tres, nadie llama a su puerta.
Un abrazo, hoy me ha gustado especialmente tu texto, no me preguntes porque o si me lo preguntas, te diré porque destila melancolia (me encanta esa palabra por su sonoridad) y al mismo tiempo, destila voluntad.
Humm... ahora que veo a Kirk Douglas...
Algunos exteriores de Espartaco se rodaron aquí, en Alcalá de Henares.
Una escena se desarrolla ante el arco que llamamos Puerta de Madrid. Se ven los balconcitos sobre la imperecedera "Motos Cano".
:)
Es extraño esto Pedro. No es lo normal. Un suave beso recibas
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