domingo, 24 de mayo de 2009

Una historia entre todos.



(Escribí mi capítulo hace tiempo. Hoy lo encontré y lo dejo aquí.)



CAPÍTULO 14

Pedro (Glup 2.0)


En el que ocurre lo que ocurre y los actores se refugian detrás de un biombo.


Prólogo.


Veamos ¿qué tenemos?

Hay una maleta negra pegada a la pierna de un hombre con un abrigo negro sentado en una terraza gris donde llueven palomas, rutinas y esperanzas a punto de extinguirse. Cómo ha llegado a este lugar lo han contado ya.

Hay una mujer con una gabardina roja que viene recién peinada de amor y que se busca en ese al que busca. Su insistencia en esta actividad tan pesada también la han contado.

Luego están los lectores que conocen la historia, los que no y los que esperan su continuidad. Prescindiré de los de en medio y me centraré en los otros dos grupos.

Bien, estáis de suerte ya que estuve allí, lo vi todo, puedo contar cada detalle. Atentos, empiezo.



Parte 1.


Plano desde arriba. La plaza Mayor casi vacía. Gritos de niños invisibles. Zureo de palomas. Las mesas perfectamente alineadas sobre las baldosas ajedrecísticas. Dos camareras aburridas, sin clientes. Un limpiabotas canturrea, ebrio de cazalla y soledad. El hombre del abrigo negro acerca más la maleta a su pierna, con la otra mano revuelve un café con leche que se enfría sobre la mesa gris. Cruza un ciclista montado sobre dos ruedas en su afán de perseguir su propia juventud. Una florista deja una estela de azucenas y desaparece por una esquina. Los gorriones alborotan las cornisas. Una anciana sacude una alfombra por la ventana, llora, a chorros. Un gato se aburre como un gato. Una mujer, sonámbula, con una gabardina roja, camina con lentitud y se dirige en línea recta hacia el hombre sentado. De los soportales ha salido un joven de pelo engominado y andares chulescos. Desde el ático miro todo esto, abrigado en mi sillón de jubilado, sin dinero ni ganas de pisar la calle, curioso por rutina, por falta de otra actividad mejor.



Parte 2.


La cámara baja despacio y atrapa la actividad creciente en la plaza Mayor. Un hombre de facciones orientales toca el violín frente a un pañuelo blanco huérfano de euros. La mujer de la gabardina roja aprieta el paso y los labios, mira al hombre del abrigo negro, algo dice entre dientes. El gato arquea el lomo, se despereza y maúlla. Las dos camareras parlotean mientras pasan un trapo por las sillas. El limpiabotas se limpia la nariz. Una anciana riega sus tiestos de geranios y camelias. El hombre del abrigo negro ha visto a la mujer, se levanta, sonríe. Un perro viejo ladra y provoca una desbandada de palomas. La mujer de rojo tiende los brazos hacia el hombre de negro. El joven del pelo engominado lleva una navaja en la mano derecha. Lo veo, me incorporo y grito. Por un instante, el hombre, la mujer y el joven forman un triángulo detenido en el tiempo. La navaja describe un semicírculo de plata en el aire y se clava en el pecho del hombre del abrigo negro; los gorriones vuelan; el del pelo con gomina se lleva la maleta; las camareras chillan; la mujer de la gabardina roja se arrodilla y mira al cielo; llamo a la policía; justo en ese momento entra en la plaza una excursión de jubilados que sigue a un guía enarbolando un paraguas de colores; varias decenas de niños irrumpen con sus juegos, carreras, chillidos y ansiedades en el periodo de descanso del colegio en los bajos de la casa; un cartero colgado de su gran cartera sigue su camino sin mirar la escena; se acercan las sirenas de los coches de policía; cierro la puerta del balcón y enciendo la televisión; esta ciudad cada día es más peligrosa.






12 comments :

ybris dijo...

Formidable y minuciosa descripción.
Lo sorprendente es que el lo lee también lo ve.
Y sabe que la ciudad es cada vez más peligrosa.
Y al final siempre acaba uno cerrando la puerta del balcón.

Abrazos.

mirada dijo...

La ciudad de nadie, ni para unos pocos.
Y estas descripciones que nos llevan a una imagen llena de nitidez.
Esta mañana mientras me duchaba pensaba en ti, (oiga, si, usted, piense bien...)
Pensaba en tu proceso creativo.
Siga escribiendo, por favor.
Un beso.

Arantza G. dijo...

Espectadores de la vida, al final solo somos eso, porque nos retiramos y cerramos el balcón.
Un beso

gaia07 dijo...

Otra historia desgarradora, de las que suceden a diario, tantas, que dar la espalda a la tragedia ya no cuesta nada.
Hay que aprender a sobrevivir con el manojillo de escarcha de la soledad.

Un abrazo.

gloria dijo...

Pedro, tus escenarios son impresionantes, y cómo no te voy a llamar maestro si lo demuestras en cada entrada.
Qué suerte tuvimos todos de que tú presenciases esa escena... "la vida y la muerte bordada en la boca"
Magnífico, de verdad.
Un beso enorme.
(gracias)

Pedro M. Martínez dijo...

Sin darnos cuenta se fue el domingo.
Qué corto.
Sin darnos cuenta nos hablamos como sí… como sí...
Quizás es que sí.
Os lo agradezco.


ybris, no cerremos la puerta del balcón que da a la vida.
Aunque todo sea más peligroso (¿más peligroso que cuando, más peligroso que qué?) no podemos vivir con miedo.
Me niego.

A abrazarte, nunca, te abrazo


Mirada, préndeme fuego si quieres que te olvide/ méteme tres balazos en la frente/ haz con mi corazón lo que tú quieras/ y después por amor proclámate inocente/ que cantaba ese José Alfredo Jiménez que te gusta.
El proceso creativo sale de la vida, primero vives y después (si hay tiempo) creas.
Haz a un lado tu orgullo y tus encantos/ yo te voy a querer de todos modos/ porque soy superior con mi cariño/ al amor que te traigan entre todos/La próxima vez que me emborrache te la canto.
Antes te beso.



Déjalo abierto Arantza G., quizás te ronde esta madrugada
(Si es que no está muy alto, claro).
Un beso



¿Te ha gustado? gaia07, no sabes lo que he utilizado ese •”manojillo de escarcha”. Mano de santo, oiga, mano de santo. Ya ves tú, con qué poco (o con tanto).
La soledad …(palabras mayores)
Te abrazo y me voy a dormir.



Me quedo con el beso gloria, gracias.
Deseo que hoy estés bien, con ganas de reír.
Así.
Pues va mi beso, toma, muá

Pedro M. Martínez dijo...

Lo de mañana lo escribí el viernes, no sé si con el corazón o con los hígados.
Una carta que escribí escribiéndome.
La leo y me duele.
Ahora.
Es malo escribir con rabia.
se nota.

Ventana indiscreta dijo...

Hoy a dúo:

Somos de los que esperamos la continuidad, que nos importa más la maleta que ella, que la maleta puede cambiar de color y que de su interior pueden salir conejos amaestrados o dólares acondicionados, que lo entierren o que lo incineren, que lo cuelguen o lo disparen, pero que dure.

Besos y abrazos.

Y te complementamos con:

http://www.goear.com/listen/fe5506b/Pedro-Navaja-Ruben-Blades

Pedro M. Martínez dijo...

Ventana indiscreta, conozco el dúo de la Africana (zarzuela) y el Dúo Dinámico (prehistoria), conozco historias de maletas (viví dentro de una) y de señoras rubias (también viví dentro de una), de Rubencito conozco casi todo y me gusta la colaboración que hace con Calle 13 en “La Perla”, sobre todo esa “Me recordarás” que dejé para el lunes, un bolerazo de aquellos que te pegas a tu pareja y bailas, bailas escuchando su respiración y tu deseo (quizás también el suyo).
Escucharla, bailarla.

Agradecido.

 Mayte dijo...

Hay que ver hasta enrabiado suena tierno el fondo...hay cosas que siempre perduran.

Bikiños y salgo de puntillas!

Pedro M. Martínez dijo...

La muerte perdura Mayte, y casi nunca es tierna.
Besos y besos.

 Mayte dijo...

Hay muertes que pueden llevar no en el acto en si, sino en la forma en que se ha despedido ternura. Eso no implica que ocasione dolor...es eso lo que no es tierno. Creo yo :P

Bikiño y de puntas voy.

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