martes, 11 de septiembre de 2007

Bilbao y Tánger


Años después, Dante se moría en Ravena, tan injustificado y tan solo como cualquier otro hombre. En un sueño, Dios le declaró el secreto propósito de su vida y de su labor; Dante, maravillado, supo al fin quién era y qué era y bendijo sus amarguras. La tradición refiere que, al despertar, sintió que había recibido y perdido una cosa infinita, algo que no podría recuperar, ni vislumbrar siquiera, porque la máquina del mundo es harto compleja para la simplicidad de los hombres.

Jorge Luis Borges (Infierno, I, 32)


Y ahora al oficio transversal, a esta geometría desviada, es decir a plantar claveles hoy para comerlos pasado mañana, es decir añorar la fábrica suplantada por el Guggenheim, el progreso avanzando, la night que se juntaba con el día, entre el alcohol y el desgarro, resbalando por ginebra en las rocas y humo (jamás he fumado, tabaco), yea, y aquellas dos hermanas azafatas que buscábamos por todos los tugurios, Javier conduciendo - vamos a Deusto, estarán en Getxo- queríamos encontrar a las amantes y al llegar el día eran nuestras madres porque habíamos bebido tanto y nos cuidaban en la resaca antes de entrar a trabajar, porque nos llevaban varios años y Bilbao era tan pequeño que no había lugar para el laberinto, que dabas una patada a una farola y se nos llenaba la cabeza de mariposas amarillas, que aquel verano hacía el amor con C en el rellano del último piso de mi casa hasta que nos enteramos que el vecino del quinto D había vuelto de vacaciones y nos espiaba por el ojo de la cerradura, a pesar de eso volvimos una y otra vez y Bilbao era una calle en la que paseábamos todos y ahora no conozco a nadie, incluso cuando me miro al espejo del ascensor y un señor serio me guiña el ojo, no reconozco esa corbata, la mirada cansada, las carreras cada vez son mas largas, con mas obstáculos, los pulmones me silban, las piernas me duelen en las cuestas y olvido si he cerrado el coche, si he felicitado a M por su cumpleaños, si he dado de comer al hipopótamo, por eso tomo vitaminas, por eso y por lo del dolor de cabeza y ahí empieza el problema, uno, me encuentro tan potente que me falta circuito, me siento tan fuerte que tengo todas las ganas, todos los deseos, todos los dedos suspendidos sobre el piano, la voz apta para cantar como Paolo Conte, aunque la temperatura, coño, qué frío en el alto del Poio, nieva en el Pirineo, caían chuzos de punta al llegar a Finisterre, como para cantar, ya lo decía Lacan en otros términos, si ella misma no ha renunciado a algo, es decir, precisamente al falo paterno concebido como objeto de don, no puede concebir nada, subjetivamente hablando, que haya de recibir de otros, es decir de otro hombre y puestos así ¿qué dice uno? pues nada, uno come y calla, desayuna en el parador de Santiago viendo el amanecer y se va hasta Muxía, silbando por la autovía el volandovoyvolandovengo, o llevando el ritmo de Guillermo McGill, o pensando qué comeremos donde Marujita, actividades complementarias a llevar el coche derecho con este nordeste, con lo bien que se estaba otros veranos, jodido agosto, que nos habíamos acostumbrado a la sequía y ahora nos molestan las nieves, las lluvias, los terremotos, que parece que nunca ha hecho frío, que nos molesta todo, la culpa de todo la tiene el gobierno, o el BNG que quiere enseñar el himno gallego en las guarderías, o la madre que los parió, punto, que deben ser el clima pero me siento como en la mitad de una emboscada, rodeado de bandoleros de Sierra Morena, olé, que no me creo nada y no me mires así que te veo, que quisiera poder contar estos (y otros) secretos a una monja psicóloga, una de esas con tocas como cisnes, hablarle de mi personaje, que se está convirtiendo en yo mismo, que ya no sé donde empieza él, lo que me invento o si esto es una antología de mi estupidez. Y al final todo está en los libros.


Descubro, demasiado tarde, que vivir en falso es no vivir, porque la memoria se niega a coleccionar los datos que contradicen el yo juvenil. Y, en horas de crisis, cada vez que queremos ser algo tenemos que volver al principio, lo único que recordamos.Ramón Buenaventura (El año que viene en Tánger)



16 comments :

Anónimo dijo...

Todo cambia y cuesta reconocernos. Sobre todo cuando uno empieza a decirse tantas cosas que no sabe qué hacer con ellas.
Lo cierto es que al final de tanto lío somos siempre lo que somos, lo que estaba previsto.
Lo que dicen los libros.

Un abrazo

Pedro M. Martínez dijo...

Ya, Ybris, polvo.
El tema es qué hacer mientras tanto. O cómo hacerlo. O sea, ese rato de la vida.
Pero hoy no me hagas demasiado caso, estoy demasiado preocupado y triste.
Abrazos.

gaia07 dijo...

Todas estas cosas me hacen pensar en como vivir. Si voy caminando hacia mi muerte, y no dejo de pensar en ella y en los que van desapareciendo a mí alrededor ¿qué estoy viviendo?
Combato minuto a minuto la tristeza, puesto que la vida solo existe un tiempo, quiero dejar de pensar en el final y vivir el camino, de manera que cuando llegue piense en lo vivido con una sonrisa… y no resistirme a desaparecer… que no me importe. Quiero vivir bien y morir mejor, lo que me han enseñado para después de la muerte no me sirve, lo quiero ahora.
Un abrazo para ti Pedro y otro para Ybris.

Margot dijo...

Y a veces vamos al principio, a la esencia que nos gustaría volver a rastrear como animalillos heridos: al tiempo sin fisuras.

Al de la inocencia en los bolsillos. No pesaba, no hacía frío.

Besote, de oso polar abrazándote (apretadito, apretadito)

Anónimo dijo...

Los tiempos pretéritos cuando todo parecía pequeño nos suelen parecer mejores. Pero tu sabes que tienes todo en la punta de los dedos para superarlos...


Un beso pero muy sincero

tomatita dijo...

Es cierto, todo cambia como dice Ybris.
Pero también dicen por ahí (alguno de esos catedráticos de tanto renombre) que existe una musicalidad en los electrones, algo así como una armonía química, que existe, que permanece siempre, y a lo mejor suena a Mcgill y Chano Domínguez...y la tarde deja de ser gris y la brisa te da en la cara.

Un enorme y amoroso abrazo.

Tempus fugit dijo...

No sé si tendrías que hacerte cargo de parte de la minuta de mi psicoterapeuta... o compartir algunas sesiones.
Lo que más me preocupa es que te entiendo perfectamente, pero no lo sabría explicar.
Me voy a tomar la pastilla...

un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07.Es curioso, como cuando íbamos a la playa, nos quemábamos la espalda por exceso de sol y la tarde todos nos palmeaban justamente ahí, donde nos habíamos quemado, donde nos dolía.
También es curioso comprobar cuantos tenemos la espalda quemada.
La muerte como consecuencia (de estar vivos, claro), como realidad imperiosa, avasalladora,
El pensamiento de contrapartida: cómo vivir la vida .
Lo hablaremos. Hoy no puedo.
Un abrazo muy agradecido
Y un beso, además.

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, circular, un movimiento circular. Apenas recuerdo lo del año pasado. Recuerdo perfectamente los años pasados. No me pesan para subir corriendo las escaleras al final del puente de Porto Marín, pero sí para bajar despacio por según que nombres que no se borran
En cualquier caso, tu comentario es tan poético.
Gracias.
(¿El oso eres tú? Pues vaya)

Pedro M. Martínez dijo...

Sí, Scheherazade, claro que lo sé.
Sé, por otra parte, la cienmilésima parte de lo que ignoro (y eso exagerando).
Otras cosas ando aprendiendo.
Una –por ejemplo- la forma de compensar tanta amabilidad y cariño.
Debe ser que estoy blando, pero estoy un poco abrumado.
Un beso con la misma sinceridad. Y agradecido.

Pedro M. Martínez dijo...

tomatita, ni siquiera hace falta ser catedrático de renombre, con tener un mínimo de sensibilidad, de mirar alrededor (y dentro), es suficiente. En los electrones, en las miradas, en estos intercambios de opiniones, emociones, lecturas, comentarios, hay una carga positiva tan grande que rebasa nuestros intentos, que desborda nuestras contenciones, que nos delata y humaniza (por suerte para nosotros).

He entendido perfectamente tu musicalidad, suena en mis oídos. Te digo también que ocurra lo que ocurra no se me olvida que la brisa nos da en la cara. Y es que no quiero que se me olvide. Tampoco que me gusta Chano y tantos otros, que me gustan tantas cosas. Mucho menos que si no las comparto, si las guardo solo para mi, me valen de poco (eso, según quien lo lea, le parecerá puff, pero es lo que siento ahora mismo) (debe ser influencia del camino).

Me siento acogido en tu abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

De cenizas, pregúntaselo a tu psicoterapeuta, ellos siempre saben (que tú sabes, o que no sabes).
Y no te preocupes, se me entiende perfectamente, como en tantas cosas solo hay que ponerse en el lugar del otro. Y ya.
O limpiarse las gafas. Va a ser eso. Con tantos blogs.
un abrazo.

cabellosdefuego dijo...

El infierno es circular, y yo tengo que leer a Lacan para la universidad.

Isabel Barceló Chico dijo...

Y el caso es que, si te fijas en el fondo del ojo cuando te miras en el espejo del ascensor, (y no en la corbata, o en el gesto de cansancio) puede que alguna vez te reconozcas. Besos y ánimo, querido amigo.

Pedro M. Martínez dijo...

cabellosdefuego, ¿cómo lo sabes? ¿has estado? ¿te mareaste? ¿es por eso? ¿no será por el azufre? ¿quién es Lacan? ¿quién sos vos? ¿el cielo existe? –el infierno sé que sí, aunque nunca te vi allá- etc.

Pedro M. Martínez dijo...

Isabel Romana, ya, no me da tiempo, quizás si subiera al Empire State me daría la oportunidad de mirarme el fondo del ojo o el del alma, pero.
Besos recibidos. Y el ánimo. Incluso el cariño que subyace y que agradezco.
Admiro tu prosa.
Y tu constancia.

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