jueves, 6 de septiembre de 2007

Aquel camino de agosto.


Un día cualquiera sentí la necesidad de seguir los pasos antiguos. Salir a caminar, sólo, andar por la ruta milenaria, la que sigue la Vía Láctea, la de las señales amarillas. Buscar ahí la paz de los bosques, el frío silencio de las estrellas, la compañía de las pisadas, los albergues que acogen, las posadas inhóspitas, lo bucólico, aquello que está escondido en pistas de tierra, en prados, en secarrales, puentes, el páramo sin sombra, el aire limpio de la montaña, campos de vides, hórreos, pallozas, neblinas en el filo del cielo.

Así, paso a paso, me adentré en los sucesivos paisajes, en el cansancio, en el sudor, en la soledad, en las preguntas sobre lo estéril de esa opción aventurada. En el eco del viaje aún no escuchaba los motivos, las razones, la causa real de la partida. Seguramente todos los que habíamos salido la teníamos, no sabía cual era la mía. Me dolían las piernas y la espalda pero seguía la marcha, me escocían las preguntas no formuladas, enhebradas entre los músculos alterados. En el fondo, con ingenua ilusión esperaba que alguien, algo, una respuesta, apareciese encima de una zarza, sobre una piedra, suspendida en una nube; la respuesta a esta búsqueda interior, a la obstinación por continuar por sendas trashumantes, vadear ríos, salvar cordilleras, valles encarcelados, llanuras monótonas, atravesar ciudades bulliciosas, aldeas perdidas, bordear pueblos abandonados, cementerios, lavaderos sin lavanderas, vacas, perros, pájaros surcando de norte a sur, cencerros, espadañas rompiendo la madrugada, gritos de pastores, cencerros, el mensaje del viento, el indescifrable misterio de este viaje de tantos. Pero en vano, nada aparecía escrito en los techos de pizarra, en el polvo de los andaderos, en la quietud de las carballeiras, en las hojas de los castaños, pinos, robles, hayas, árboles centenarios, arbustos, sombras entre las hierbas, ermitas, iglesias dedicadas a vírgenes de muchos nombres, cruces de piedra, laberinto de caminos, al final de todo la Catedral.

Salí sólo –dije- pero éramos muchos los caminantes. Estaban a mi lado, compartiendo sendero y cansancio, jadeos en las subidas empinadas, traspiés en los descensos, confidencias en las ásperas distancias, risas, abrazos, sed, lágrimas emoción, jergón y frutas, agua, una palabra a tiempo, una mirada, una mano en el hombro, respiro en las arboledas, silencio en las madrugadas aún llenas de estrellas. -Hay derecho a dos preguntas, tres a los sumo, ¿de dónde has salido?, ¿de dónde eres?, y si hay tiempo, ¿cómo te llamas?- Eran los Otros y los Otros también era yo. Posiblemente esa era la respuesta al viaje.

En los últimos kilómetros me mordió la serpiente de la duda, estaba casi en el final y temía el después. Seguí adelante con la urgencia de llegar. En la anteúltima etapa, en Ribadiso da Baixo se produjo el milagro. Un ángel vestido de blanco se me apareció entre los árboles. Cegado por su brillo, entusiasmado, perdí la cabeza y me abracé a ella. Etc.

El resto no tenía ya importancia. Al día siguiente seguí caminando, 42 kilómetros. Llegué, la Catedral, Santiago y el Ángel me estaban esperando. Etc.

Lo lamento, no puedo terminar, no puedo escribir, está la habitación invadida por las alas del Ángel, se me meten por los oídos, por los ojos, se me mezcla la imaginación con el deseo, con la realidad. Etc.

Ay , ¿dónde está el camino?.



17 comments :

Margot dijo...

Vale, hoy no me hagas mucho caso, vale, hoy fue un día raro entre los raros, vale, hoy soy la primera y los nervios del estreno, ays... vale.

Pero hoy me pregunto cuántas caminatas más, cuántas preguntas, cuántos eriales, cuántas razones, cuántas respuestas, cuánto hay que saber de lo mío, de lo tuyo (una forma de hablar) de lo suyo, de lo de aquél... cuántas serpientes mudando la piel.

Y eso aunque vea ángeles, no siempre, pero los veo. Sin alas pero los veo, sin brillo pero estan ahí.

Ya, la realidad o el deseo, ya lo dijo alguien.

Y encima la Janis... tú sí que sabes, baby!!

Y besos.

Anónimo dijo...

Mi muy estimado Pedro, debes saber que este post me hizo llorar. Especificamente al leer esto: "Eran los Otros y los Otros también era yo. Posiblemente esa era la respuesta al viaje". Palabras con luz. Pero no te me aflijas que terminé riéndome al llegar a la habitación invadida por las alas del ángel. Lo curioso del asunto es que yo tengo el mismo problema. Qué vamos a hacer con estos ángeles que al estirarse se quedan con la casa. Por otro lado, qué hacer sin ellos. Besos y gracias.

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, la Janis (un suponer) también veía ángeles, demonios a veces, y cantaba como los. Aún en días como este, raros, te juro que lo vi (al ángel, claro), que no me lo he imaginado, puedo darte nombres, tamaño de las alas y su ubicación en cielos más o menos lejanos.
De tus preguntas –también se las hacía Dylan (Bob). Y Dylan (Thomas)- yo qué sé, guapa, esto es un blog no el oráculo de Delfos, aquí solo se admiten preguntas facilitas –quienes somos, donde vamos, de donde venimos, o así-.
Y el deseo está, por supuesto, pero dentro de la realidad, de lo posible, si no es un rollo, un fastidio, una entelequia, un puff, un bluff, una caca de luxe.
Y tengo otro youtube de la Manis con Tom Jones que vas a alucinar. ¡ que marcha!
Te beso, anda, ven, que hay días…

Pedro M. Martínez dijo...

Ceshire, gata entre las gatas, llore usted que eso es muy bueno, relaja (no tanto como, pero sí) y deja el cutis terso y sonrosado.
Realmente salir de viaje, así, andando, y no sacar conclusiones es como no haber salido. Cada uno imagino que sacará la suya. Contarlo es más difícil. Está esa prevención al qué dirán, a compartir, a ser demasiado expansivo, eso.
Y con los ángeles no queda sino disfrutarlos, con alas y todo.
Besos y besos.

Margot dijo...

Cachis... pero tú no eras Apolo?

Ya la he vuelto a liar...

Y ahora me dirás que bola de cristal tampoco.

Pues vaya.

Besosssssss, chamán mío (eso sí, no? al menos, por fa, please, druida, hojas de té y posos de café. Ohmmmmm)

Pedro M. Martínez dijo...

Apolíneo, Margot, apolíneo (pero no lo comentes)
Tengo (bola de cristal)
Y entrañas de gallo (para mirar –digo-, yo no)
Un placer (Tu voz. Tú. Eso)
Y esto.
Beso (hasta que vuelva. Ese)

Pedro M. Martínez dijo...

Ah, Margot, y eran Janis (Joplin) y Tom (Jones)
El tontolculo de Gates corrige así, automáticamente (quién coño será Manis, seguro que ni canta ni nada)

ybris dijo...

Los caminos que uno se siente impulsado a hacer tienen todo eso que cuentas, sobre todo encuentros con uno, con los otros, con los paisajes...
Y si hay un ángel ya no hay más que decir.
Porque a veces hasta el camino desaparece.
Lo cual no está mal.

Abrazos.

mirada dijo...

Eso del tamaño de las alas me gustaría saberlo a mi también jajjaja
Eres genial, siempre.
¿El camino? ¿y tú nos lo preguntas?
Una metáfora tan cercana a la vida misma como es El Camino. Sentir que sólo necesitas 4 cuestiones básicas y una vez que compruebas que las tienes resueltas, dejarte llevar y sentir una plenitud partiendo desde la confianza de tu propio ser...
Sentir la simplicidad de la maravilla, una vez que la haces tuya, te das cuenta entonces de lo todo lo que te ha llenado. (disculparme, y tu también Pedro, me he puesto toda emocionada con la idea de hacerme entender tantas sensaciones y percepciones intuitivas que constantemente bullen en mi interior cada vez que recuerdo, cada vez que soy consciente de el don de la vida).
Lo que si tengo muy firme dentro de mi, es el encuentro.
Y todo el cúmulo de sensaciones, que es muy complicado para mi transmitir con palabras y que también es necesario guardar para uno o una.
Pedro, me encanta como trasladas al papel la correspondencia de emociones. Es muy grato leerte, atrapas.
Muchos besos.

tomatita dijo...

Hoy mi camino fueros unas preguntas escritas en un papel, y a pesar de que lo interesante de los viajes no es la meta sino el camino mismo, tengo muchas ganas de vivir el desenlace...y en todo caso ver un hermoso angelote.

Me gustan tus historias sazonadas con Janis(Joplin)...creo que antes de comer me tomaré un gin(tonic)a vuestra salud: el ángel, el camino y tú.

Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Ybris cuando un ángel aparece no hay camino que valga. Uno ya camina entre nubes y no hay señales amarillas –ni falta que hace-, todo conduce al cielo.
Está lo de las alas, sí, pero eso no es problema, al contrario, es un lujo tener la casa llena de alas.
Lo malo es cuando al otro lado, en otra cuneta, aparece un demonio, ay, entonces.
No hace falta que lo cuente.
O sí.
Ya veré.
Mañana.
Si lo hay.

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada tú si que me tienes atrapado, encarcelado, Valcarcel (Vega de), Cebreiro, Triacastela, Sarria, Melide, ArzúA, me encadenaste a ese río.
Me ha emocionado tu comentario.
Te siento muy cerca.
Y te beso.

Pedro M. Martínez dijo...

tomatita, mis historias son (casi) reales. De hecho apenas tengo imaginación. Cuento lo que me ocurre (dentro o fuera). Ocurre que cuento lo que puedo. Lo dice Coetzee "Ccuantas menos restricciones legales - o judiciales o empresariales- se apliquen a la capacidad de expresarse, mejor"". y, si se producen expresiones desafortunadas, "eso es parte del precio de la libertad". "El remedio es peor que la enfermedad. La institución de la censura otorga poder a personas con una mentalidad fiscalizadora y burocrática que es perjudicial para la vida cultural, e incluso la espiritual, de la comunidad"..
Aún así, me corto y censuro aquello que mi (A) sentido del ridículo, (B) pudor, (C) Instinto de conservación, (D) etc, me aconseja silenciar.
Y mañana más Joplin, más ángeles y más besos. Uno para vos.

mirada dijo...

Me gustó mucho la foto que has puesto ayer en el encabezado del blog. Y estas dos fotos también. Besos y abrazos grandes.. grandes.. grandes...

இலை Bohemia இலை dijo...

Me encantaría adentrarme por esos caminos que describes...Llenarme los ojos y caminar...
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Pues mira Mirada, sin que sirva de precedente, es mía (quiero decir que la tomé yo, cerca de Carnota).
Las de hoy no.
Los besos, tuyos, míos, sí, con gran profusión.
Y más.

Pedro M. Martínez dijo...

Bohemia, es sencillo. Solo tienes que proponértelo (y tener tiempo, claro).
Te plantas en el principio (ese lo eliges tú. Venían caminantes de toda Europa) y a caminar.
El resto viene solo.
Ah, lo del ángel no está garantizado. Es un privilegio para (muy) afortunados.
Los besos sí. Tómalos.

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