Nieve (1)
Los árboles de la Gran Vía están adornados con bombillas que se encienden y apagan formando arcos y estrellas, motivos de diciembre, deseos de felicidad. Sonia los contempla desde el amplio ventanal de un edificio cercano. Después se aparta y mira alrededor, su despacho, el cómodo sofá de cuero rojo, los cuadros grandes, la luz sobre la despejada mesa de diseño. Sus empleadas hace horas que han terminado la jornada. Ella ya no tiene nada que hacer pero demora su vuelta a casa. A pesar de lo avanzado del mes, este año apenas ha recibido felicitaciones navideñas. Dicen que la crisis también se nota en esto. No puede quejarse, su negocio funciona bien, hasta es posible que deba contratar una traductora. Ya lo pensará. Cruza el pasillo y sorprende su reflejo en los cristales de un armario. Busca un espejo y mira su cara, no es guapa, nunca ha sido guapa, lo sabe, pero tiene buena figura, delgada, no es alta pero cuantas mujeres quisieran tener ese cuerpo al llegar a los cincuenta. -Perdón, no sabía que estaba aquí – Ella grita al ver al hombre que la observa desde la puerta. - Luís, que susto me ha dado usted – dice, alterada, calmándose al reconocer al portero del edificio. Es minucioso, antes de marchar recorre las oficinas, no siempre ha tenido este empleo, dicen que tuvo su propia empresa, es corpulento, tímido, educado, sorprenden sus manos pequeñas y delicadas, cada mañana reparte la correspondencia. Le da las buenas noches, este contratiempo la ha desasosegado y decide marcharse, a su cena sola, a la rutina de su lectura nocturna, al insomnio.
Ese día nieva y se asoma a ver el insólito paisaje de los jardines blancos en la plaza elíptica. Se concede un respiro entre las llamadas telefónicas y los papeles amontonados. En su dedo anular brilla uno de sus caprichos. Hoy deberá comer con Ángel y Nica. Le aburren esas parejas que alternan miradas calientes y palabras frías, que dejan encima de la mesa propuestas y proyectos y se rozan los dedos por debajo del mantel. Le molesta tener que fingir que no se da cuenta, quisiera decirles que se trata de negociar un contrato y que el resto es evidente y a nadie le importa. Ángel es inteligente y guapo, Nica es ambiciosa, práctica y está soltera. La comida se desarrolla mejor de lo que esperaba y llegan a un acuerdo con rapidez. A los postres Nica se ausenta y debe soportar las confidencias de un Ángel que se disfraza de padre responsable dejando por una vez su pose de profesional con éxito. Apenas le presta atención aunque su mirada es comprensiva, ella ni entiende ni quiere entender de problemas con los hijos, ella no ha tenido hijos. -Me hago mayor – suspira él. Y a Sonia le parece que sí, que se hace mayor, que ella también es mayor hace tiempo, que donde antes veía a un hombre atractivo ahora ve a un abogado caro y apesadumbrado. Se despide y con un leve gesto al encargado del restaurante asume la cuenta.
(Termina mañana)
26 comments :
Con este calor, y tu, con nieve...Vives en un universo paralelo, Glup....¡¡¡
B x C
La nieve promete.
La soledad de Sonia promete.
Sus reflexiones prometen.
Mañana seguiremos.
Viuda de Tantamount, escribir sobre calor es demasiado fácil –ahora, puff, que día ayer-, necesito retos, imaginar lo que no. O contar lo que sí, yo qué sé.
Vale, besos ¿si?
ybris, sabes que escribir sobre soledad es muy sencillo. Hay tantos ejemplos. Uno mira y ya. Incluso en el espejo. Mañana termina. Gracias, chaval.
Esa soledad que me resulta tan familiar... ¿mañana más?
Pues mañana te cuento.
Y ahora me quedo un ratito más con Waits y luego con Alaska, que no te pega nada, y sabré yo lo que te pega, ya...
Un beso de día nublado, hoy por aquí. Qué tiempo más loco, cualquiera se centra...
Soledad ... nos tocas el alma desgraciado ...
Menos mal que sacas ante nuestros ojos un bonito manto de nieve para suavizar sensaciones que, con el calor reinante, sería ya la pera limonera de agobiantes.
Diría que tiene los efectos del alcohol en las heridas: resquema.
personas casi anónimas a través de la mirada de una solitaria.
mañana seguimos.
saludos sónicos
Ahora denominan “ecología emocional” a la gestión positiva de las emociones y ponen el ejemplo de lo salvajes que hemos sido con los recursos de la tierra como prueba de una relación desequilibrada del ser humano con el mundo externo, y parece que también con el interno. Debo confesar que veo una gran diferencia entre la tala de árboles, implica a la industria en nombre del progreso, y la tala de afectos implica la soledad del ser humano en nombre de sí mismo.
Las emociones no son buenas ni malas, son. Hay que saber ponerles nombre desde niños, no dejarlas en lista de espera, sin archivar o sin borrar, a fin de ordenar los estímulos que condicionan la sensibilidad y que tienen la fuerza suficiente para alterar el ánimo o empequeñecer un día.
Tal vez hay que repetirse más a menudo que todo empieza y todo termina cada día, para poder amar los recuerdos que se lo merezcan, y pelear por las ilusiones posibles.
Puede que la clave de esa “ecología emocional” sea la confianza de que tanto lo bueno como lo malo puede ser reciclable.
...para mi interpretación, pués viene a cuento!
Besos Pedro
Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras.
Lara, mañana fin de la soledad ¿quieres saber lo que ocurre? Resulta que...
Margot, gracias.
Lo había puesto fácil ¿no?.
Lees detrás de lo no escrito y eso se agradece.
Besos.
GLAUKA, la soledad debe ser terrible.
Es difícil escribir sobre lo que no se conoce (¿o sí?)
El alcohol me lo tomo, con coca cola, una rodaja de limón y mucho hielo.
Saludos.
sergisonic, mañana terminamos, sí.
personas absolutamente anónimas, ni se conocen entre sí, ni a sí mismas, miradas al vacío.
Saludos extraterrestres.
Vaya discurso, Carmen, es curiosa, e interesante, tu interpretación.
¿Eso has sacado leyendo este post? Vaya.
Besos, reina, de domingo.
Itoitz parece una frase de Kalíkatres.
O de Chuang Tzu.
Y cierta además.
Iba a dar un sin fin de explicaciones sobre por qué me gusta este escrito...solamente diré: exacto en la belleza, cercano y cálido, a pesar de titularse Nieve.
Un abrazo.
que historia!! una mujer tan segura y observadora debe tener un secreto que seguramente mañana se develará, no? besos
Al otro lado del espejo, cinco minutos ya de lunes.
Hola, hola, hola.
J.
Serenella, o por eso ¿no? El contraste
Gracias, abrazos.
Amada Inmortal, todos tenemos un secreto, ese otro que vive en nosotros.
Besos grandes.
Magnolio, vale, ven, pasa, el azogue se está diluyendo, rápida, no vaya a ser que tengas que quedarte aquí, a este lado.
Eres todo un "pofesional", dominas el relato corto, la reflexión, la poesía ¿hay algo que hagas mal? ... (se admiten mentirijillas) ... jejeje.
Besosss
C.A. Makkkafu.
Makkkafu, sí, pero esto es un blog y no un confesionario.
Y estoy saturado de divanes.
Pero de besos, no. Uno para ti.
Los niños cuando hablan por teléfono señalan cosas y creen que su interlocutor les ve. Dicen "aquí", "alli" y una no sabe.
Igual de aqui.
Magnolio, gugu, aquí, tatta, allí, buá, pupa.
Tú no sabes..., bueno, sí sabes, pero disimulas.
Ay, besos, besos.
Publicar un comentario