El zahorí del wifi
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55 días en Pekín, el tiempo que llevo aquí, más o menos, no sé si es demasiado, un exilio, exagero, recuerdo que alguien cantaba aquello de “¿a quién le importará?”, volver a lo mismo sin saber si lo mismo no será esto de ahora, el ahora, el sentido de la vida, hay que haberlo perdido alguna vez para conocer el desamparo, el miedo, la angustia, calma, miro por la ventana y veo el mar, me miro dentro y con días claros me veo, no ha llovido en todo agosto, he cumplido los rituales, el faro, Pindo, Calma Chicha, un etcétera largo, los otros, lo mejor la compañía, un derroche de buena gente, debería ser obligatorio salir del ombligo, tener una cuota de conocer a otros, compartir palabras, sonrisas, abrazos, darse a otros, siempre recibes más que lo que das, el paisaje, indescriptible, bellísimo, “como lo nuestro no hay nada”, solo hace falta saber lo ilimitado de lo nuestro, puedo seguir pero me estoy mentalizando para el regreso, no sé si voy o si vuelvo, adiós a mi faceta de zahorí del wifi, el resto será igual, o así, veremos.
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