Baile
Con
una máscara de adolescente ensimismado gira y ríe en un baile de disfraces en
el que nadie es quién dice ser. Entre los muchos invitados, alrededor, confundidas,
la primera mujer que amó, la primera mujer que besó, la primera mujer que le enloqueció.
Y su mujer.
Intenta
aparentar una calma que no tiene. Baila y sonríe. Se para y bebe pequeños
sorbos de una copa de vino. Se está mareando y debe estar sobrio para no
delatarse. Ajeno al viento en las
ventanas, a la lluvia, torpe, habla con unos y otros.
No
sabe quién sabe.
Y
qué.
La
música cambia desde Beatles a baladas tan lentas y tan antiguas que parece que
el tiempo se ha detenido. Pero no, han pasado tantas cosas. La primera mujer
que amó va de acá para allá como una bailarina entre ballet y contorsionista.
La primera mujer que besó ha olvidado todo y sonríe al lado de su nueva pareja.
La primera mujer que le enloqueció está nerviosa, intranquila, su marido está
sentado a su lado y los dos fuman sin cesar. Su mujer está feliz y habla con todos,
encantadora, ajena a la trastienda.
Están
las miradas.
Y los
silencios.
Fuera
están las calles donde todos ellos se perdieron en tiempos amarillos de versos
y palomas, de melancolía en las esquinas, de risas de niños y una esperanza, o
tres, o nada. Los que bailan, como pueden, sofocan los gritos del mercader de
la nostalgia, de los fabricantes de relojes, de los hechiceros de una época sin
plazos, de las tenues palabras de enamorados escondidas bajo los bancos de la
plaza.
Ahí
está él, riendo y bebiendo, simulando una tranquilidad que no tiene, caminando
sobre la débil línea que separa el sí del no, esperando la inoportuna palabra
que desbarate la fragilidad de su paz, confundido entre las tres mujeres que
llenaron su vida, que le dieron sentido, que aún le duelen. Y su mujer.
4 comments :
Intranquilidad, miradas, silencios y demás formas de aproximarse a lo que también hablabamos, precisamente ayer(que podría ser mañana o pasado porque tu relato trata de un tema eterno), entre amigas y que una definió como parte de la complejidad - nada que ve con la contradicción - del ser humano.
Quien lo probó, lo sabe (o tiene mucha imaginación, of course).
Pedro...
Te has hecho mayor. Más sereno, menos fiero, más poeta, menos efervescente.
Ahora me llevarás la contraria...
Yo también, sí, me he hecho mayor.
Besos
Sobre la imaginación Magnolio es complicado hablar. Este blog está lleno de imaginación. Y es una pena porque tengo poca. En cambio si un día me pongo a contar la realidad, lo que (me) ocurre, seguro que no se lo cree nadie.
Ya me hubiera gustado probar una cosa así, pero ya sabes que soy un soso y que mi vida es lineal y rutinaria.
Camille, todos nos vamos haciendo mayores (por suerte, quiere decir que estamos vivos).
Y sí, te doy la razón, me encuentro más sereno y menos efervescente, fiero no he sido nunca y poeta…estoy en ello.
Tenemos pendiente una charla telefónica (al menos)
Besos
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