sábado, 7 de abril de 2012

Metonimia de la sospecha. (3)


La mitad de las ocupaciones del hombre son funestas, la mitad de sus gestos, gestos de duelo. La muerte ha puesto ya su impronta sobre la vida. Esta está formada por una serie de actos incoherentes, sin finalidad, si no es la muerte, que, a su vez, carece de sentido.
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Sigue la palabra como tentación, hablar para salvarnos, quod pro quo, escribirnos, leernos, a veces sentirnos, democracia de los blogs, liberarnos de las voces que nos aprisionan, redimirnos contando nos, justificando la distancia, agitando las fotografías como señuelos, los colores y poco más, poema a poema, historia tras historia, la misma, esto ya lo hemos leído antes y a otros y las Variaciones Goldberg y el dolor de su mutismo, la avidez de los cuerpos y las princesas que jamás leyeron “El astrágalo” de Albertine Sarrazin. B tiene miedo a bañarse en el mar porque de niña le asustó una ola. P guarda los cubiertos bajo servilletas de hilo en un cajón del armario de la cocina cuando hay tormenta, teme a los rayos. F es un misógino. FB tiene miedo a mirar a M de frente porque le intimidan sus amplios senos y sus caderas de paridora. JM dice que le gustan las jóvenes y se ríe. A es moralista y cuando habla te apunta con su dedo índice. C cree que es la mujer menos atractiva del mundo. P pensaba que a un momento de felicidad le seguía uno de dolor, sufría en sus risas. MY lloraba cada noche antes de dormirse porque pensaba que el mundo era injusto con ella. AM está preocupada por el paradero del alma de Hitler, teme que esté en el infierno. X lleva boina por dentro de la cabeza. S es seria y fuma demasiado. L siente marchitarse su lozanía. G es bella y ríe, no sé que hace cuando no. AG es artista. DB juega al fútbol. B es rencoroso. PM es anciano y bebe vino de Rioja. F es alto y pesca bogavantes. R es tasquero. I es asturiana y dulce. Justo antes de mi enfermedad un barco de bandera cubana encalló en la barra en mitad de la bahía, fotografías de un tiempo no demasiado lejano y sin embargo desde entonces ha pasado un mundo.Una vez transcurrido el fulgor de la sílaba gutural queda la fragmentación de lo cotidiano, la mansa adecuación al deterioro físico, el músculo supeditado, Vía Láctea en láminas, frascos numerados, los goznes de lo oscuro girando en lo de después, tinta azul para un tiempo en el que las cunetas se poblaron de olmos de recuerdos, no se precisa un tratado de hermenéutica para interpretar estos difusos trazos de post rasguñados en la altiva garamond, a veces otras hasta aquel viernes en que el cielo estaba gris y las olas rompían con estruendo en las rocas bajo las propiedades del convento. La muchacha protegía su nuca de los hilos de salitre que flotaban en la playa invadida de gaviotas. Caminamos sobre un sendero de algas y a nuestro paso la espuma formaba arcos brillantes y húmedos. Hablábamos y las palabras quedaron prendidas en las zarzas –giré la cabeza y florecían-. Hablábamos y todo estaba dicho. Nos besábamos y el pudor nos envolvió los labios. La conocí, sí, y aún no he empezado, kilómetros de lluvia para un viernes, pensar en ella mientras conduzco, ella al final de una autovía de camiones, cantando en una ventana, mirándome desde una curiosidad que quiero concretar, bailando de puntillas con una música de guitarras, presentida en sus cartas a otros, en sus miradas a otros, en sus palabras a otros, dijo aire y contesté aviones, dijo I y contesté H, nos dijimos tantas cosas y ninguna, no hizo falta. Ella. Al conocerla deseé tenderme a su lado (vestidos, ¿eh?) y abrir los cajones de su cabeza, uno a uno, revisar sus armarios interiores, saber de sus recuerdos, de sus miedos, de sus gozos, de sus luces, de sus cuartos oscuros, quise abrirle las ventanas y dejar que el sol entrase por sus cuartos. Ay, hacía tanto frío en aquella playa. ¿Lo digo?, al conocerla, después, deseé tenderme a su lado (desnudos ¿eh?) y besarla en cada herida, en cada cicatriz, en las grietas que le sorprenden, en los huecos que la bajamar ha dejado en su historia; deseé hacerlo con tal lentitud que nos iban a faltar horas para tantos besos, besos de pájaros, besos tiernos, besos de niños sorprendiéndose el uno al otro en un pajar con luz de luna. Al conocerla comprobé que era real, que respiraba, que miraba tan dentro que sabías, que ataba con un cordel su fantasía y la llevaba como un globo de los que daban los jueves en las zapaterías. Después nos despedimos y el milagro quedó ahí, creciendo, trepando por las ruedas de su autobús, por mi autovía de camiones. Este beso no puedo suplantar al que no nos dimos.

He visto que todo afán y todo éxito en una obra excita la envidia del uno contra el otro. También esto es vanidad y atrapar vientos.(Eclesiastés 4-4).

4 comments :

Susodicha dijo...

...comenzabas con mil sin sentidos, enumerabas otros tantos para hacer de teloneros mediocres a la inabarcabilidad de un simple beso.(Desnudos ganan mas, claro)
Precioso.

bixen dijo...

!Cualquiera se atreve a comentarte!
Es una metáfora como por contagio.

Pedro M. Martínez dijo...

La susodicha, no creas, hay desnudos que ya, ya…
Preciosa tú.

Pedro M. Martínez dijo...

Tú te has atrevido bixen. Gracias,

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