Agitabas pulseras en tus tobillos desnudos.
Y el rocío nos mordió de madrugada, los mastines espantaron el rebaño de goces, azafrán derramado en la mesa, flores secas y música ajada.
La estancia era dulce y transparente, sentí tus manos acariciar las mías, busqué tu cuello con los labios y encontré la húmeda puerta de mármol, nos miramos y el vértigo nos anegó.
Lloramos de tan felices.
Agitabas pulseras en tus tobillos desnudos.
Esta serie me parece extraordinaria.
3 comments :
Suave como mecerse en una hamaca, con el viento delicado rozando los recuerdos con tus palabras, que lindo Pedro.
Un biko bien grande que ajuste hasta que termin el domingo :D
...se me rompieron las pulseras, de tanto usarlas
Ni el rocío, ni los mastines, ni lo derramado, ni lo seco ni lo ajado desvanecen los movimientos que originan cadencias cercanas.
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