Recuerdos (1).
(Foto: Iker Mintegui)
La calle donde vivíamos estaba a dos manzanas de la ría, sucia, maloliente, surcada por cargueros, gabarras, gánguiles y remolcadores. Muchas noches me despertaban las sirenas de los barcos que atracaban en el muelle, al otro lado del paseo del Campo de Volantín.
En una plaza, a la mitad de la calle, estaba la estación del funicular al monte Artxanda (1).
Dos desvencijados vagones de madera pintados de rojo, ascendían y descendían por la empinada pendiente, alternativa y trabajosamente, hasta la pequeña altura de hierba interminable, pinos y aire limpio.
En los días de verano, con el buen tiempo, mi madre preparaba la merienda y subíamos a jugar a Artxanda. Este acontecimiento contrastaba con nuestra habitual vida urbana. Allí, entre los helechos, nos perdíamos en ingenuos descubrimientos de niñez, buscando grillos, persiguiendo gorriones, viendo a las parejas perderse en el bosque.
Al final de la tarde, mientras esperábamos al funicular, solíamos sentarnos sobre una pista de patinaje de baldosas grises. Allí un anónimo joven destacaba con sus piruetas y artísticos saltos entre las caídas y los choques de los torpes patinadores de alrededor. Junto a mi hermana, acodados los dos en la barandilla del paseo, admirábamos su agilidad y destreza sobre las estrechas ruedas. Nos parecía que volaba, un deportista prodigioso.
1. Antes Archanda.
Basta alejarse un poco y la vida sigue su curso sin ti, porque cada uno de nosotros no es nadie (El que fue Matías Pascal Luigi Pirandello)
En una plaza, a la mitad de la calle, estaba la estación del funicular al monte Artxanda (1).
Dos desvencijados vagones de madera pintados de rojo, ascendían y descendían por la empinada pendiente, alternativa y trabajosamente, hasta la pequeña altura de hierba interminable, pinos y aire limpio.
En los días de verano, con el buen tiempo, mi madre preparaba la merienda y subíamos a jugar a Artxanda. Este acontecimiento contrastaba con nuestra habitual vida urbana. Allí, entre los helechos, nos perdíamos en ingenuos descubrimientos de niñez, buscando grillos, persiguiendo gorriones, viendo a las parejas perderse en el bosque.
Al final de la tarde, mientras esperábamos al funicular, solíamos sentarnos sobre una pista de patinaje de baldosas grises. Allí un anónimo joven destacaba con sus piruetas y artísticos saltos entre las caídas y los choques de los torpes patinadores de alrededor. Junto a mi hermana, acodados los dos en la barandilla del paseo, admirábamos su agilidad y destreza sobre las estrechas ruedas. Nos parecía que volaba, un deportista prodigioso.
1. Antes Archanda.
Basta alejarse un poco y la vida sigue su curso sin ti, porque cada uno de nosotros no es nadie (El que fue Matías Pascal Luigi Pirandello)
22 comments :
Así que erais vosotros los que os quedabais envelesados viéndome patinar....
un abrazo... casi desde el recuerdo :)
Joer... se me escapó la v....
embelesar¡¡¡¡
si no... sería quedarse en vela..jajaja
Muy tierno y melancólico.
La carta: preciosa!
Cariñitos for you
Es que no me extraña De cenizas, una madrugada de domingo y en vez de estar dormido, o de juerga, o de adoración nocturna, o pescando, poniendo en orden la colección de sellos, la de vitolas de puros, viendo la tele, qué sé yo, estás a la 1:19 en esta historia de los blogs.
No, si es que no tenéis remedio, vais como locos y os embelesáis con cualquier cosa.
Por cierto, hay chalaos en todos los sitios, en Bilbao, hay un grupo numeroso de patinadores que se pasan las noches patinado de un lado para otro de la ciudad (como Bilbao es pequeño enseguida se salen y llegan hasta Burgos, incluso hasta Valencia –hay que tener en cuenta que son del mismo Bilbao-). Pasan como rayos, como fantasmas, chiuu, chiuu, suenan las ruedas en el asfalto, chiuu, chiuu, a veces uno se pega un piñazo pero sigue (menudos son…)
Pues nada, buenos días, don Luis.
Es que soy un romántico, casi un blando, virgi.
Me quiero hacer el duro pero lloro hasta con los telediarios.
Y preciosa, tú.
Gracias por los cariños.
Me encantan las fotos antiguas.
Veo que el funicular de Artxanda es igual que el que sube al Igueldo, en Donosti, y que he visto hace poco, aunque yo subí por carretera.
Qué bien saben los buenos recuerdos de infancia. Somos un poco "rumiantes" de recuerdos. Los traemos a nuestra memoria de vez en cuando. Es una nostalgia placentera.
Que pases buen domingo, un saludo.
En realidad Tesa este es un recuerdo que lo he dividido en tres.
Quizás si lo publico todo seguido se entienda mejor pero así le doy más emoción
(y que ultimamente estoy vago)
Buen domingo
Basta acercarse un poco a la vida para que ella no renuncie a nada de ti: te proveerá de todo lo necesario y, si puede, no lo dude, te hará rabiar (o gozar). ¡Pero ay de ti si te alejas!: no hará de su curso un río tuyo.
Me resulta curioso e incluso algo inquietante.
Es casualidad, lo sé, pero algo habrá de nexo o, quizás, en la necesidad.
Vengo de visitar a varios amigos blogueros y, excepto uno, el resto evoca su niñez.
Me ha gustado, de veras, conocer esa primera parte de tí.
Un beso.
Veamos Tinta de aterrizaje, es que alejarse de la vida es complicado.
Si te alejas mucho te mueres.
Por eso me dejo llevar por los días, ora alegres, ora melancólicos, siempre intensos.
Si lo decía Espronceda…
No se inquiete doña Susy, esa evocación de la niñez es apenas un preludio para engarzarla con otro recuerdo de la juventud y redondearla con un broche final.
Mi niñez está ya tan lejana que la recuerdo en blanco y negro.
Gracias por venir.
Leyéndote me hiciste recordar a Atxaga, y en que la vida sigue sin nosotros, en color o en blanco y negro, patinando o en tardes de Pascua bailando la tarara, o buscando caracoles en las alcachofas.
Recuerdos como tantos otros, tuyos, míos...
Besos, Pedro.
Acabo de llegar de una cena en la que me he tomado dos cervezas de más. Y la verdad es que, lo que es melancólica no estoy. Esta cita contigo, pase lo que pase, y pienses lo que pienses de mí, no la olvido, me ha gustado leerte entre brumas.
Así que te dejo dos besos y me voy a la cama.
¿Estabas ahí agazapado?
...has respondido sólo cinco minutos más tarde a mi comentario
:)
eva-la-zarzamora me gusta en sus poemas, como en este fragmento de “MUERTE Y VIDA DE LAS PALABRAS”
Así mueren
las palabras antiguas:
como copos de nieve
que tras dudar en el aire
caen al suelo
sin un lamento.
Debería decir: callando.
¿Dónde están ahora las cien
maneras de decir mariposa?
En la costa de Biarritz recogió
Nabokov uno de aquellos
nombres: miresicoletea.
Mira, está ahora bajo la arena,
como la astilla de una concha.
Y los labios que se movieron
y dijeron justamente
miresicoletea
los de los niños
que fueron los padres
de nuestros padres,
aquellos labios duermen.
Y sí, la vida sigue, lo queramos o no.
Mejor querer.
Me voy a buscar caracoles en las alcachofas
Antes te beso.
eva-la-zarzamora me refiero a Atxaga, claro
gaia07 entre algunas personas se produce ese fenómeno químico, de catálisis emocional por el que no hace falta explicar nada. Todo está ahí, apenas hacen falta palabras. Te miras y sabes.
Nosotros nos miramos.
¿Has dormido bien?
Y ¿te gusta? Tesa
:)
Que ternura desprenden siempre las historias cotidianas reales o imaginadas.
...¿a alguna le disgusta tener un hombre pegado a su espalda?
:)
Gracias por el poema, Pedro. Sí a ese Atxaga me refería.
Yo también te beso.
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