Mi amigo J.
Sperm count/Recuento de espermatozoides
Held the sperm in hand to count, watery white,
Para saber si se nota el estrago de los años,
Squirted after investing much hand-held effort
Para recobrar el placer de años idos.
Only a few drops in the morning light,
Que antes no veía al entregarlo escondido,
That action recalled the lost energy of youth.
Ahora es agotado en el silencio solitario
As boring as a museum attendant.
En las lecturas siempre noté medidas ajenas;
They always seemed larger than my life.
(Andrew Graham-Yooll –1944-)
Held the sperm in hand to count, watery white,
Para saber si se nota el estrago de los años,
Squirted after investing much hand-held effort
Para recobrar el placer de años idos.
Only a few drops in the morning light,
Que antes no veía al entregarlo escondido,
That action recalled the lost energy of youth.
Ahora es agotado en el silencio solitario
As boring as a museum attendant.
En las lecturas siempre noté medidas ajenas;
They always seemed larger than my life.
(Andrew Graham-Yooll –1944-)
Mi amigo J es un hombre lleno de virtudes, padre y esposo modélico, ciudadano ejemplar, un intelectual, un científico, viajero, políglota, apasionado de la ópera, gran deportista, ciclista, montañero, lector de los clásicos rusos, de Buzatti, de Canetti. (Bien es cierto que tiene alguna sombra en su historial: le gusta el programa de Gran Hermano. Todos pecamos.)
Pero no es de estas cosas de las que quiero hablar.
Mi amigo J es un buen conversador, como filósofos de lo cotidiano charlamos mientras caminamos por el jardín de los días, algunos sábados antes del partido, los encuentros en las esquinas, la ascensión al Gorbea, cuando nos dejan un hueco los apasionantes diálogos teresianos.
Tampoco es esto lo que quiero destacar.
Mi amigo J se sorprende de la (mi) ilusión. Sostiene la teoría de la muerte de lo nuevo. Camina por el carril de lo conocido, con los ojos cerrados a todo lo que no lleve una fórmula, una definición contrastada, sin sitio para lo abstracto, la poesía, la sorpresa. Ahí somos diferentes.
Pero sobre todo, y esto es lo que quería contar, mi amigo J es invisible.
Esto sí es destacable. Camina por la calle y nadie le ve. Pasa como un espíritu por los semáforos, por las avenidas, plazas, rincones de la villa. Es transparente, etéreo, cristalino. Él mismo lo asume: “soy transparente”. Lo lleva con absoluto conformismo. Esto, en sí, no es bueno ni malo, es lo que es.
Él no lo sabe, pero yo sí le veo, con nitidez, desde los contornos hasta el interior, entero.
Resumiendo.
A). Que en mi caso sería capaz de pintarme de amarillo para que me vieran.
B). Que sin ilusión la (mi) vida sería gris, insoportable, absurda.
C). Que un día que esté descuidado voy a poner a J un traje fluorescente y le voy a inyectar una dosis de glup (2.0).
D). Que el único que no sabe que no es transparente y que está lleno de ilusión es él mismo.
E). Que mañana mismo se lo cuento.
F.) Que es muy bonito que J sea un buen amigo mío (me siento muy afortunado por serlo).
Pero no es de estas cosas de las que quiero hablar.
Mi amigo J es un buen conversador, como filósofos de lo cotidiano charlamos mientras caminamos por el jardín de los días, algunos sábados antes del partido, los encuentros en las esquinas, la ascensión al Gorbea, cuando nos dejan un hueco los apasionantes diálogos teresianos.
Tampoco es esto lo que quiero destacar.
Mi amigo J se sorprende de la (mi) ilusión. Sostiene la teoría de la muerte de lo nuevo. Camina por el carril de lo conocido, con los ojos cerrados a todo lo que no lleve una fórmula, una definición contrastada, sin sitio para lo abstracto, la poesía, la sorpresa. Ahí somos diferentes.
Pero sobre todo, y esto es lo que quería contar, mi amigo J es invisible.
Esto sí es destacable. Camina por la calle y nadie le ve. Pasa como un espíritu por los semáforos, por las avenidas, plazas, rincones de la villa. Es transparente, etéreo, cristalino. Él mismo lo asume: “soy transparente”. Lo lleva con absoluto conformismo. Esto, en sí, no es bueno ni malo, es lo que es.
Él no lo sabe, pero yo sí le veo, con nitidez, desde los contornos hasta el interior, entero.
Resumiendo.
A). Que en mi caso sería capaz de pintarme de amarillo para que me vieran.
B). Que sin ilusión la (mi) vida sería gris, insoportable, absurda.
C). Que un día que esté descuidado voy a poner a J un traje fluorescente y le voy a inyectar una dosis de glup (2.0).
D). Que el único que no sabe que no es transparente y que está lleno de ilusión es él mismo.
E). Que mañana mismo se lo cuento.
F.) Que es muy bonito que J sea un buen amigo mío (me siento muy afortunado por serlo).
8 comments :
A mi me gustaría tener un amigo invisible que quieres que te diga, tuve uno hace tiempo, pero en una de esas épocas recurrentes en las que uno pierde la ilusión, también lo perdí a él.
Cuida de J.
Un abrazo invisible por mor del internet
Mi amigo P es tan peculiar, tan èl. Aparentemente pareciera que se olvida de mi, pero no, me recuerda y me cuenta historias tan divertidas que es necesario quitarle el traje llamativo para que realmente lo vean.
Si, tengo un amigo y se llama P.
Nadie como èl. Nadie.
Abrazos precioso Pedro.
Curiosa tu entrada. Me hizo pensar en la de amigos transparentes que tengo...
Un beso.
Viernes 5 de abril
Carta de Aníbal. Se aburrió en San Pablo y regresa a fin de mes. Para mí es una buena noticia. Tengo pocos amigos y Aníbal es el mejor. Por lo menos es el único con quien puedo hablar de ciertos temas sin sentirme ridículo. Alguna vez tendremos que investigar en qué se basa nuestra afinidad. Él es católico, yo no soy nada. Él es mujeriego, yo me limito a lo indispensable. Él es activo, creador, categórico; yo soy rutinario e indeciso. Lo cierto es que, muchas veces, él me empuja a tomar una decisión; otras, soy yo el que lo freno con alguna de mis dudas. Cuando murió mi madre - hará en agosto quince años- yo estaba hecho una ruina. Sólo me sostenía una fervorosa rabia contra Dios, los parientes, el prójimo. Cada vez que recuerdo el velorio interminable, siento asco. Los asistentes se dividían en dos clases: los que empezaban a llorar desde la puerta y después me sacudían entre sus brazos, y los que llegaban tan sólo a cumplir, me daban la mano con empalagosa compunción y a los diez minutos estaban contando chistes verdes. Entonces llegó Aníbal, se acercó, ni siquiera me dio la mano, y se puso a hablar con naturalidad: de mí, de sí mismo, de su familia, incluso de mi madre. Esa naturalidad fue una especie de bálsamo, de verdadero consuelo; yo la interpreté como el mejor homenaje que alguien podía hacer a mi madre, y a mí mismo en mi afecto por mi madre. Es tan sólo un detalle, un episodio insignificante, eso lo comprendo bien, pero tuvo lugar en uno de esos momentos en que el dolor lo pone a uno exageradamente receptivo.
Mario Benedetti (La tregua)
Ser transparente e invisible: sinónimos ocultos.
Besos traslúcidos.
¡¡¡Eres genial!!!!
Esta mañana, una vez más me has sacado la sonrisa desde el corazón.
Muchos besitos, gracias por repartir tanta ilusión y alegría.
P.D:Hoy tenemos un solazo de impresión, pronto lo tendréis por ahí.
Empiezo por el abrazo mi nombre es Alma y te digo que tengo muchos amigos invisibles (para ellos mismos y por decisión propia).
No lo comprendo pero lo respeto.
A J le cuido no sabes cómo.
Reitero el abrazo ( o sea, dos)
Qué suerte Clarice Baricco, tener un amigo así.
Mándamelo para aquí y le pinto la cabeza de amarillo.
A ti te pinto flores (en un lienzo)
Y te saludo con una reverencia.
Besos.
Píntalos eva-la-zarzamora, píntalos de colores.
Y que se les vea bien.
Un beso.
Qué bueno Ventana indiscreta.
Y fíjate que cuando le conocí, cuando empecé a leerle, no me gustaba nada.
Seguro que le leía mal.
O que he cambiado.
Él siempre ha escrito bien.
Curioso eso de transparente/ invisible
Besos opacos
Mirada, pues aquí está tan nublado que parece otoño
Qué rabia.
Soy trabajador.
Ay, que ganas tengo de estar tumbado en una carballeira, mirando cómo se mueven las hojas, escuchando a los pájaros.
Y de darte un beso.
Así.
Bueno, se puede dar otra visión del amigo invisible, la de Machado:
"Converso con el hombre que siempre va conmigo
--quien habla solo espera hablar a Dios un día--;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía".
La tregua, inolvidable novela.
Magnífico texto.
-Ser traslúcido tiene sus inconvenientes. Imagínese todos eso órganos a la vista como los de esos pececillos transgénicos. Pero lo malo no es que se le vean los órganos sino su comportamiento alterado.
-Ya.
-Mire, yo lo fui durante una época y me aconsejaron que no comiese tanta realidad. Y la comí. Y no se imagina la peristáltica macabra de mi delgado y lo que derivaba a mi grueso. Y le digo más. Me recetaron 'Almax neutralizante' blanco, en líquido viscoso. Por unos momentos es como si me hicieran un contraste: ¡parecía un fantasma!
-Ya, pero ahora es usted demasiado transparente.
-Si, pero me tienta la irrealidad.
-Ya.
-Y otro de sus inconvenientes es que se le ve el tamaño del corazón y sus reacciones.
-Ya.
-¿Entonces?
-¡Ay!
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