Cena despedida de mach(it)os solteros (2).
Todos los amigos reímos, satisfechos después de una buena cena.
Joder, que noche más buena. Cuenta, cuéntales aquella noche en la Palanca- me dice Jokin (1)-.
Vale, fue la leche -empiezo, sin hacerme de rogar-. Javier que llega de Madrid y me dice que quiere ir de putas. Imaginaros "El Gato Negro", un prostíbulo de segunda- continúo-. Javier y yo, trajeados, más jóvenes, inconscientes, con dinero, con una copa en la mano, con ganas de juerga, ignorando a las mujeres que se nos insinuaban con procacidad. Los maromos de alrededor parecían extras de una película de miedo. Pero nosotros allí, tan gallos, complacidos en una indiferencia calculada, mirando desafiantes a aquellos personajes que daban terror. La verdad es que, en el fondo, estábamos acojonados.
Entonces la Palanca no estaba como ahora, ¿no?–pregunta Luis-
Hombre, no -le contesto- pero aquello eran los bajos fondos, por decirlo de una forma suave. Y calla, coño, no interrumpas. Sigo. Bueno, pues Javier que me dice" no me voy con una tía de estas ni borracho. Además me meo, ahora vengo". Y se va al servicio.
Mis amigos, divertidos, no pierden sílaba, aunque muchos ya conocen la historia.
Y allí que me quedo sólo frente a las mujeres pintadas que intentan ejercer conmigo su profesión "Qué pasa, chaval, te ha dejado tu amiguito" decía una. "Anda, ven a pasar un buen rato" me decía otra. Yo, sonriendo, aguantando el tipo con dificultad.
De pronto escucho gritos: "redada, redada". Se abre la puerta del bar y varios policías irrumpen con sus intimidatorios uniformes. Rudamente detienen a las mujeres y cachean y despiden del local a los hombres.
En tres minutos, largos como siglos, el local se queda vacío y los policías, que ni siquiera me han mirado, se van.
Con el cubalibre en la mano me tiemblan las piernas. La puerta se abre otra vez, entra un individuo con gabardina.
El encargado del local le enseña unos papeles, "sí, señor comisario"-dice-.
El comisario los examina, los devuelve y él, sí, me mira, sonríe y se va.
Entonces volvió Javier del retrete, alucinado: "Joder, tío, ¿qué ha pasado aquí?"
"Ni puta idea, pero vamos para fuera echando leches"-concluí-
Y nos marchamos, rápido, a nuestro medio natural, al barrio.
La carcajada es general. Mis amigos aplauden.
¡Hostias, que noche!- grita John (2)- ¡Charlie, chato, saca unos cubatas!
Allí seguimos bebiendo, satisfechos con nosotros mismos, con nuestros recuerdos medio inventados, con esas historias que hacían nuestra historia.
Alguien dijo- ¿vamos a la Palanca? Y más risas
1 Antes Joaquín.
2 Antes Juanillo
«Sin quererlo, sin saberlo, en el agitado embate del ánimo, cada uno de ellos, para defenderse de las acusaciones del otro, expresa como pasión y tormentos suyos, aquellos que, por años, fueron los profundos problemas de mi espíritu: el engaño de la comprensión recíproca fundado irremediablemente sobre la vacía abstracción de las palabras; la múltiple personalidad de cada uno según todas las posibilidades de ser que se hallan en cada uno de nosotros; y en fin, el trágico conflicto inminente entre la vida que continuamente cambia y se mueve, y la forma que la fija, inmutable».
(Prefacio a “Seis personajes en busca de autor”. Luigi Pirandello.)
Joder, que noche más buena. Cuenta, cuéntales aquella noche en la Palanca- me dice Jokin (1)-.
Vale, fue la leche -empiezo, sin hacerme de rogar-. Javier que llega de Madrid y me dice que quiere ir de putas. Imaginaros "El Gato Negro", un prostíbulo de segunda- continúo-. Javier y yo, trajeados, más jóvenes, inconscientes, con dinero, con una copa en la mano, con ganas de juerga, ignorando a las mujeres que se nos insinuaban con procacidad. Los maromos de alrededor parecían extras de una película de miedo. Pero nosotros allí, tan gallos, complacidos en una indiferencia calculada, mirando desafiantes a aquellos personajes que daban terror. La verdad es que, en el fondo, estábamos acojonados.
Entonces la Palanca no estaba como ahora, ¿no?–pregunta Luis-
Hombre, no -le contesto- pero aquello eran los bajos fondos, por decirlo de una forma suave. Y calla, coño, no interrumpas. Sigo. Bueno, pues Javier que me dice" no me voy con una tía de estas ni borracho. Además me meo, ahora vengo". Y se va al servicio.
Mis amigos, divertidos, no pierden sílaba, aunque muchos ya conocen la historia.
Y allí que me quedo sólo frente a las mujeres pintadas que intentan ejercer conmigo su profesión "Qué pasa, chaval, te ha dejado tu amiguito" decía una. "Anda, ven a pasar un buen rato" me decía otra. Yo, sonriendo, aguantando el tipo con dificultad.
De pronto escucho gritos: "redada, redada". Se abre la puerta del bar y varios policías irrumpen con sus intimidatorios uniformes. Rudamente detienen a las mujeres y cachean y despiden del local a los hombres.
En tres minutos, largos como siglos, el local se queda vacío y los policías, que ni siquiera me han mirado, se van.
Con el cubalibre en la mano me tiemblan las piernas. La puerta se abre otra vez, entra un individuo con gabardina.
El encargado del local le enseña unos papeles, "sí, señor comisario"-dice-.
El comisario los examina, los devuelve y él, sí, me mira, sonríe y se va.
Entonces volvió Javier del retrete, alucinado: "Joder, tío, ¿qué ha pasado aquí?"
"Ni puta idea, pero vamos para fuera echando leches"-concluí-
Y nos marchamos, rápido, a nuestro medio natural, al barrio.
La carcajada es general. Mis amigos aplauden.
¡Hostias, que noche!- grita John (2)- ¡Charlie, chato, saca unos cubatas!
Allí seguimos bebiendo, satisfechos con nosotros mismos, con nuestros recuerdos medio inventados, con esas historias que hacían nuestra historia.
Alguien dijo- ¿vamos a la Palanca? Y más risas
1 Antes Joaquín.
2 Antes Juanillo
«Sin quererlo, sin saberlo, en el agitado embate del ánimo, cada uno de ellos, para defenderse de las acusaciones del otro, expresa como pasión y tormentos suyos, aquellos que, por años, fueron los profundos problemas de mi espíritu: el engaño de la comprensión recíproca fundado irremediablemente sobre la vacía abstracción de las palabras; la múltiple personalidad de cada uno según todas las posibilidades de ser que se hallan en cada uno de nosotros; y en fin, el trágico conflicto inminente entre la vida que continuamente cambia y se mueve, y la forma que la fija, inmutable».
(Prefacio a “Seis personajes en busca de autor”. Luigi Pirandello.)
11 comments :
Una diferencia entre hombres y mujeres -salvo que lo trabajemos- nosotras no tenemos anécdotas que contar sucedidas en los putetxes.
:)
Desde luego a Luigi Pirandello no está para leerlo rapidito.
Desde luego no importa que se inventen las historias a medias. Por cierto, ¿qué es ahora la Palanca?
Jo, me has recordado a una vez que viví una redada en un bar de menores de esos sin alcohol... vaya susto!
Yo tendría unos 14 años :S
Besicos
Tesa, Larralde cantaba “no busques la diferencia ¿pa´qué? no viene al caso”
Me ha encantado lo de “putetxe”
Tinta de aterrizaje, a Pirandello, como a muchos, hay que leerlos despacio. Como mínimo, leerlos.
Una mentira repetida muchas veces se convierte en una verdad (a veces en nuestra única verdad)
Lo que era la Palanca lo explican bien en el link que he dejado.
La Palanca actual, como tal, como era, ya no existe. Ahora es una zona degradada en partes, víctima de la especulación inmobiliaria, con una convivencia multirracial, multicultural, con algunos reductos residuales de los antiguos “negocios”.
Hace poco pasé por allí en coche para ir a unos clientes. Me confundí de calle, otra estaba cortada y me vi a las 9 de la mañana dando vueltas y vueltas en círculo por aquella zona sin saber por dónde salir, todas las entradas tenían señal de prohibido y me sentí un estúpido al cerrar puertas y mirar con inquietud para uno y otro lado. Lo diferente a veces nos asusta (a mí al menos). Lleva tiempo saber que lo diferente solo es eso, que no es ni mejor ni peor. Etcétera.
Y, bueno, esto ha pasado a otro campo.
Saludos de lunes.
Pobrecita Belén, una redada con 14 años. Qué susto ¿no?
Muchos besos
Sé que no viene al caso, pero has despertado mi curiosidad, de nuevo, si, qué suerte...
Oye, ¿podrías poner una foto de ti mismo de aquella época?
Por favor....
Biquiños, meu querido amigo.
Como ahora Mirada, como me conoces...
O así.
A mandar.
1 Antes Joaquín.
2 Antes Juanillo
Llegamos a cierta edad y nos cambiamos el nombre por multitud de razones, para que suene más rotundo, no tan infantil, para que se adeqüe a la circunstancia social del momento, por el simple hecho de cambiar y fastidiar a los que nos lo dieron, por....
ahhHH!! Que hermoso es recordar..!!!
El pasado nos seduce con su voz de sirenaaaa!!
Me gusta lo que escribes actualmetne ... bueno no soy muy objetiva porque la verdad todo me gusta de ti jaaja!!
Besito presente y calido!!
Suele ocurrir que el susto mayor es cuando piensas qué podría haberte pasado, y no lo que pasó.
Sin importar como sucediera, se convertirá en una historia épica inolvidable.
He dormido maravillosamente bien, el reto fue al despertar.
Más besos.
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