martes, 4 de septiembre de 2007

Cacabelos.


Sobre el felpudo un gato negro, muerto, degollado.
Diez minutos antes mi esposa había salido a llevar a los niños al colegio y no había nada.
Bajé a la calle temblando, desencajado, mirando a todos los lados. Sabía que desde algún sitio cercano me estaban vigilando.

O cuando estrené el coche, el de ahora. Mientras comíamos lo aparqué en una calle cercana. Al recogerlo lo habían rayado. Vete, habían escrito en el capó.

Y las llamadas telefónicas. Me amenazaban por si aparecía en alguna de las obras de allí. Por eso siempre trabajé por el Sur, en Madrid, en Burgos. Sólo era, soy, un simple encargado en una empresa de montajes, no entiendo de política, solo sé trabajar.

Así que cuando me dijeron que tenía que ir a la Central me negué, dije que no iba, que pedía la cuenta, que adiós. Trataron de convencerme por todos los medios. Esto era un viernes. Pasé un fin de semana terrible. Al de unos días me llamaron, que no, que tranquilo, que lo comprendían, que mandaban a otro, que mi experiencia era necesaria en la empresa.

Dos días después explotaba una bomba en la Central matando a dos trabajadores -uno de ellos el que fue en mi lugar- e hiriendo a varios más.

Por eso no voy a tu tierra, por eso no he vuelto a aparecer por allí.


Y me invitó a un vino.
Le di la mano y volví con mis compañeros.
No se enteraron de esta conversación.
En aquella bodega indescriptible, la de Roque, con gallinas y un cerdo negro atado en la puerta, sentados alrededor de una lápida vuelta del revés reían Janos el húngaro, Ali, la portorriqueña, Alex, Dani, Eliana, la alemana, Fátima, Marigel -creo que me dejo alguno, que me perdone-, peregrinos, compañeros que nos fuimos juntando día a día, compartiendo el camino, cansancio, confidencias y alegría, buenos y malos ratos. Amigos.

Momentos entrañables.

No imaginaba que el Camino me iba a dejar tanta, tanta huella.




(Foto: Alex Martínez)








12 comments :

tomatita dijo...

Al final nosotros no hacemos el camino, es el camino el que nos arma senderos, dentro.

Besos

Anónimo dijo...

Sorprendente aderezo de acogedores recuerdos del camino con oscuras amenazas y ataques de desalmados.
Quizás en los recuerdos de todos los caminos se tengan que mezclar las luces con las sombras.
Trataremos de que sobrevivan los recuerdos entrañables.

Abrazos

Pedro M. Martínez dijo...

tomatita, exacto, así es.
Y de qué manera.
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Ybris, me impresionó la confidencia de aquel señor.
Máxime por el contraste del tono de su historia con la fiesta que teníamos montada dónde Roque.
Mucho más conociendo de primera mano las historias que salen si pulsas Central. Seguro que lo recuerdas
Abrazos

Margot dijo...

Bienvenidas sean las huellas que hacen más ancho el camino... no, no más largo, dije ancho.

Besote amplio con olor a bosque.

mirada dijo...

¡Qué ganiñas me están entrando de ponerme a caminar! Esta vez me llegarán unos 700 kms ;-)
Cacabelos, tantos y tantos recuerdos, que son mucho más que recuerdos porque eses si te pulsionan constantemente el alma, queridiño, también y además.
Un abrazo enorme, qué paz sería...

Pedro M. Martínez dijo...

Margot, por lo que pude ver, el camino era lo suficientemente ancho como para que entrásemos tú y yo, sin excesivos agobios, ni posturas, ni extrañas contorsiones.
Y si empiezas a poner pegas no te dejo la bicicleta.
Eso.
El beso sí. Va.

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, si tu me dices ven lo dejo todo, que nos vamos a caminar y que trabaje Rita, que se pare el país, que las campanas redoblen si te falto alguna veeeeez, que 700 kms no son nada, o mucho, o todo empieza con un primer paso.
Repetición:
Pulsión (del latín pulsio y pulsun y estos del verbo pulsāre: pujar, impeler), en psicoanálisis, impulso psíquico característico de los sujetos de la especie humana.
Se denominan así pulsiones a las fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel psíquico. Así como las pulsiones carecen de objetos predeterminados y definitivos; también tienen diferentes fuentes y por ello formas de manifestación, entre ellas: Pulsión de vida, pulsión de muerte, pulsiones sexuales, pulsión de saber, etc.

Eso.
Además.
Sería una paz y el comienzo de una guerra (con dulces batallas, con deliciosas escaramuzas, con solo vencedores, dos, con palomas sobrevolando el campo de lucha con laurel en el pico). No te rindas.
Besos.

Tempus fugit dijo...

Una lápida... ¿el café de doña rosa?
Peregrinos somos mientras vivimos... lo malo es que no tenemos claro a dónde vamos (por lo menos yo, pero me encanta el camino)

un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

No, De cenizas, la bodega de Roque, en Cacabelos.
Vamos al hoyo, seguro, 100 % de seguridad.
Mientras tanto busquemos caminos que nos entretengan.
un abrazo.

sergisonic dijo...

las rendijas en las maderas de las tabernas están llenas de historias estremecedoras, cuántas deben estar silenciadas por el paso del tiempo, por el poso del vino, por el polvo del camino.

un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

sergisonic, realmente esta taberna tenía sobre todo polvo, en cantidades industriales, el vino era malo, malo, pero el rato que pasamos fue increíble.
La historia que me contó aquel señor, dramática, para él y para su familia.
Quizás un día me extienda sobre ese lamentable tema.
un abrazo.

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