The Five Senses; Touch (c.1865) - Henry Guillaume Schlesinger (1814–1893)

sábado, 11 de mayo de 2024

Viajeros



El viajero está detrás de  una ventana sin cortinas y ve algo que el espectador  no ve. Eso es lógico ya que  está dentro de un edificio y los que miran (miramos) fuera, en la calle. Dentro no llueve, fuera, a veces.

En este ejercicio de mirar y ver hay una suerte de privilegio, de entrenamiento del privilegio, no cualquiera ve aunque muchos miran.

Si dejo vagar mi dedo por un mapa encontraré la ruta y el nombre de quién viaja, conservaré la lengua y la palabra. Si dejo vagar mi lengua por la ruta y me hago un gorro con el mapa sabré que mis palabras de hoy dicen lo contrario de lo que intentaba decir.

Jo, es que es muy difícil (digo)
Ya te voy a dar yo a ti (dice alguien que viaja)

Y así, de la mano, se van descubriendo, una oreja, cuatro dedos, el borde de una blusa de seda, lo que hay debajo, un suspiro.

Se hace de noche y todos se van a dormir.  

Que descanséis, hasta mañana.

viernes, 10 de mayo de 2024

Viva Parker vivo.

Sabine Weiss


A petición.

Que muere pero no muere, es una descripción simbólica. En cualquier caso da la casualidad que una enfermera de Massachusset que pasaba por ahí encontró el cuerpo inanimado de Parker tendido en un callejón con salida. Alarmada le practicó un enérgico boca a boca, alma con alma, labios con labios y Parker resucitó. Agradecido se casó con ella y en la actualidad viven en un barrio obrero de Kansas (o por ahí, por esa zona)

Viva Parker vivo.

jueves, 9 de mayo de 2024

Hoy es hoy.



La cuestión es que vine a la clínica para una intervención más o menos leve (eso pensaba) y la realidad es que era (bastante) seria. Menos mal que vine (me resistía). Lo mismo me podría haber dado un jamacuco en uno de esos montes a los que subo (soy un bruto). Todo ha ido bien, tengo tres stent incorporados y una nueva intervención el día 21. No somos nada.

Viva la medicina preventiva.

Corazón.

 '


Durante el día de hoy me estarán haciendo algo parecido a esto.
Demasiado corazón.
Hasta mañana (espero) 

miércoles, 8 de mayo de 2024

Muerto el burro la cebada por el rabo.

Catherine Le Hénan,  Metro, Paris.


Desasosegado, Parker toma una decisión extrema, se busca un amigo, mudo, y se dedica a la noble actividad de contemplar, controlar obras públicas, carreteras y puentes, edificios, balnearios, su desarrollo y progresión. Al cabo de unos meses conoce perfectamente la composición del cemento armado, la longitud de las vigas de acero, el porcentaje de carbono en ese acero, lo que significan las rayas amarillas en el casco de los ingenieros, la traducción exacta de los sonidos guturales de los capataces, la vigilancia estricta del tiempo del bocadillo y ahí, masticando, comienza a entender a Unamuno, a Gil de Biedma, las letras crípticas de Paolo Conte, lo de la resurrección de la carne, la vida eterna, amén. Se enfada con su amigo, mudo, que no entiende nada y busca de nuevo a una nueva Marie.  

Varias Marie después se planta ante el/un espejo y descubre con asombro que él ya no es, que esa Marie no era (ni la otra, ni la otra) y que está en el principio del camino justo cuando estaba a punto de terminarlo. Teme haber caminado en círculo. Entonces Parker se enfada con el mundo (y con Marie) y a destiempo se propone buscar ese conocimiento que había confundido con un refugio maternal, el solaz erótico, la mirada asombrada, la arrobada, el eco, el asentimiento y la concordancia. A falta de otras posibilidades intenta redescubrir a Marie. Parker sabe (no lo sabe) que Marie no  puede darle (todo) lo que él necesita. Parker sabe (no lo sabe) que no hay una Marie en el mundo que pueda darle lo que él mismo no sea capaz de darse. Después de muchas vueltas, disgustos y decepciones Parker sabe que no sabe y que lo que él no sea capaz de darse no se lo dará nadie.

Dos días después Parker muere.

martes, 7 de mayo de 2024

Parker retrocede.

Christer Strömholm. Palma de Mallorca, 1959

Parker emprende un camino hacia Marie.

Varias Marie después se planta ante el/un espejo y descubre con asombro que él ya no es, que esa Marie no era (ni la otra, ni la otra) y que está en el principio del camino justo cuando estaba a punto de terminarlo. Teme haber caminado en círculo.

Entonces Parker se enfada con el mundo (y con Marie) y a destiempo se propone buscar ese conocimiento que había confundido con un refugio maternal, el solaz erótico, la mirada asombrada, la arrobada, el eco, el asentimiento y la concordancia. A falta de otras posibilidades intenta redescubrir a Marie.

Parker sabe (no lo sabe) que Marie no  puede darle (todo) lo que él necesita. Parker sabe (no lo sabe) que no hay una Marie en el mundo que pueda darle lo que él mismo no sea capaz de darse. Después de muchas vueltas, disgustos y decepciones Parker sabe que no sabe.

lunes, 6 de mayo de 2024

El enfado de Parker

Phil Loach. Miami cafe on the High Strteet, Brierley Hill, Dudley, England 1976


Parker está enfadado con el mundo (y con Marie). A destiempo se propone buscar la luz, el conocimiento que había confundido con un refugio maternal, el solaz erótico, la mirada asombrada, la arrobada, el eco, el asentimiento y la concordancia.

A falta de otras posibilidades intenta redescubrir a Marie.

Parker sabe (no lo sabe) que Marie no  puede darle (todo) lo que él necesita. Parker sabe (no lo sabe) que no hay una Marie en el mundo que pueda darle lo que él mismo no sea capaz de darse. Después de muchas vueltas, disgustos y decepciones Parker sabe que no sabe.

domingo, 5 de mayo de 2024

Parker ¿sabe o no sabe?

Phil Loach. A man constructing a manhole. Brockmoor, Dudley, England 1976

Parker sabe (no lo sabe) que Marie no  puede darle (todo) lo que él necesita. Parker sabe (no lo sabe) que no hay una Marie en el mundo que pueda darle lo que él mismo no sea capaz de darse. Después de muchas vueltas, disgustos y decepciones Parker sabe que no sabe.

sábado, 4 de mayo de 2024

Parker y la concomitancia suprema

Ferdinand Leeke  1859–1923


Concomitancia : Acción y efecto de acompañar una cosa a otra, u obrar juntamente con ella.

Parker concomita, siempre que puede concomita, aunque esté mal dicho, aunque no se deba decir, es decir, busca obrar juntamente en cuanto puede. Obrar es un amplio concepto pero usted que conoce a Parker sabe a qué me estoy refiriendo. Parker es un concomitador en el más amplio sentido de la palabra, mucho más amplio si cabe dado que la palabra no existe, es igual, la inventamos, la toleramos, ¿sí?, muchas gracias (en nombre de Parker y en el mío propio).

Parker busca la concomitancia frenéticamente, se le acaba el tiempo, cree que se le acaba el tiempo y busca la belleza debajo de la vida que vive, que le vive, que le supera como una ola inmensa, que le derrota, que sabe que quiere (querer), que no sabe (del todo) lo que quiere pero que siente que el corazón se le escapa por los poros, que quiere comerse la vida y la vida le está comiendo a él como una tribu de antropófagos ansiosos y deja banderas aquí y allá, lucha en varios frentes sin saber que ha perdido todas las batallas (la guerra está perdida aún antes de empezarla) y se protege con corazas de aluminio, con gorros de bufón, con trajes que no son el suyo, que se le quedan cortos o largos, que le tira la sisa, que está aburrido de estar vestido de quién no es, que no quiere más que pasear desnudo por una playa (no tiene que ser necesariamente una playa, matiza) y sentir el viento de Groenlandia alborotándole los bigotes.

En busca y captura de la concomitancia Parker es capaz de casi todo (que selo pregunten a Marie).

 

viernes, 3 de mayo de 2024

Parker viaja en metro

Edouard Boubat. Place de I'Opera, Paris, 1953.


Parker había entrado en el metro por la estación de Albia y pensando en sus cosas hasta llegar a Erandio no se percató de la bella dama sentada frente a él.

Cruzaron sus miradas y Parker desvió la suya a la negrura fuera del vagón. Aquella mujer le recordaba a alguien. Durante el trayecto volvió a mirarla varias veces con disimulo y sí, estaba seguro, la había tratado antes.

En Algorta coincidieron en la puerta de salida, Parker le cedió el paso con una sonrisa. Ella dijo gracias y ese fue el comienzo de una conversación por los túneles abovedados camino de la luz.

¿Nos conocemos? -preguntó Parker.
Sí -contestó ella.
Estaba seguro –dijo él.
Estás muy cambiado, John –dijo ella.

Parker pensó que debía estar muy cambiado para parecerse a un John desconocido pero le siguió el juego. Habló de temas triviales, cuentos de ancianos perdidos en un bosque, niños prisioneros en casas de chocolate, senderos de piedras reluciendo a la luz de la luna, las calles húmedas, el eco de pisadas en la noche, películas chinas, el rocío temblando en las hojas de loto, esas cosas.

Ella escuchaba con atención mientras caminaban por las calles desiertas de una urbanización inmensa, impersonal, parte de una ciudad dormitorio.

John, ¿quieres venir a mi casa? -dijo ella.

Y Parker dijo que sí ya que no tenía nada mejor que hacer. Ni siquiera sabía qué hacía en aquel lugar, con flores blancas en la solapa de la gabardina de grandes botones, con ranas entre los juncos de un insólito arroyo cercano.

Llegaron al portal y a la luz de las lámparas fluorescentes Parker se sintió tenso, ella era hermosa y el amor revoloteaba entre los buzones de la correspondencia y una bombona de butano en una esquina. En el ascensor quiso abrazarla (a la mujer no a la bombona) pero un “espera, cariño” le dejo mirando al suelo.

Pasa y ponte cómodo –dijo ella.

Parker pasó hasta una minúscula sala y se quitó toda la ropa.

Ella volvió con una bata corta que dejaba al descubierto unas piernas interminables.

Parker se acercó a ella.

Ella se acercó a Parker.

¿Estás cómodo así, desnudo? –preguntó.

Sí –contestó Parker.

Bien, prepárate –dijo ella mientras del cajón de un armario sacaba varios folletos y un cuaderno de tapas duras-. John, cariño, de todas estas cosas ¿Qué te interesa? –y extendió sobre una mesita baja los papeles con fotografías de artículos diversos.

Media hora después Parker esperaba en el andén de regreso. Vestido, claro. Había comprado una cubertería levantina de cien piezas, una colección de chuchillos japoneses, toda la gama roja de Tupperware, un kit de supervivencia, una balsa hinchable y tres docenas de preservativos finlandeses garantizados contra fugas radiactivas, total 1.563 euros.

Parker silbaba mientras enfilaba la cuesta de Ibáñez de Bilbao. En el fondo, muy en el fondo de sí mismo, sabía que nunca espabilaría. 

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