Reciclaje (2)
Tengo una enfermedad, veo el lenguaje.
(Roland Barthes)
Zao Wau-Ki
Contarnos cuentos cada día es un vano ejercicio de torcer la cintura a derecha e izquierda, el que se mueve no sale en la foto, ir del coro al caño y viceversa, un engaño, chicos, un engaño.
Creerse el personaje es ser nadie, lluvia, polen, burbujas en el barro, dulces hechiceros ardiendo en fuegos sin humo, sin hogueras, sin censores que delimiten las miradas, mirada hacia ese lado donde no pasa nada interesante excepto el tiempo, el que no es nuestro.
No es deportivo salir a las riberas cuando llueven oropéndolas con la cola amarilla, no lo es, aunque enseñar las piernas en Sanlucar no está bien visto y sin embargo he corrido esta mañana –el sábado- sin mas apuro que el jadeo, la frente roja, algún aplauso, dos zumos de tomate y no podía domar a las rodillas que ya....no se arrodillan.
Palabras de ceniza, perdí el pasado, perdí con ella la palabra, eso si que duele no lo otro, perder la sexual lengua del decir, de contar, de abrir hasta la puerta del infierno, el mío, y los cielos, miedo, sueños, recuerdos de infancia, mis tías, las calles del barrio, dos amigos, una novia a la que no besé jamás en el ombligo. La palabra, chicas, zumbando en los oídos como un intenso miembro entrando y saliendo en el cerebro con alambres y caminos, cuadriculado, con señales de stop, así nos luce, una blanca nube, luego negra, después la lluvia, la tormenta, inundaciones, hasta aquí llegó la riada hace unos meses, el barro sepultó el jardín de voces.
And.
Giulio Cesare, Haendel y un discurso roto aún me llena de llanto.
Domingo de elecciones.
Zao Wau-Ki
(Pere Gimferrer)
3 comments :
BELLO, muy bello...
La bestia es el alimento del intelectual, todo uno, incluido el bosque atrevido de cuerpo y mente. Has sintetizado bellamente en qué consiste ser humano.
Si después de esto no quieres hablarme lo entenderé perfectamente.
Elijamos, aunque solo sea por los sueños de quienes lucharon para conseguirlo.
Un abrazo
Sí, elecciones con muchas ganas de renegar y muy pocas de nombrar. Harta de que me tomen el pelo con ese acto que dicen es libertad, es democracia. Sin ninguna gana de hacer lo que me dicen que haga esos cuantos que viven de que yo les nomine, pobres ellos mismos prisioneros no del lenguaje como tú, que se te nota atrapado, enfermo como Barthes por ellas. Condenados, ellos, al discurso de ideas, a las promesas descreídas e inmoladas ante el santo señor del mercado. No tengo ninguna gana, prefiero quedarme aquí o allá, triste o alborozada entre estas y esas y aquellas, hermosas palabras de entonces y ahora, habitadas de lodo y lloro, sí, o risa, sí, con sombras o brillo, humilde o espléndidamente aferradas.
No tengo ninguna gana, pero voy.
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