Cabeza a pájaros.
...Éramos, constituíamos los alienistas, un número muy limitado de facultativos y mucho menos curiosos y depravados que hoy, ¡le ruego que me crea!...Ninguno de nosotros intentando entonces estar tan loco como el cliente...Aún no había aparecido la moda de delirar con el pretexto de curar mejor, moda obscena, fíjense, como casi todo lo que nos llega del extranjero...
(Viaje al fin de la noche.- Louis Ferdinand Cèline)
Sonia era morena, huraña, apenas hablaba. No sé cómo pude dormir a su lado durante tantos meses.
Cuando me dejó, mi tía María Luisa mientras planchaba mis camisas, me sugirió – necesitas un pájaro-.
Al año siguiente me abandonó Chus. Con ese nombre, sin cortarse, dijo que era un aburrido y un maniático, que prestaba más atención a mis libros y discos que a ella. Aunque las tres cosas eran ciertas me molestó, no tanto como para caer en una depresión, pero sí para estar permanentemente triste.
Al verme así, mientras me enseñaba a preparar huevos con bechamel, mi tía María Luisa repetía –tengo la solución, un pájaro-.
Era sábado y muy temprano me despertaron varios timbrazos. Abrí la puerta medio dormido y ahí estaba mi tía con un pingüino . Ante mi sorpresa, me dijo que era lo que necesitaba, que este animal me ayudaría a combatir la soledad. Y se fue.
Pasé al pingüino al salón y allí nos quedamos los dos, mirándonos sin saber qué decir, era bizco y tenía el pico triste. Como era invierno, lo primero que hice fue apagar la calefacción y ponerme un jersey, después abrí una lata de berberechos, que era lo único adecuado que había en la despensa para una supuesta dieta del ave. El pingüino ni la miró y entré a Google para conocer las costumbres de estos bichos.
Ya instruido, en el centro comercial compré krill, sardinas y calamares y volví a casa con la idea de ser un buen compañero para mi nuevo huésped. Me puse un abrigo, dejé las ventanas abiertas y una generosa ración de pescado en un cuenco. El pingüino palmeó, me miró con ojos agradecidos y se zampó su ración, después se quedó dormido apoyado en la tabla de planchar.
Han pasado dos semanas y entre nosotros se ha creado una buena amistad. Me recibe cuando vuelvo del trabajo y se queda a mi lado, silencioso pero atento, no pide nada y es cariñoso. A veces se mete al frigorífico y está allí horas, me da miedo que se ahogue. Me está saliendo un poco caro en la comida, se ha vuelto un sibarita, tengo que pelarle las gambas ya que de otra forma no las traga, pero me da tanto afecto que me enternece. En este pueblo hace mucho frío, los domingos me lo llevo al estanque, allí el pobrecito está muy a gusto. Cuando llegue el verano no sé dónde lo llevaré.
No he vuelto a tener novia pero mis sobrinos están encantados cuando me visitan. Me he apuntado a un club de propietarios de mascotas y allí he conocido a Mariam que tiene dos, pingüinos, y unos ojos verdes preciosos. Como siempre va muy abrigada no sé bien cómo es, pero creo que me estoy enamorando.
Nunca podré agradecer bastante los consejos de mi tía María Luisa.
La vida sigue.
(Y este relato)
13 comments :
Pues una enorme sonrisa temprana con este comienzo de relato tuyo.
Me acordé del chiste de aquel que tenía un cerdo como animal de compañía para calentarle la cama y que, ante el comentario de alguien que se enteró del hecho: "Lo peor es el olor", replicó: "Pues que se joda".
Claro que con un pingüino no es lo mismo.
Que siga.
Un abrazo.
Muy bueno ybris he empezado el dia con una carcajada.
Muchas gracias. Feliz semana
Un abrazo.
¡Qué linda historia, tierna! Tan suaves los pingüinos, seguro te dió clases de natación...perdón, quiero decir "clases para perfeccionar tu natación".
Quizá la chica de los ojos verdes, debajo de sus abrigos, esté cubierta de un suave plumón, tibio y acogedor.
Besitos, a repartir con el pingüi.
Virgi, me alegro que te guste. A mí no me parece tan tierna, al menos no ha sido mi pretensión al escribirla (pero cualquiera sabe).
La realidad es que me he basado en un amigo pingüino de la cuadrilla que no solo me puede dar lecciones de natación, sino de comer bacalao al pil pil, de preparar cocochas de merluza en salsa verde en el txoko y de poner cara v de palo cuando le hablo de emociones. Es que aquí, en el norte, algunos somos muy machos, prácticamente no demostramos nuestras emociones, cuando algo se agita aquí dentro nos limitamos a mirar al mar y esperar que pase el frío. En realidad hablo de mí mismo, no conozco las reacciones del resto de integrantes de la peña de amigos del pingüino.
La chica de ojos verdes…ay si yo te contara de esa chica.
Besos de lunes.
Pedro Glup que estás en la blogosfera
Acuérdate de nosotros los pecadores
los que hemos llegado a comentarnos a nosotros mismos
Te rogamos por nuestra salud fisica y mental con el buen propósito de que nos regales un pingüino
A ti solo adoramos
Tú el santo tío, rey de nuestras
imaginaciones, del mar con olor a sardinas y las estrellas del Universo.
Amén
PD: Es la primera vez que escucho decir que una mujer tenía por defecto que no hablaba; a mi me djó uno porque lo hacía demasiado.
Sus palabras textuales fueron (es que no se me puede olvidar)
"Si no hablaras tanto serías la mujer perfecta"
Por supuesto aún lo odio
Santo Glup, te ruego también por esto, perdóname por odiar a un capullo
La verdad, que da un gustazo terrible, leeros por la mañana temprano, y cuando a medida que se va perdiendo algo de luz, por diferentes circunstancias, incluidas los pájaros en la cabeza...
Volver a releer te llena de alegría, eres genial, pero mucho, y no sigo contando más porque me descubro toda enterita...
Todas las aquí presentes, y todos los aquí presentes sois la caña...
Nitké todavía me río. :-) buen día soletes...
Sonia apenas hablaba, pero el pingüino ni la piaba. Uf, Pedro, que tipo más solitario y triste (me recuerda a "Sevilla", personaje de Brice Echenique), pero bueno a éste tuyo le puede salvar la esperanza verde de los ojos de Mariam. Al final la tía Luisa casi tiene razón, los caminos por los que conducen los pingüinos son inescrutables.
Besos con sonrisa
Tus comentarios están en el top.
Me parto, muchas gracias.
(Con voz de Al Pacino) Eres buena, tía, eres buena,
Habla lo que quieras.
Y no odies Nikté, solo conseguirás no poder olvidarle. Aunque sea en negativo.
Mirada, si te vas a descubrir toda enterita avísame.
Tú sí que eres un sol.
Beso cada rayo.
Shandy, es que un pingüino alegra mucho la vida.
Si lo sabré yo.
Un beso gélido.
El “Viaje al fin de la noche” no puede terminarlo cuando quise leerlo, por casa anda, pero... siempre que busco algo, un libro por ejemplo, por las estanterías, se me aparece, como si cambiara de lugar, como si persiguiera mi mirada, como si me recordara un trabajo todavía no terminado. Hay libros que son una tarea leerlos, una labor.
Por casa anda, nunca mejor dicho.
Saludos.
Te entiendo El peletero. empecé “Viaje al fin de la noche” y no pude pasar de la página 50.
Lo aparqué en una estantería y cuando pasaba a su lado me chistaba, me miraba con gesto displicente, “flojo”, parecía decirme entre páginas.
Me fui al Caribe y me lo llevé –en serio-. Entre aviones y relajo bajo las palmeras le leí, disfruté y terminé. Un magnífico libro.
Me pasó lo mismo con “Vida secreta” de Pascal Quignard. Lo dejé en la página 27. Me fui a Londres y lo disfruté enormemente (además de otros disfrutes, claro).
Hay libros que solo puedo leer en los viajes.
Por eso me gusta tanto viajar.
Un saludo.
Creo que voy a buscarme un buho. Quiero aprender más sobre esa forma de enternecer sin pedir nada siendo cariñoso. Espero que no duela la desculturización.
Un abrazo.
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