jueves, 17 de septiembre de 2009

Dos gallos.

Puedes acariciar a la gente con palabras. (F. Scott Fitgerald)




Lo conté aquí.
Hace unos años me entrenaba en el club Deportivo. Era bueno, muy bueno, nadaba rápido. En aquella pequeña piscina de 25 metros logré triunfos importantes, me acostumbré a ver mi nombre en los periódicos. Los dorsales y tríceps bien marcados me permitían pavonearme. “Es nadador”- decían mis amistades.
En la playa hacía absurdos alardes, me iba nadando hasta las boyas que marcaban los límites, intentaba salvar a los imprudentes, rescataba a los ahogados con sus cuerpos deformados que flotaban más allá de la entrada del puerto.
Como aquella tarde que saqué del agua a un hombre que tuvo un ataque al corazón cuando se bañaba con sus hijos pequeños. A él no pude salvarle la vida pero sí a los tres niños que gritaban entre las olas.
O aquel grueso surfista que se quedó sin tabla y la resaca lo llevaba hasta el acantilado. Fue peligroso pero conseguimos salir. Ni me dio las gracias.
Tengo muchas de estas historias, pero no es esto lo que quiero contar.




Álvaro era la estrella del club Naútico de Portugalete. Practicábamos las mismas especialidades, crawl y espalda. Sus marcas eran parecidas a las mías.
Coincidíamos en edad pero no en lugares de ocio, él vivía en la margen izquierda. Era guapo.
En los juegos provinciales, en 100 metros libres me ganó por una décima. En los previos a la olimpiada le saqué cuatro décimas en 100 metros espalda.
En el borde de la piscina ni siquiera nos mirábamos.
Una noche coincidimos en un garito de Santurce. Mis amigos me lo hicieron notar –ahí está Álvaro-. Pero no nos hablamos.
Fue cuando salía con Karmele.
Estábamos en un club, bailando. Al sentarnos, en la oscuridad de aquel antro apareció Álvaro, se dirigió primero a ella –te gustan los deportistas, ¿eh?-.
Después me miró, extendió su mano y dijo –hola, Pedro.
Nada más, no dijo nada más.
Marcó territorio, me hizo saber que había salido con ella.
Un mes después empecé a trabajar, dejé la natación, a Karmele, no volví a ver a Álvaro.


Los años han pasado.
No he llegado a nada, sigo en el almacén. Me piden clavos y sé en qué balda están y cuantos tenemos. Me piden pernos y lo mismo. No necesito ordenador, tengo memoria. Ahora la empresa está pensando en ofrecerme una jubilación anticipada.
Tampoco me he casado, tuve relación con una mujer varios años pero me dejó por un oficinista, un estrecho que vivía en el centro. De esto hace tiempo, de todo hace tiempo.
Tengo amigos, una cuadrilla, tomamos vinos por el Casco Viejo.

Anoche le vi.
En realidad me vio él.
Se acerca un tipo y me dice –hola, Pedro-.
No reconocí a aquel individuo mal vestido, con barba de varios días, con pinta de colgado.
Soy Álvaro- me dice.
Perdona, no te conozco- y seguí hablando con los colegas.
Se marchó con paso vacilante, parecía estar bastante perjudicado.
Una semana después no me lo puedo quitar de la cabeza.
¿Por qué fingí no reconocerle?
Si él está así ¿cómo estoy yo?
Esta puta vida es una ruina.




26 comments :

virgi dijo...

La razón por la que te saludó será parecida a la que tenías para no saludarlo.
Todos tenemos cadáveres en el armario.
Muaks entre brazadas!

ybris dijo...

Leer y leerse tantas veces se solapan.
Sobre todo cuando se llega a playas en que la placidez es recuerdo hasta de lo no vivido, de todo aquello que quisimos ser o que imaginamos o que fuimos.
Y entonces cuenta uno hasta los tachones que hemos dado a lo pasado.

Relatos hondos los tuyos.
A mí me llegan hasta dentro.

Abrazos.

Arantza G. dijo...

Fantasmas del pasado que nos recuerdan de vez en cuando quienes somos y de donde venimos.
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

virgi, es que en el armario se encuentran cosas singulares.
Por eso hay tanta gente que sale de ellos.
Besos a mariposa

Pedro M. Martínez dijo...

Contigo tengo confianza ybris, esto que cuento hoy es (en buena parte) real.
O de tanto contármelo me lo he creído.
La parte no inventada es la más bonita.
Álvaro además de guapo era jodidamente listo. No tanto como para no caer en el caballo. La última vez que le vi ya no era guapo, pero seguía siendo listo, estando jodido y al borde de todo.
“Entonces” nos hablábamos, ahora caminamos por senderos muy diferentes. Apenas nos hemos cruzado una o dos veces.
Sí le hubiera saludado, claro, sin poder evitar un posible sableo.
A algunos la vida les trata mal, tanto como ellos tratan mal su vida.
Pero no me veo con derecho a juzgar a nadie.
A abrazarte, sí.

Pedro M. Martínez dijo...

Lo malo es dónde vamos Arantza G..
Todos al mismo sitio
Besos

moderrunner dijo...

Muy bueno; lo que no querías contar y lo que se ha filtrado a tu pesar, me ha gustado mucho. Mucho

Un abrazo

mirada dijo...

Impresionante mirada, la de la fotografía de cierre.
Es tremendo lo que nos cuentas.
Un abrazo enorme, enorme.

Pedro M. Martínez dijo...

moderrunner ¿a mi pesar? , esto es un blog, no un diván, no un confesionario, esto es literatura, buena o mala pero intentando divertir, interesar.
Cierto que no todo me lo invento pero es que contar la verdad puede ser aburrida, o increíble, o molesta para alguien.
Si te puedo decir que no he vivido, no vivo sentado.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, es que vivir (según cómo) puede ser impresionante.
¿Te parece tremendo? ¿Qué? ¿Mis logros en una piscina? ¿Qué no le saludase?
Jajajajajajaja, eres muy sensible.
Te beso mucho

Arantza G. dijo...

Sabemos cúal es nuestra meta, temo el camino que nos lleva a ella.
Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Pues Arantza G., creo que no hay nada que hacer.
Disfrutemos cuanto podamos (sin olvidar nuestras obligaciones, claro)
Un beso.

mirada dijo...

joooooooo ¡qué preguntón!
Eres tremendo, tú, tú....

;-)

pepa mas gisbert dijo...

Si le reconocías a él, te reconocías a ti.

Un abrazo

Divertidas las fotos de Pamela Reed y Mathew Rader

Anónimo dijo...

Querido amigo :)
Tal vez eso nos ocurra a todos alguna vez, y no todos lo percibimos de la misma manera.
Un grande, como siempre. Te quiero mucho, Pedro.
May

Tesa dijo...

Jo, que historia más triste.
Si así están los de Bilbao -que son la ostia- ¿cómo andaremos los demás?

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

Desde mis BLOGS:

--- HORAS ROTAS ---

y

--- AULA DE PAZ ----

quiero presentarme

en esta nueva apertura

del eminente otoño.

Tiempo que aprovecho

ahora para desear

un feliz reingreso en

la actividad diaria.

Así como INVITAROS

a mis BLOGS:

--- HORAS ROTAS ---

y

--- AULA DE PAZ ----

con el deseo de que

estos sean del agrado

personal.

Momentos para compartir

con un fuerte abrazo de

emociones, imaginación y

paz. Abiertos a la comunicación

siempre.


afectuosamente :



--- TE SIGO : GLUP 2.0---













jose

ramon…

Pedro M. Martínez dijo...

Mirada, vale, vale, también soy más cosas.
Por ejemplo, tu amigo
Guapa.

Pedro M. Martínez dijo...

Oye, mi nombre es alma, que´s un cuento
O casi.
Pero sí, el tiempo, el implacable, el que pasó, solo una huella triste nos dejó
Un abrazo

Pedro M. Martínez dijo...

Ya, ya, May te debo una larga carta contándote
Estuve en agosto de acá para allá y aunque no te lo creas, aún no me he recuperado.
Pero te contaré todo.
Muchos besos, muchos.

Pedro M. Martínez dijo...

Tesa te refieres a la segunda parte ¿no?
Es que en la primera no sabes cómo me/nos aplaudían.
Claro, eres un crío y te lo crees.
Luego pasa el tiempo y te dedicas (entre otras muchas cosas) a reescribirlo, a reinventarlo.
O así, (que se dice por aquí)
Los de Bilbao, como en todos los sitios, unos somos así y otros asá.
Pero gracias.

Pedro M. Martínez dijo...

D. Jose Ramon Santana Vazquez
Gracias por seguirme.
Tiene mérito, corro mucho

¿Te has quedado a gusto?
Un saludo.

LA ZARZAMORA dijo...

¿De qué está hecho el tiempo?
De relojes, "sabliers", y segundos, que nos recuerdan imprudentes, todas las historias que no queremos contar y no obstante, contamos.
Esta puta vida, es una puta divina, y es lo que hay.

Besos noctámbulos, Pedro.

gaia07 dijo...

Esta puta vida te responde de la manera más implacable siempre, unas veces sorprendiéndote dando la razón a tus dudas, y otras, mostrandote cuán humano e imperfecto eres. Solo es necesario tener la paciencia suficiente.

Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

eva-la-zarzamora, divina pero cara.
Ocurre que engancha.
Al hilo de esto –un día lo escribiré- hace poco en televisión salió un individuo diciendo que él “iba a putas” (qué fea definición) habitualmente. “Como todos los españoles”, añadió el tío. Y lo decía absolutamente convencido.
Por mi parte, debo decir que no, que nunca (aunque alguna relación me ha salido una pasta, jajajajajaja).
En fin, viernes. Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

gaia07 paciencia es lo que menos tengo, pero capacidad de sorpresa sí. Estoy todo el día con los ojos como platos.
Un beso.

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