domingo, 25 de marzo de 2007

Extraña canción.


Bilbao. Yo, cuando era joven, / te ataqué violentamente, / te demacré el rostro, / porque en verdad no eras digna de mi palabra, /sino para insultarte, / ciudad donde nací, turbio regazo / de mi niñez, húmeda de lluvia / y ahumada de curas, / esta noche / no puedo dormir, y pienso en tus tejados, / me asalta el tiempo huido entre tus calles, / y te llamo desoladamente desde Madrid, / porque sólo tú sostienes mi mirada, / das sentido a mis pasos / sobre la tierra. (Blas de Otero)

Nena, dicen que esta canción es extraña - no lo entiendo- pero sólo es el primer peldaño y las monedas se han detenido en el aire, inmóviles, no puedo pagar y las manos quedan tendidas esperando el premio o la limosna, el justo precio o el cumplimiento de lo pactado, ignorando que en el silencio frente a la isla quedó todo dicho, nada hay que añadir.

Y el regreso por carreteras húmedas que ya nunca, el chalet sobre la playa negra, el tiempo contando días monótonos, esos días apilándose en el cuarto oscuro de no recordar, la despensa en casa de mis abuelos, mi madre en el puerto, tejiendo, hilandera de la perpetua espera, siempre esperando, mi madre sembrando amor mientras esperaba; mi padre, solo, en la proa de esa barca que cabecea en la bocana del puerto; la atalaya desde donde le regalé a ella cincuenta estrellas y un poema; euskera comanche y partidos imaginarios de cesta punta en el frontón. ¿Cómo volver a ese pueblo triste y frío?


Mermelada amarga, tomates rojos, ciruelas, hoy es uno de esos días en los que uno se esconde para llorar el recuerdo de los ausentes, tapia sus ojos, se cierra con candados y clavos y voy a escribir su nombre por todas mis paredes- sigo sin entender- para no olvidarlo, para salir a las calles y cantarlo con ecos en los portales, nostalgia del futuro si esto es posible, caminar las horas como si fueran la última, aferrarse al optimismo como ceguera, gritar para no escuchar los gritos y, nena, dicen que esta canción es extraña.

No lo entiendo.



15 comments :

Tempus fugit dijo...

El calideoscopio del recuerdo tiene colores, olores, luces y músicas que se forman, deforman y conforman dependiendo del giro que le demos al corazón. (o algo así)

UN ABRAZO.

Misántropo dijo...

Esa canción no es extraña a ningún lugar, nene; porque se refiere a un lugar común.

Lo has dicho tú mejor que nadie, en boca de Blas de Otero.

Y en tu propia boca: "Nostalgia del futuro" Pues ¡anda que no es posible eso ni ná!

Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Exacto, De cenizas es así mismo, mueves el corazón y se ve el cielo, lo mueves otra vez y se ve ese pueblo dónde gritan las gaviotas y los recuerdos. Un día lo vuelves a mover y solo se ve olvido.
Debe ser la hora menos.
Gracias por tu abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

Misántropo Blas tenía esas cosas, añoraba a ese Bilbao que no le entendía (creo que ahora tampoco le entiende. Si es que alguien sabe quién fue)
Arrebatadamente te persigo.
Arrebatadamente, desgarrando
mi soledad mortal, te voy llamando
a golpes de silencio. Ven, te digo
como un muerto furioso. Ven. Conmigo
has de morir. Contigo estoy creando
mi eternidad. (De qué. De quién). De cuando
arrebatadamente esté contigo.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te llamo
a golpes de agonía. Ven. No quieres.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te amo
a besos de ansiedad y de agonía.
No quieres. Tú, que vives. Tú, que hieres
arrebatadamente el ansia mía.


Nostalgia del futuro, como intención es buena ¿eh?
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Blas de Otero, Bilbao. Elachove, tú. La nostalgia, el recuerdo, aunque sea del olvido, siempre es presente.

El futuro, creo, es otra cosa, en relación con ¿el deseo? muy diferente: con el deseo entra el querer, el poder y la acción.

(Divagaciones filosóficas)

Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio un círculo. El futuro no es. El deseo ¿el tuyo? ¿el mío?.
Más Blas.
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Anónimo dijo...

Requetemás:

"Puede ser que estemos ahora llegando, que hayamos estado aquí antes,
Y todo puede ser
Y puede ser que no sea esta calle."

Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio es que no es una calle, lo de alrededor es agua –muy fría, por cierto– y en ese barco que se hunde se lee “Titanic”.
Ahora lee y nada.

Anónimo dijo...

Debo cambiar de gafas, no veo ningún Titanic, agua sí, la que rodea Elanchove: cualquier día voy allí y sí, me pongo a nadar.

Leída estoy.

Pedro M. Martínez dijo...

Magnolio intentaba ser una broma.
(“Calla, niño y sigue nadando”)
A veces no coinciden nuestros sentidos del humor

Camille dijo...

Pues sí,es verdad.Coincidimos, Glup! y en más de lo que crees. Qué bonito Elantxobe!

Blas estaba dolido, resentido, agonizaba de esta ciudad maldita..
Desde el exilio todo es más duro y más desde Madrid, que no tiene mar..

Camille dijo...

Por cierto, Fito hizo una canción, de Bilbao, basándose en ese poema. No es lo mismo, es cierto. Pero la intención es lo que cuenta.

Saludos

Pedro M. Martínez dijo...

Camille ¿tú crees que creo?
Elantxobe es muy bonito para desde el mirador decir ¡qué bonito! (y luego irse a comer a Lekeitio)(pueblo pequeño, infierno grande)
Blas estaba dolido de muchas cosas, sí, pero tampoco tenemos tantos poetas aquí como para empezar ahora con tiquismiquis.

Fito ha hecho muchas cosas, por ejemplo este blues:

Cantalojas (Platero y tú)

Por el puente Cantalojas
a las doce menos diez
se ha asomado un borracho
para ver salir un tren;
su mirada estaba triste
pues mi amor se ha ido en él.
Una chica de las Cortes
ya cansada de vivir
aguantando a este borracho
se ha pirado "pa" Madrid;
ya no quiere dar más besos
disfrazados de carmín.
Por el puente Cantalojas
a las doce menos diez
se ha asomado un borracho
para ver salir un tren;
su mirada estaba triste
pues su amor se ha ido en él.
En el puente el silencio se puede cortar,
ha roto una botella y se ha puesto a llorar,
y se va caminando buscando un hogar;
ni la luna le guía lo podrá encontrar.
¿En qué coincidimos? Me has dejado intrigado.
Saludos bajo el sirimiri (o así)

Camille dijo...

Soy una descreída, en realidad

Yo lo hacía al revés, Lekeitio es precioso pero me gustaba comer en Elantxobe o en Pedernales o en Gernika o en Ispaster o en..... Por aquél entonces también es verdad que vivía en Lekeitio, claro...

No te intrigues. Ha sido un deja vú al ver la foto de Elantxobe y el poema de Blas de Otero.

Pedro M. Martínez dijo...

Camille yo, en cambio, nunca lo he hecho al revés.
Y en mi descreimiento, he creído que podías ser mi hija, o mi abuela, o aquella chica del bolso rojo. Feliz fin de semana (aunque llueva)

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