martes, 6 de marzo de 2007

Tu voz.

Tu voz me mata, me desarma, me inmoviliza, me abraza, un ratón entre las garras del búho, me seduce, me hipnotiza, pobre ardilla ante los ojos de una serpiente, me rompe como si estuviera atado a cuatro carros de mulas, abona las flores de mi esperanza, me excita, tanto; trae tus caderas a mis ávidos brazos, me hace soñar, me acaricia, me disturba, me gusta, me gusta tanto, abre mis ventanas de par en par y se cuelan por ellas el sol y las dos lunas de Marte, me hiere dulcemente la afilada daga de tu voz, me golpea con manos de seda, me agita, una a una caen gotas de acero líquido sobre mi frente, se desbordan ríos cálidos por el cuerpo; como dicen que ocurre el segundo antes de morir, pasan por mi cabeza cada una de las veces que nos hemos amado; se desbocan los potros de mi deseo, se pierden cabalgando por fértiles campos de alta hierba; se abre la puerta de la imaginación y escapan todos los pájaros amaestrados, los que me cantan por las mañanas, los que alegran mis noches, el gavilán de tu prudencia se los come, en el aire, sin tiempo para posarse; mi caballo de lujuria se encabrita y piafa, babea y emblanquece sus belfos, el elefante asiático de tu realismo tapona la calle y no tengo hueco por donde pasar, ni lugar donde hacer cabriolas; me lleno de ay, como un cantaor flamenco, me vuelvo Camarón, suenan guitarras en mis oídos, yo soy una guitarra que tañes con esa voz hoy tan musical, como un aria desde el balcón de Julieta, no tomes el veneno, como un canto de bellas sirenas posadas en la roca de tu habitación que tan bien conocía; tu voz evocando los años pasados, tu voz lejana, cruel, de aristas, voz de modelo de Versace; tu cuerpo desnudo ondulando sobre aquella cama, precisamente sobre aquella; voz de ángel exterminador, voz de rencores y reproches -no me llevaste, no me diste, no quisiste, no pudiste, no fuiste capaz, no, tú no, pobrecito mío-; voz de reina de oriente y occidente, voz que me ata y remata, que me empareda, que me llena de gatos negros, de tarántulas, de ecos de mundos olvidados, de noches recordadas, de días arriba y abajo junto a la casa nueva esperando tu llamada, de caminar por la cuerda floja de mi cordura, de mis más luminosos días, de los más sombríos, de mi éxtasis, de sentirme pequeño entre tus brazos, de sentirme gigante contigo entre los míos, de ser capaz de saltar desde la más alta torre sabiendo que extenderías tus alas para amortiguar mi caída, aviadora de mediana edad que atravesaste mis océanos, mis desiertos, geóloga que entraste a mis cuevas más recónditas, a las más profundas, que me llevaste de la mano a lugares de mi interior que desconocía, de los que jamás había hablado a nadie, ni siquiera a mi mismo; tu voz es como un suspiro de los dioses, una uña subiendo por mi espalda, un hálito de la eternidad, abrir la caja de los truenos, como la lluvia del sur que arrastra todo en torrenteras, como ese hielo en la carretera, patinan mis carruajes, chocan contra los taludes, mueren los conductores; tu voz me deja en la jaula y tira la llave al fondo del lago donde aparece, trémula, la airada señora de la venganza; tu voz me llena de moratones, de estigmas, de huecos en los muslos, de telegramas, de pensamientos blancos, de nubes de tormentas sobre el abra, de pensar y pensar en ti cuando corro y te veo vestida de azul y sonrisas, olvido que tu puerta está llena de cerrojos. Tu voz de hoy, la de hace un rato, es la primavera que no llega, el frío de ayer junto al molino, mis jadeos cuando subía la cuesta, mi impotencia de rodillas frente a ti, dos veces, mis lágrimas, mi depresión, mis gritos bajo el puente cuando pasa el tren, mis quejas al cielo aunque están comunicando, mi lastimera queja que yo no, que nunca antes, orgulloso como un hidalgo, como un samurai, como un hombre pobre que no extiende la mano aunque se muera de hambre, como el que fue rico y duerme en los soportales, sobre cartones, sobre el colchón de recordarte sin remedio, irremediablemente atado como el mono que baila al son de un organillo melancólico que maneja un músico cruel, tú misma con barba y sombrero, tu voz me arrastra sobre brasas encendidas, me pone una capucha negra, me quema los ojos como a Strogoff, me da cinco tiros en el pecho, me ametralla, me envenena, tu voz envenena mi delirio, ay ¿qué me ha dado amarte? ¿qué me ocurre desde que te has ido? ¿qué embrujo es este? ¿qué va a ser de mi? sin ti. Tu voz.


12 comments :

ybris dijo...

Toda la vida en una voz:
Reproches, hallazgos, recuerdos. añoranzas.
Quizás ninguna vida sea tal sin una voz que llevarse a los momentos densos.

Un abrazo.

Pedro M. Martínez dijo...

ybris toda la vida es mucho tiempo, demasiado para una sola voz, sobre todo cuando hay un coro detrás, voces blancas, desafinadas algunas, armoniosas otras, bellas voces llenando los días. Ayer escribí sobre una voz (ella ya sabe).
Lo cantaban los Rollings, “es sólo escribir, pero me gusta”.(o algo así)
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Vaya subidón me has proporcionado con este post, ha sido como un doble de café sin azúcar, así a lo bestía y en ayunas eh¡¡ ...

Besosssss

C.A. Makkkafu.

(Este también me lo llevo ¿si?)

Pedro M. Martínez dijo...

Makkkafu. Cuando dices “me lo llevo” ¿qué quieres decir exactamente?
Miedo me das, un día me llevas a mi y luego ¿qué?
Besos, guapa, besos.

Susana dijo...

entra la música de puccini, y lo que estaba leyendo, me han entrado unas ganas lokas de amar, aunque duela...nunca pensé que pudiera describirse tan bien la melancolía...

por cierto,gracias por pasarte por mi blog y tienes razón ,me entraron unas ganas lokas de mandar a mi amiga a paseo...pero al final...caí. Volveré, me gustó lo que encontré, besos su

Luz G dijo...

me turban las voces graves, profundas que recorren mi cuello y me erizan "de profundis".

"mis gritos bajo el puente cuando pasa el tren" Cabaret.

Pedro M. Martínez dijo...

susana no hay un interruptor tan sencillo para el amor (antes, al menos, no había).
Gracias por tu comentario, Su. Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

25palabras en los últimos tiempos me turbo poco, debo estar desganado.
Pero recuerdo esos gritos (no eres tan joven, no)

Rain en ZQ. dijo...

Tu intenso texto con su cadencia de extrañamientos es hermoso.

Gran salute.

Clarice Baricco dijo...

Linda voz tienen tus letras.
Para mi es muy importante la voz, puede hechizarme fácilmente, pero tiene que tener su peculiaridad.
Y se me queda impregnada para siempre.

Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Rain (v.m.t.) es hermosa la cadencia que da el amor.
También, a veces., el desamor.
Me quedo con el primero.

Pedro M. Martínez dijo...

Clarice Baricco seguro que la tuya es deliciosa. Para mi el acento mexicano es irresistible.
Lo comprobaremos en París.
Besos

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