The Island - Walton Ford, (detail) (2009)

sábado, 4 de abril de 2009

Tiergarten.

Es lo que queda:
la perversión final del artificio,
la impostura del arte o su creencia.

(Joaquín Pérez Azaústre)



Una sagaz arquitectura este decir de versos empaquetados en papel de estraza, en miradas, en silencios en la mitad de un puente sin orillas. ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo? soy, lo sé ahora. Dónde voy está claro, la negra dama está bailando bajo la parra.


Pensaba, mientras llega, en despertar a otra dama en su calle aletargada, ser zahorí en su páramo, jardinero para sus huertas agostadas, recibir bendición de luz de su mirada, recorriendo mi cuerpo en desnudez que preparo en músculos que brillan, mis brazos que añoran las cópulas bajo la etérea cúpula del aire, techumbre de cielo, estrellas, gavillas de trigo, lechuzas en las ramas, rumor de otras noches, cuando la lengua buscaba el temblor entre sus piernas, cerrábamos los ojos y las manos recorrían a tientas sus leves pezones morenos, la línea de sus glúteos, los muslos tensos, la espalda estremecida, el hueco del cuello, sus orejas, la húmeda respuesta de su cuerpo, -ven – decía- que no puedo-...

¡Basta!, no quiero recordar.


viernes, 3 de abril de 2009

Prehistoria

Toda tragedia es una meditación pública sobre el hombre,
o si se quiere una meditación política, pero en un sentido radical y etimológico de esta palabra:
examen de las condiciones mismas de la civilidad humana.
En sus formas más rotundas ese examen se profundiza hasta examinar la civilidad humana
contra un horizonte de animalidad y bajo una iluminación “divina”
(es decir, una iluminación que intenta proyectar en un infinito virtual
las leyes de la producción humana del sentido como condiciones inmanentes
y generatrices de ese sentido). En otras y menos ambiciosas palabras,
el tema de la tragedia son las relaciones y los límites entre salvajería,
barbarie y ley. Tal vez la fórmula más breve y general sería decir que
toda tragedia es una meditación sobre la legitimitad de la ley.

Tomás Segovia, “La vida es sueño o la crítica del oráculo” 1



Empieza el día, sube al caballo y levanta la espada señalando al frente, una tropa desarrapada le acompaña, le sigue, gritan y agitan sus armas, rugen las compañías de bárbaros, los rubios guerreros del norte, los taimados exploradores de la estepa, lloran las plañideras, golpean sus cacerolas los hambrientos esperando el botín, no saben que no, que no hay batalla, que él no es un enemigo aunque a veces se siente en el quicio de la puerta con cara enfadada, aunque a veces les tome de las solapas y les pida estrellas, visitas más frecuentes, unicornios.

Salta por el cielo tratando de capturar planetas, se pierde en sus estelas y ya no espera bajo la lluvia, bajo los árboles, no hace falta que diga nada, su ausencia dice que lo quiere todo, que no sabe lo que quiere, que quiere saber, que hoy, que mañana, que sí, que no, que la imaginación ¿qué?, nadie sabe lo que quiere. Y, realmente, ¿a quién le importa?, este post es ya la prehistoria.


jueves, 2 de abril de 2009

Neither.

Cualquier intento de determinar lo que es el referente de un signo nos obliga a definir este referente en términos de una entidad abstracta que no es otra cosa que una convención cultural. (Umberto Eco)


Este tiende a ser un espacio panóptico. Que desde ahí lo abarques en su totalidad. Que abras la (tu) ventana y veas las arterias del verso, cada músculo del cuento, los nervios del poema o el vacío, la estructura de las voces que se superponen, el grito que te llama, esas manos tendidas con dedos que señalan, hurgan, acarician tus ojos del (ayer mismo) 71,4% (es decir, hasta aquí).

Puede ser que la promesa de la fotografía robada, una trayectoria nómada de la mirada, un error, quizás, ginebra (*) o pérdida en el brezal de estas palabras, la simpatía te invite a llegar a otro escalón (7,8% y dos euros).

La evocación trasnochada desde Jeanne Moreau, Ava Gardner o Charo López, hasta aquella perfección de Cardinale en “La chica de la maleta” nos pueden llevar al 6,3% (de 2 a 5 minutos, una proeza).

Ejercicio de alteridad, ponerme ahí, por ejemplo, leerme con tus ojos, ¿qué dice?, comprenderte/me, entrar en la franja del 5,4%, albores del 3,5%, demasiado, alteridad de nuevo y ser yo mismo este día nublado con Henri Salvador, Serge Reggiani y esos Michel Sardou o Cali que compre en Virgin de Champ Elysees, adieu Moustaki, Brel, Branssen, me dejo muchos, pero Rimbaud me empuja con su “Dormeur du Val” (abajo) y me voy a recuperar horas hasta el malvado amanecer del día siguiente. Gracias. (hasta aquí 0,7% + o -).


Sabemos que el tiempo pasa. Una certeza.
¿Qué sabemos de las huellas?


Le dormeur du val

C'est un trou de verdure où chante une rivière
Accrochant follement aux herbes des haillons
D'argent; où le soleil, de la montagne fière,
Luit: c'est un petit val qui mousse des rayons.

Un soldat jeune, bouche ouverte, tête nue,
Et la nuque baignant dans le frais cresson bleu,
Dort; il est étendu dans l'herbe, sous la nue,
Pâle dans son lit vert où la lumière pleut.

Les pieds dans le glaïeuls, il dort. Souriant comme

Sourirait un enfant malade, il fait un somme:
Nature, berce-le chaudement: il a froi.

Les parfums ne font pas frissonner sa narine.
Il dort dans le soleil, la main sur sa poitrine,
Tranquille. Il a deux trous rouges au côté droit

Arthur Rimbaud



miércoles, 1 de abril de 2009

Grieta.


A Jarifa en una orgía (fragmento)

Ven, Jarifa; tú has sufrido
como yo; tú nunca lloras.
Mas, ¡ay, triste! que no ignoras
cuán amarga es mi aflicción.
Una misma es nuestra pena,
en vano el llanto contienes ...
Tú también, como yo, tienes
desgarrado el corazón.

José de Espronceda



El lugar exacto donde comenzó es Burdeos, en Francia.

El pequeño Jean Jacques se escondía de sus amigos en unos de esos juegos que la mayoría de los niños actuales han olvidado. No quería que le descubrieran, conteniendo la respiración estaba tumbado sobre una gran roca aún caliente por el sol del mediodía. Para no aburrirse, con la uña dibujaba rayas paralelas en la superficie de piedra. Fue entonces cuando la vio. La grieta tenía apenas veinte centímetros pero en pocos segundos comenzó a ampliarse con gran rapidez. Jean Jacques se asustó y salió corriendo indiferente a los gritos de sus compañeros de juego que gritaban victoriosos que le habían pillado.

En la siguiente media hora la grieta llegó hasta el pueblo dividiendo en dos la rue Saint Catherine, allí donde se concentra todo el comercio, llenando de espanto a los abundantes compradores de sábado. Se tragó varios coches, a una señora mayor y al gato de Marcel que dormía bajo un semáforo.

Los noticiarios de las diferentes televisiones y emisoras de radio dieron la noticia del suceso llamando a la calma a la población pero advirtiendo que la grieta se adentraba ya en territorio español y que por el norte estaba llegando a París. Caprichosa, la grieta pasó a escasos metros de la torre Eiffel que desapareció en sus profundidades. Los muertos se contaban por centenares, desastres en vías de comunicación, casas y demás, las pérdidas económicas y materiales eran astronómicas.

En los tres días siguientes la grieta dio la vuelta al planeta dividiéndolo en dos caprichosas mitades que giraban por el universo al unísono con una separación de apenas medio kilómetro. Fue el momento de hacer balance, evaluar los daños, contar a los desaparecidos, reclamar a los diferentes seguros.

Han pasado varios meses y la situación se ha normalizado. La tierra sigue dividida y los habitantes de uno y otro lado se comunican por teléfono o a gritos. Se plantean diferentes problemas a resolver por los científicos, pero numerosos comités de sabios están concentrados en el tema de las mareas, de los océanos que se desparraman por los bordes, sin la sujeción de las riberas, de los ríos que fluyen directamente al infinito, etc. También grupos de juristas tratan de poner orden en la cuestión de fronteras, lindes, propiedades de las naciones o de particulares, esas cosas. Hay mucho que organizar, que actualizar.



Cariño, con todo esto no quiero poner excusas, pero es la causa por lo que hace tiempo no te escribo. No tengo momentos libres, este suceso absorbe gran parte de mi quehacer. Además la grieta me ha dejado en el aire y soy objeto de estudio por tres ingenieros rusos y uno japonés. No es que pueda volar, no, solo estoy en el aire, suspendido. Ahora estoy tecleando gracias a un complejo sistema de bluetooth. En cuanto logre estabilizar esta incómoda postura reanudaré nuestra correspondencia. Sabes que te quiero, nena.


martes, 31 de marzo de 2009

Sé que no leerías un poema en mi funeral


Sé que no leerías un poema en mi funeral. No ahora. Tampoco dentro de treinta años.

Entre las violetas fui herido...

Un poema que se burlara del cielo y del infierno. Esas cosas no son habituales. No en damas como tú.

La deshora...

Sería un escándalo para mis amigos. Si aún quedara alguno vivo. Y para tus hijos.

Caído del caballo de la dicha...

Por eso léemelo ahora. Con voz queda. Luego me iré, despacio.

Y ella, suave, recita a Borges:

“Para siempre cerraste un puerta y hay un espejo que te aguarda en vano...”


lunes, 30 de marzo de 2009

Se ven los micrófonos.

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por donde.
Desde el propio prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, si, si me llamaras!-
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.

(Pedro Salinas)




Se ven los micrófonos, la trampa, no es la realidad, esos árboles están pintados, los pájaros son metálicos, las lágrimas son falsas, los gestos están forzados, la música es un plagio, la sangre no lo es, la muerte –incluso-tampoco es cierta, actúan, al terminar el plano se levantan los caídos y ruedan la siguiente toma.

Sin embargo, en ocasiones nos lo creemos.

Se ve el trasfondo, los alambres, las piedras de cartón, el oro falso, las sonrisas fingidas, los sentimientos simulados, las espadas de plástico, los gritos están grabados, las frases están inventadas por un arquitecto de la ficción, por un mentiroso compulsivo, el amor es de papel, nada es lo que parece.

A pesar de todo, a veces nos emocionamos.

No existen esos cuerpos, esos músculos, esos abdominales tan marcados, esos pechos desafiando las leyes de la gravedad, esos glúteos que parecen tallados por un orfebre celestial, esos gemidos al más mínimo roce, esos rostros devastados por el goce, esos orgasmos que explotan como estrellas en el confín de un universo ficticio.

El espejo nos lo confirma, pero el deseo trampea, altera el sentido común e incluso nos excitamos (vale, ya sé que tú no).

Puede ser que nos haga falta, que necesitemos un temblor ocasional, un atisbo de que aún es posible, no sabemos qué, pero algo, algo que nos conmueva, aunque sepamos que no, que nos estamos engañando, que una vez más nos estamos dejando llevar por la necesidad de una frase amable, de una mano en nuestro regazo, de una cabeza al otro lado de la almohada, de un te quiero musitado en nuestra oreja.

Con todo lo que llevamos detrás, con toda nuestra historia, con todas las ilusiones que hemos ido dejando a lo largo del camino, aún nos queda un hueco para la esperanza. (¿Es una pregunta?)

Pero se ve con claridad que el bigote es postizo.

Y los suspiros.


domingo, 29 de marzo de 2009

Gente de la Edad Media


GENTE DE LA EDAD MEDIA

- Robert Fossier


Publicado por Koenig


Interesante libro este, y atípico con respecto a otros libros sobre la Edad Media que he tenido la ocasión de leer.

Gente de la edad media es un estudio del hombre medieval. Esta afirmación, que puede parecer redundante, se sostiene en cuanto se explica un poco. Voy a ello. El autor, archivista y especialista en la edad media, parte del hecho cierto de que la mayoría de las fuentes, documentales y arqueológicas, sobre la Edad Media, se refieren a un sector minoritario de la población: la nobleza y el clero, tal vez también los grandes burgueses en los últimos siglos del periodo. Sin embargo éstos, al ser una minoría, no son importantes, no definen al hombre medieval. Fossier llega a decir, alto y claro, que el feudalismo ese con el que nos machacaron la cabeza en el colegio, y posteriormente, no es una institución tan importante. Nos dice que dentro del sistema feudal señor-vasallo estaban tan sólo la vigésima parte de las personas. ¿Qué podía importarle a un campesino del Lemosín que su señor fuera vasallo de uno o de otro si ello no cambiaba en absoluto su situación personal? El autor prefiere hablar de “señorío”, cuando estudia la Edad Media, y en este concepto sí se incluye el resto de la población: molineros, aguadores, labriegos, curtidores, buhoneros, soldados, talabarteros, etc., etc., etc. El hombre medieval, apenas mencionado en las fuentes, es objetivo último del estudio.

El libro habla de tiempos pasados, pero más que de Historia, que lo es, contiene un doble enfoque interesantísimo, y que lo hace atípico, como decía antes.

Por un lado el enfoque filosófico. Fossier estudia la forma de pensar del hombre medieval, comparándola a veces con la actual. Qué pensaba el hombre medieval de si mismo, de sus vecinos, de la fealdad como forma visual del pecado, del extranjero, especialmente de los infieles, de los poderosos, de Dios, del sexo opuesto. El bien y el mal, las obligaciones, el código de valores. Todo ellos cabe en este libro, que tiene como punto de partida la negación de la superioridad, bíblica, del hombre sobre la creación. Para Fossier el hombre no es mas que un animal, tal vez con ciertas dotes especiales que no son en absoluto de origen divino y que tampoco lo hacen, en muchos aspectos, muy distinto de los demás animales.

Y por ahí va el segundo enfoque. El autor nos enfoca su libro casi desde el punto de vista de la biología o de la zoología. Es como si estuviera estudiando un grupo de cebras, o leones, o de cualquier otro animal. Estudia el hábitat, las relaciones sociales, las jerarquías, las formas familiares, el sexo y sus costumbres, el desarrollo físico del animal desde su nacimiento hasta su muerte ¿Es posible que efectivamente el hombre medieval, y no sólo la élite, consumiera mas calorías diarias que el hombre actual y que la desnutrición se debiera mas a la mala distribución de estas calorías que la escasez? Esta idea y otras muchas se desarrollan, o no se desarrollan, en el libro.

Esta última afirmación me lleva a plantearme cómo está redactado el libro. La verdad es que mas allá de un índice bastante estructurado el libro da a menudo la sensación de ser como un río, una corriente, un monólogo en el que el autor va sacando los temas un poco mezclados a veces, saltando de una reflexión a otra con tal vez excesiva soltura. Hay aspectos en los que analiza y concluye, otros en los que da por analizado y no concluye, otros en los que acaba haciendo una serie de preguntas, en absoluto concluyentes pues no las responde y otros en los que reconoce que no sabe del tema, lanzando tan sólo el desafío a quien quiera reslver. En resumen, es como si el autor, sentado en la butaca de enfrente, disertara sobre sus temas favoritos.

Robert Fossier nació en 1927. Además de archivista y paleógrafo, es especialista en la sociedad de la edad media, tema sobre el que ha publicado una buena quincena de libros. Su primer trabajo trató sobre “La vida Económica de la Abadía de Clairvaux desde su Origen hasta el S XVI”, siguiendo “La Tierra de los Hombres en Picardía hasta el final del S XIII”, “Historia de Picardía”, “La Infancia de Europa: Siglos Xº a XIIº : Aspectos Económicos y Sociales”, “Historia Económica y Social de la Edad Media Occidental”, y “La Sociedad Medieval”, entre otros. Su carrera lo lleva desde el puesto de Conservador en la Biblioteca Histórica de París, a ser profesor en varios liceos y finalmente profesor en la Universidad de la Sorbona, recibiendo en 1971 la medalla de plata del Centro Nacional de Investigaciones Científicas. Sus investigaciones lo llevarán, por ejemplo, a resistirse a hablar de feudalismo, y a ampliar el término “incastellamento”, forjando el de “encellulement”, mas amplio.

Para terminar y volviendo al principio. Es un libro interesantísimo, desconcertante, revelador, transgresor, frustrante a veces, que mueve a buscar más y, según el autor, imprescindible, pues como él mismo dice: “A pesar de la convicción que manifiestan casi todos los historiadores medievalistas, estoy convencido de que el hombre medieval, somos nosotros”.

Opino. Como siempre.





Bueno, pues este “Gente de la Edad Media” es el libro que estoy leyendo.

Y estos otros dos los acabo de devorar en una semana y espero con ansiedad que se publique el tercero y último.

La canción de abajo me gusta. Y que Alonso haya quedado el quinto. Y que sea domingo. Me voy a disfrutarlo. Saludos.







sábado, 28 de marzo de 2009

Barquillero reincidente.


Seguro que a ustedes también les ocurre.
Saben aquel que va...

Ese momento de inspiración, que se te aparece la virgen del espino, escribes y es como si te estuvieran dictando al oído, que te dejas las tripas y el alma, que lo tocas, retocas, agotas tu léxico, tu corazón, lo dejas ahí y ese día, justo ese día, no te lee nadie. O alguno te escribe:”no me gusta el color de la cabecera” o “qué dibujo, chico, ¿es carboncillo?”.

Otro día que estás desganado, tonto, cuentas una anécdota que te parece leve, sosa, sin gracia. Y te leen de tantos sitios que tienes que poner turnos, que tienes que quedarte sin cenar para contestar.

Tengo un amigo de una amiga que me dice: “tu página está aburrida, ya no te comentan como antes. Apenas te leo, ha perdido gracia”.
Coño, pero ¿qué ocurre? el tema es lo que escribo o lo que me comentan.
Y sigue: “antes tenías quién te comentaba a diario, Paqui Lou, Magnolio, Mari Pili, Anónimo, etc
Se las conoce el tío. Me habla de los comentarios. Nunca de mis textos. Seguro que no los lee.
Joder que frustración.
Y no es el único.
Tengo otro amigo, Javi, este desde la infancia (tan cercana), que me habla de las fotos que acompañan a mis post, sobre todo las de señoras desvestidas. ¡Será salido!
Pero, bueno ¿tampoco me lee este? ¡Pero si es mi amigo del alma!

(Me refiero a este tipo de fotos)

Hay quién entra en la página y no lo reconocería ni bajo tortura (no sabe que conozco su I.P. y que puedo comprobar cuantas veces entra al día y a qué horas).
Quién me lee y me corrige:”tienes errores gramaticales” (los tengo ¿y qué?)
Quién me aconseja:”yo que tú escribiría sobre...” (ya, pero tú no eres yo. Y lo anoto)
Quién me ordena: “escríbeme un poema” (o un cuento, o una confesión, o las obras completas de Benito Pérez Galdós).
Hay japonesas que se cambian el nombre para comentar.
Hay un australiano que me lee cabeza abajo.
Y de África, me leen ¿entenderán algo? ¿Serán misioneros?
Hasta de Asia, no de todo Asia, no, de algunos lugares de Asia.
Suecos, alemanes, italianos, franceses, portugueses, de Andorra, etc, europeos.
América de arriba, del Centro, del Sur, americanos. Hola.

Te hace ilusión, que quieren que les diga, que así, gratis, un benefactor te deje un espacio donde colgar tus juegos de manos es una bendición. Que tíos más majos. Blogger, muá, viva las USA (o de donde coño sean).

Pero esto, con ser tan bonito, tiene un problema, grande, importante: hay que escribir, hay que llenar ese espacio cada día, o de vez en cuando, o a veces, una vez al mes, dejar cosas que interesen a una persona, a dos, a alguien. Que te lean, leches, que te lean.

Terminas rogando “me lee por favor” y “oiga, léame” y acabas con ”le he dicho que me lea, ya, ahora mismo”, que te emparanoias, que miras las estadísticas, entran diez personas y dices “¿para esto escribo yo?”. Que te cabreas y escribes peor. Los mirones entran, pasean y piensan:”que mal se expresa este pobre” y no vuelven. Y tú que ya te veías en el cortinglés firmando tus loshombresquenoamanalasmujeres te quedas con un palmo de narices, con dos, cierras la página y te dedicas a lo de antes, es decir nada, es decir televisión por un tubo (de sexo ni hablamos ¿no?).



Joder, joder, que dura es la vida de los blogeros, exblogeros, camioneros, transportistas de noticias, recogedores de albaricoques, chistosillos de profesión, camareros, tamborileros, flautistas, cuentistas, reservistas, caballeros mutilados portadores del carné oficial, vendedores de periódicos (uno llegó a presidente USA), limpiabotas, peluqueros, aceiteros, tranviarios, pintores de brocha gorda, cocineros, titiriteros, mercaderes de Venecia, lectores, traductores, informáticos, presentador de informativos en televisiones de área local, sexadores de pollos, individuos sexuados, asexuados, mi amigo el salido, Javi, habitantes de las grandes ciudades, de las pequeñas, ciudadanos afectados de sordera, de ceguera, de reuma, de migrañas, de dolor de ovarios (me refiero a ciudadanas), de dolores testiculares (me refiero ahora a ciudadanos), en estas cosas de las descripciones hay que especificar siempre ya que se forma una Asociación de Defensa de los Críticos Enfadados Permanentes (por ejemplo) y te hunden la carrera, que se manifiestan frente a tu casa con las pancartas y eso y, jo, que no te dejan ni dormir con las cacerolas y los pitos (me refiero a silbos), que chiflan sin parar los muy pesados y total para nada, que escribiendo no te haces rico (en general, trabajando no te haces rico) (y sin trabajar menos).

Puedo seguir, pero por hoy ya vale.
Qu`estoy contento en este sábado, ya veis, alegre. Que me dure.


Cuando era niño (uuuuuuuuh) se vendían barquillos en el Parque de los Patos.
Uno de ellos, Paco, llevaba una leyenda en el recipiente donde los guardaba (un cilindro de un metro de alto y unos 30 cms. de diámetro, pintado de rojo y con dibujos naif, llevaba con especie de ruleta dorada en la tapa que determinaba el número de barquillos que correspondían por tirada). Decía así “Vivan mis parroquianos”. Pues eso, que vivan. Y los míos. También.


viernes, 27 de marzo de 2009

Nefs / Rruh.




Para aquella niña del tren que llevaba un tocadiscos (o lo que quede de ella).

¿Quién controla el flujo? Llegan mareas o no llegan. Estoy en la arena aunque no soy un gladiador, no ahora, no quiero luchar contra nadie, subir más allá de mi estatura, trepar sobre ninguna espalda, no quiero tener en mi habitación el espejo de la madrastra de Blancanieves, no es mi intención llegar a ninguna meta, ni empujar, ni intimidar, ni ser otra cosa que lo que soy. Eso, únicamente quiero ser el que soy. Y, ya que estamos, plasmar las sensaciones y emociones que recorren mi ahora "En las concepciones populares de África del norte se habla que dos almas habitan el cuerpo: una vegetativa, nefs, y otra sutil o soplo, rruh. A nefs corresponden las pasiones y el comportamiento emocional, circula por la sangre y su sede está en el hígado. A rruh le toca la voluntad, circula dentro de los huesos y su sede radica en el corazón. Me gusta entrar a este espacio, me relaja, me libera de algunas de las sombras que pasean furtivas por la trastienda de mi cabeza. Es temporal, durará lo que dure. No quiero escribir un libro, plantar un árbol, quedarme embarazado, recibir halagos, ni que esta actividad me reste tiempo para otras. Además está claro como el agua que no tengo ningún afán de que sea nada más. Sí admito críticas. Y mira qué curiosidad espléndida: la unión de esas dos almas la simbolizan en el árbol-peñón como pareja. El árbol da sombra y humedad a nefs, pero es ante todo el soporte de rruh, que se posa en sus ramas como un pájaro. Neft está presente en el peñón, o en la piedra, y las fuentes que brotan son el símbolo de la fecundidad venida del mundo de "abajo". Vano intento de perdurar, esto no tiene ninguna importancia, es un pasar de los días mientras constatamos que no hay espacio para los sueños, que somos tantos, tan intercambiables, tan prescindibles, que da igual dos que doscientos, las magnitudes son otras, están en otra parte, aquí no se juega el partido, ni siquiera hay arbitro, ni reglas, ni más camino que volver por donde hemos venido. Pues eso, que voy de vuelta, pasito a pasito (y creo que estoy llegando, porque aquel niño del final deltunel se parece mucho a mí).


jueves, 26 de marzo de 2009

Uno y otro.

(Murakami)







C' est une chansonqui nous ressemble.

(Kosma y Prévert: Les feuilles mortes)


Desvelado, insomne, pensando en esto y aquello.

Me asomé al balcón, detrás de las montañas llegaba el resplandor del fuego. Habían dinamitado el puente largo.

Miré al negro cielo, brillaban la luces intermitentes de un avión, yo iba dentro.
Por la ventanilla veía la ciudad iluminada, al norte un incendio, el avión apenas hacía ruido, me adormecí.

Fue entonces cuando nos dispararon, flores rojas junto a las alas.

Desde el balcón escuchaba el zumbido de los proyectiles, salían desde el puesto junto al Casino.

Tuve miedo, abajo y arriba.
Julia me dijo “duérmete”.

En el avión solo pensaba en volver a los brazos de Julia.

Y así se fue la noche.

Ahora, camino del trabajo, no sé si el avión llegó.




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