Eso es todo.
El destino se consuma mientras florecen los almendros, los patos vuelan
hacia el sur, la actriz se empolva el rostro antes de salir al inhóspito
escenario, un señor rubio deshace los
nudos del azar con dedos torcidos, un dios agoniza en el extrarradio, los
ángeles velan las creencias de las mujeres piadosas e inmóviles rezando en la
pérgola donde los perros buscan sus límites antes de la condena final. Eso es
todo.
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