viernes, 30 de septiembre de 2011

Capítulo de fresas.



                                                                          "Te amo. Pero ya no sé
                                                                         lo que es eso, un amor"

                                                                                            Heiner Müller


Escuchaba su voz pero ella no estaba.

Hasta aquí era una ilusión que podía controlar.

Cuando sentí que sus manos se deslizaban por mi pecho abajo, que  me desabrochaba uno a uno los botones del pantalón, me preocupé.

Fui a un espejo, estaba solo pero ella estaba allí.

Me corté una oreja, el lóbulo, metí monedas por mi nariz, busqué afiladas estacas para aliviar brujerías, conjuros, escuché a los Butthole Surfers, el borboteo vocal, letal, de Gibby Haynes estallando en cada hueso de mi cabeza, la guitarra fanática,  fantástica de Paul Leary una y otra vez hasta llagar mis oídos, preservé mis instintos en el corazón de la fruta, inventé una copulación sobre la indigna mesa de viento , salvé el sudor y los estragos de la unanimidad, marqué mi cuerpo con tatuajes de prosodia y lentitud blanca, allí estaba, ella.

¿Qué podía hacer?, nos casamos.

Y nunca más estuvo, ella.

Soy un pringao.




12 comments :

Ventana indiscreta dijo...

Las fresas tienen ácido elágico como buen antioxidante.
A veces a las fresas se les añade nata y un poco de sexo. Pero amor es sexo y más. Y no digo ninguna tontería.
Eso creo.

Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Ventana indiscreta, esto…una pregunta, el sexo que se añade a veces a las fresas…esto… ¿cómo se hace?, ¿cortado en rodajitas?, ¿en trozos grandes? , ¿espolvoreado sobre la nata?
Cuando era activista sexual (de esto hace bastante) acostumbraba (a veces) poner fresas con nata en el sexo (en el suyo) y me comía todo. Puede ser un manjar (depende el punto de acidez de las fresas, sobre todo, el elágico es muy malo para la prostata).
El amor es sexo y más, claro, pagar los recibos, cenar con los Pérez, ir de vacaciones a Cuenca, aparentar. Conozco incluso algún enamorado/a que echó un polvo. Y es que van como locos, se enamoran y hale, a copular. Y tampoco es eso. O sí. Yo qué sé.
A mandar.

Magnolio dijo...

Ojeo rápidamente tu post, dirijo el cursor hacia abajo (para apagar la música) y veo estas líneas de otro escrito, de otro post anterior:

“asediándonos, cercándonos, la magia del deseo, desear el deseo, atrevimiento progresivo llenándonos de la música erótica de nuestros cuerpos recién...”

Después leo el de hoy de fresas con nata. Ya sabes lo que me gusta el estilismo, pero quito, quito, quito. Esa obsesión mía por las entrañas:

“Y nunca más estuvo, ella.”

Buenísimo dúo, duro, contraste – literaria y metafóricamente –.

Cosas que tienen algunos blogs.

Pedro M. Martínez dijo...

Corazón del Magnolio, tú sabes que no tengo ni (p) idea de nada, que escribo por llevarme la contraria. Ese otro que soy muchas veces me escribe y me describe. No puedo hacer nada por evitarlo. Dejo a los que sí saben (tampoco tienen ni (p) idea) la voluntaria tarea de descifrarlo (entre tú y yo, la verdad, no creo que a nadie le importe un pimiento). Trabajo y digo, mucho (me refiero a lo primero), a veces me asusto, “joder, estoy desnudo”. Y no es que me importe (mi desnudo es muy celebrado entre mis íntimas), pero el espejo es tan, tan cruel, ves lo que es, es decir, tú mismo. Luego está lo del maquillaje, o la(s) mascara(s), (darse a) la bebida, los alucinógenos, (escribir para) un blog y/o ponerse el mundo por montera sin haber estado nunca en una plaza de toros. Pues eso, que los dúos me salen bien (hubo un trío que salió mal, pero fue porque no quisiste)(chata).
Estoy.

Arantza G. dijo...

Suele pasar que se desea tanto una cosa o persona que cuando se tiene, deja de tener interés. Ni aunque la pongas en una copa decorada. Que da lo mismo, pongas lo que pongas, a no ser que cambies de postura. Puede uno ponerse boca abajo y lograr una perspectiva más relajante o nueva.
Tengo entendido que las fresas tienen alguna relación con el sexo. Quizás por eso suelen bañarse en una copa de cava en esos encuentros amorosos o altamente calurosos. jajajaja
Besos.

Anónimo dijo...

Dicen los que saben que el deseo y lo conocido está reñido.
Yo me resisto a confirmarlo. Será por eso que siempre compro fresas... jaja.
No negaré que siempre he pecado de inocencia... ¡Santa y bendita inocencia! Y que dure...
Un saludo,
M.S.

Magnolio dijo...

¿¿¿CHATA???

Como llames eso a alguien, te veo monologando.

Pedro M. Martínez dijo...

Ay, cómo eres Magnolio

Pedro M. Martínez dijo...

Arantza G., hija mía, qué calores, que tu comentario es de alto voltaje. Eso de la postura, ponerse boca abajo, pero bueno, fresas, cava, sexo, qué horror como se entere Rouco. Mañana escribiré de cosas más light. Jajajajaja un beso

Tempus fugit dijo...

¡Lo que te vas a ahorrar en el divorcio!
Lo mejor, las fresas y el camello.


un abrazo

Pedro M. Martínez dijo...

De cenizas, ¿el camello?, ¿de qué c. de camello hablas? El camello, tú sí que estás. El camello, ya te vale.
Anda ven, tonto, celosón.
Ya te digo.

Tempus fugit dijo...

¿Y las fresas? :)

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