Ruidos (2)
El piso de arriba se alquilaba.
Al poco tiempo llegaron vecinos nuevos.
También trajeron sus ruidos.
Era una pareja dispar. Ella, vistosa, alta, con vestidos ajustados, altos tacones, labios con carmín rojo. Él, achaparrado, pobladas patillas, gesto torvo. Daban los buenos días en la escalera con voz baja. Paseaban por el barrio, el hombre parecía colgado del brazo de ella.
En aquel periodo apenas se oía nada en el segundo piso. Solo los ecos del amor, los muelles de la cama, cuando él la pegaba. Llegaba con claridad el ruido de los golpes, metódicos, los insultos, los quejidos de ella, sus insultos de vuelta.
Un día reapareció el cartel de “Se alquila”, imaginamos que se habían ido.
Durante unas semanas tuvimos silencio.
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