lunes, 27 de diciembre de 2010

Ensimismada.


 Ella es bella como una libélula ensimismada pellizcándose de nostalgias, ha diseñado su propio laberinto de pasillos nerviosos y paredes ondulantes, sabe que nunca encontrará la salida, a lo sumo una puerta falsa a un cobarde mar con resacas y surfistas ciegos, se sienta en una silla de enea y sube y baja la lámpara mientras vigila la raya de la tristeza, aunque desde que hizo el cursillo de autoestima se quiere más, se ha enamorado de sí misma, se mira al espejo y se dice piropos suaves, se quiere tanto que vive en una casa desierta entre cuatro mares, no soporta a los otros, a esos/alguien le dijo una vez, en otro siglo, antes, cuando solo había una cadena de televisión, un telediario, un periódico, una idea, que en la estepa de los sueños no existía el sexo, que esa actividad era apenas una excusa para perpetuar un apellido, un instinto, la idea, alguien que te marque el teléfono cuando ya no tengas dedos, ella que es bella como un paisaje de Islandia se lo grabo en los muslos, se lo lee en la ducha y lo ha bordado en un estandarte que pasea en los bautizos y los funerales, que se cose en el pecho –qué dolor- en las noches de autocompasión y lágrimas por los fracasos del mediodía, por los pájaros con cabeza de hombre que vuelan por su jardín, por la bruja que mordisquea una manzana envenenada y roja ajena a pulsos ajenos// la muerte es apenas un pequeño perro negro y fiero, un perro enano y feroz que la acompaña es sus paseos solitarios entre las flores de sal y vinagre, digamos que ella es bella de una belleza entre Ava Gardner y Amanda Seyfried, de una belleza de herencia, con fotos perdidas en una carpeta verde, con recuerdos amarillos y vaya usted a saber, que la edad está en el DNI y en el fondo de los ojos, que la malicia corre por una carretera seca, bacheada, no apta para caminantes de mochila, para náufragos, para poetas que confundan el edén con Satán, para aquellos que sean capaces de embrujar las certezas y el desconcierto, de cambiar el curso de los ríos, de llevar en la punta de los dedos un terremoto o una llave, una caricia, un remedio o el plano que de fin al laberinto ///todo funciona mientras sirve la palabra, la palabra sirve mientras funciona, en el corazón de lo que se dice está cómo se dice, ríos dulces de un paladar a otro cuando luchan las lenguas, baño de jugos emanados, la palabra es una puta con bragas negras y zapatos de tacón que sonríe con malicia y nos engaña, que nos cobra con creces sus favores, sus mentiras, que nos vende amor iluso, bah, la palabra //// ella, decía, es bella como una ceremonia de pasión, como dos cuerpos desnudos dándose mutuo abrigo, como un caballo dormido bajo la lluvia de Galicia, como la risa de después, cuando todos se han ido y la Navidad ha pasado, los platos sin recoger, los cubiertos alineados, comida aún para el lunes, el salón con olor a tabaco y humo, un señor que nadie sabe quién es dormido en el sofá, hay una barricada en el pasillo, los ojos de las vecinas con miradas feroces en el ascensor, ironía en las pupilas, un canario en la cabeza, alimañas corriendo por el portal y ella, bella hasta la rutina, distante como una poseedora de rayos X en los ojos, que me ve sin verme, sentada en un tejado desgastado, llena de frío y miedo, con los brazos tendidos a la luna, a esta parte de Gibraltar, ensimismada, sola, bella, ella.


3 comments :

Anónimo dijo...

Buena deficición...la palabra es una puta con bragas negras y zapatos de tacón que sonríe con malicia y nos engaña, que nos cobra con creces sus favores, sus mentiras, que nos vende amor iluso, bah, la palabra...

Insomnióptera dijo...

Devastador. Pero grandioso. Y más… devastador…

A una le dan ánimos de deslizarse sobre las diagonales y aterrizar al verdadero significado de tanta palabra escrita sobre papel virtual, y aquí todavía era navidad hasta hace… veinticuatro miradas?

Yo sé que no es sensato correr sobre sus letras pero a veces es inevitable. En un fugaz instante de conciencia recuerdo que no leo, sólo vago. Divago en ese mar de imágenes partidos por triples diagonales sobre las que, a fin de cuentas, es imposible deslizarse.
¿Qué me perdí –me digo- , mientras pensaba en no sé qué circunstancia abstracta?

y me pregunto… ¿qué cosa haré si un día encuentro inmóvil este espacio?
Me da el infarto, seguro, no hay más.

n_n

gaia07 dijo...

Como en un jarrón de cristal transparente, no necesita más, tan solo que la dejen existir, perfumar y deslumbrar, y después desvanecerse.

Besos.

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