lunes, 20 de diciembre de 2010

Tardanza.


La Rosa se marchita
y es engendrada de nuevo
por su semilla con naturalidad
pero adónde
acudirá
salvo al poema
para no sufrir merma
en su esplendor

William Carlos Williams



Es demasiado tarde para llegar, demasiado temprano para irse.
Me amputaré los recuerdos, los cortaré como si fueran los dedos de una mano, con sufrimiento, sin piedad, con terca crueldad.

Con reverencia incrusto relojes en los cuadros colgados en el pasillo de mi casa. Allí están los que ya no están, se están borrando sus rostros con el salitre del tiempo.

Busco cetáceos de ternura en las playas del norte.
Hablo y hablo con el viento en contra,  la boca llena de guijarros, me golpeo la espalda con cuerdas, mis palabras al borde del vacío.

¿Sirve para algo este río que no cesa?

Me llegan cartas con asuntos que no entiendo, que no quiero entender, que no me entienden.
Debo explicar –una vez más- que esto no es sino una luz bailando por el camino, tiempo que huye, una historia quemada, amor menos cero.

Estoy aburrido de ser bueno (¿?).
Rompo todos los espejos.
Estoy cansado de amar.


5 comments :

ybris dijo...

Quizás ni tarde ni temprano. El tiempo siempre llega a su hora como río incesante cuya misión no es servir o no servir sino llevar el agua para cerrar un ciclo inacabable.
Lo nuestro es buscar, hablar, iluminar.
El cansancio es la cosecha inevitable.

Abrazos.

gaia07 dijo...

Una tortuga, para esto hace falta una inmensa, lenta y sabia tortuga.
Hay que consumar los hechos para poderlos recordar y luego olvidar. Y hay que hacerlo lentamente, paso a paso, gozar cada hecho para regocijarse en cada recuerdo, para después olvidarlo y quedarse con el deleite. Si se hace demasiado rápido, con tanto regocijo de uno y otro tiempo acaba uno por agotarse con razón. Solo hace falta entender esto, y que lo entiendan.

Una bendición para el alma ;-)
Un abrazo

irene dijo...

Me gustaría poder decir que estoy cansada de amar.
Intenta que te divierta ser bueno.
Un beso, Pedro.

Shandy dijo...

Mmmm... La mirada fagocita a los espejos. Te quedan muchos por romper, tantos como deseos y rojas cerezas (¡qué tentación! Habrá que "trocarlas" por uvas navideñas).
Y sé todo lo malo y todo lo bueno que te puedas permitir.

Arantza G. dijo...

No eres supersticioso si vas a romper espejos, te recuerdo que dicen que trae unos cuantos años de mala suerte.
Por si acaso, te deseo las mejores de las suertes y de paso, que disfrutes de estos días navideños.
Muchos besos

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