miércoles, 3 de noviembre de 2010

La vuelta al halo.

¿Sabes? Alguna vez, cuando estábamos acostados y apoyaba mi cabeza en tu pecho, oía tu voz exactamente igual que esta noche en el teléfono.
¿Oiga? Oigo música... Digo que estoy oyendo música... Pues deberías dar golpes en la pared e impedir que tus vecinos pongan el gramófono a estas horas... Es inútil. Además, el médico de Marta volverá mañana... No te preocupes... Por supuesto. Ella te dará noticias mías. ¿Qué? ¡Oh, sí, mil veces mejor! Si no hubieses llamado, yo ya estaría muerta. (...) Perdóname. Sé que esta escena es intolerable y que tienes mucha paciencia, pero, entiéndeme, sufro, estoy muy mal. Este hilo es el último que nos sigue uniendo... ¿Antes de ayer por la noche? Dormí. Me dormí junto al teléfono... No, no. En mi cama... Sí, lo sé. Resulto ridícula, es cierto, pero tenía el teléfono metido en la cama; a pesar de todo estamos unidos por él. Porque tú me hablas. Hace ya cinco años que vivo de ti, que eres el único aire que respiro, que paso mi vida esperándote, creyéndote muerto si llegas tarde, muriendo por creerte muerto, volviendo a la vida cuando entras y estás aquí, muriéndome por miedo a que te marches... Ahora respiro porque me estás hablando...

La voz humana
Jean Cocteau

Dije:
La voz, la mirada del consentimiento, la desnudez del alma, la puerta sin llave, la caricia prolongada, sin sábanas, los cuerpos tendidos, el cuerpo, el placer retenido, el tiempo eterno, los ojos cerrados, en la oscuridad lo sincero aparecía como un fantasma de luz, la esencia, una, el instante de la comunión, las lágrimas, el goce del corazón y los muslos, la simiente derramada, la calma, la nostalgia después, el desconsuelo de la partida.

Eso fue durante el halo, mientras duró.

A partir de su extinción fue lo mismo pero con la única entrega de su cuerpo, ella ya no estaba.

No sé cuándo ocurrió, en qué momento comenzó la consunción del halo.

No aprendí nada.

Pero, espera, sí, sí aprendí, justo entonces se encendió el mío.

Demasiado tarde.

En su interior, ya había dicho no. Como en la segunda parte de un partido ella era la que utilizaba mi cuerpo, mi ardor. Ganó por goleada.

Una tragedia.


   Manual para seductores dummies.

Capítulo X:

Cuando ella dice no, se acabó.
Ya puedes dar volatines, jurar amor eterno, colmarla de regalos, ir a su lado de acá para allá como un señorito de compañía, cortarte un dedo como prueba de fidelidad, si ella te ha dicho no ya no tienes nada que hacer, búscate otro amor, si sigues vivo.
Además ella siempre te dirá eso de “podemos ser amigos”.
Si puedes, tú mismo, pero no tienes nada que hacer.
No te preocupes, llora, nos ha pasado a muchos.. 


Postdata: temo el momento de la consunción del halo de Marie.

(Fotografías: Olaf Martens)



5 comments :

Mayte dijo...

Creo que el mío ...el momento de la consunción llego hoy, aunque no sé si eso le produce miedo. Podría ser quizás solo el cambio de horario y lo confunda con el halo de la luna sobre anticipando la piel, o el letargo del que despierto en otoño contra el viento, bah. Dejo de desvariar, y te dejo besiño de puntillas después de un delicioso puente.

;)

Pedro M. Martínez dijo...

Mayteღ, el halo siempre es en relación con otro, generalmente cuando deja de ser Otro. Vale también en femenino. Cuando la pérdida se produce en ella, el causante, directo o indirecto, no suele enterarse a veces hasta años después, si se entera.
No desvarías, no, se entiende (creo). Besos.

Lety Ricardez dijo...

Vine, vi el texto del Libro de los Pasajes y me fui atemorizada. Atada por mi falta de títulos. Volví hoy y lo he leido de cabo a rabo. Soy amante del fragmento, es mi forma natural de ver la vida, así que ahora presiento que aunque lectura difícil para mí acabaría disfrutándola. Gracias Pedro

Anónimo dijo...

La voz, la mirada del consentimiento, la desnudez del alma, la puerta sin llave, la caricia prolongada.
Tu descripción es lo que la mayoría de los mortales, desearíamos obtener.
Ahora comprendo porque nunca debes enamorarte de un escritor... no vives, sueñas con ser Marie :* :*

Elizabeth dijo...

Guardo silencio y dejo que el quirófano me alcance (con cicatríces frescas). Y en otra estática fuga, sucumbo.

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