martes, 8 de septiembre de 2009

Carta de no sé cuándo.

“¿Sabes los nombres de las estrellas, sabes qué pájaro vuela sobre tu cabeza y qué flor es la que se abre? Si no lo sabes, la angustia que produce no saberlo es un campo muy válido para el artista. Además, cuando uno aprende algo, es una buena cosa recuperar el estado de ignorancia original”. (Bajo el volcán.-. Malcolm Lowry)

Nunca mais, reina, que si fuese de un país tropical no sabría en este momento si estoy subiendo, bajando, si estoy arriba o si me he despeñado por el mullido acantilado de tu cuerpo como una hoguera, ay, que no se puede querer tanto, que no, que estás dentro de mi piel, como un bichito bueno que me recorre las venas, haciéndome cosquillas, ruiseñor, habitante del planeta Deseo, muñeca con estuche de lujo, mujer fatal, princesa de los cuentos de a 0,20, dama con sombrero, no me dejes solo esta noche que se me hielan los dedos, que me escondo debajo de la parra, que te como, Gargantúa nunca saciado por tu cuerpo que crece y crece, me asustas, giganta, que hoy me dejas como a un gnomo bajo el hongo, soportando el chaparrón, tu tormenta, tus ojos cerrados, tus piernas apresándome, tus brazos liberándome para que te acaricie como un cortador del césped de septiembre, cuando nacen los girasoles y mueren los viajes contra una carretera sin curvas, edición limitada, que me asustas, hembra, no se puede amar mejor, no se debe, que pareces una canción de Dylan, un poema de Brines, Madonna que no canta, mujer morena que me mira desde el fondo de sus ojos, desde detrás de sus ojos, desde un profundo agujero donde no hay oxígeno, una sima donde me quiero tirar y salir al otro lado del mundo, en un geiser, junto a la muralla china, por el cráter de un volcán, bajo las enaguas de una geisha, entre los perros ladrando a la luna de no verte esta noche, amor, desmemoriada, la maquinista del tren de mi amor, la mujer que me sorprende cada día ¿algún día te quedarás dormida?, ¿algún día podré velar tus sueños? (sí, lo juro) ser un pintor encalando tus paredes, un jilguero cantando en el alambre donde cuelgas la ropa, un espíritu silbando en el anillo, una botella medio llena, un zorro escondido en el bosque, un labriego mirando al cielo, un cielo mirándonos, mil cien estrellas titilando esta noche porque nos amamos de tal manera que los dioses están enfadados, celosos. Ya (te quiero).


28 comments :

LA ZARZAMORA dijo...

No, no lo sé y dejo libre campo al artista... ;)

Besos, Pedro.

Tesa dijo...

Me gusta esa carta de amor, serpenteando como la imagen de esa carpa, que parece melena de mujer.

Seguro que un par de orgasmos de aquellos que decías, con este plus añadido cotizan a la alta.

Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Díselo a Malcolm eva-la-zarzamora.
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Tesa todo ayuda, lo previo es (muy) importante.
Excepto en el “aquí te pillo aquí te mato” (que se dice)
Ahora bien, perderse en prolegómenos puede ser aburrido.
Ahí entra en juego la habilidad de los artistas.
Y el deseo.
Y.
Y
Besos.

ybris dijo...

Torrente de palabras. Sólo puede acabarse con un "Ya". Par respira un poco por lo menos.
No se puede amar o decir amor más ni mejor:
"entre los perros ladrando a la luna de no verte esta noche".

Abrazos.

Mixha Zizek dijo...

Me encantó tu escritura, un beso
volveré

Ventana indiscreta dijo...

Pertenecer al 'te quiero' aunque no sepas cómo se llama él es angustioso, pero fértil; si lo sabes, emerges al día con lava.

Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

Se puede intentar ybris.
Lograrlo…que lo diga ella.
Abrazos.

Pedro M. Martínez dijo...

Muchas gracias Mixha.
Vuelve, aquí te espero-

Pedro M. Martínez dijo...

Ventana indiscreta, bueno, en este caso ella sabe cómo se llama él (aunque me suele llamar con apelativos cariñosos, a veces irreproducibles). Jajajajajajaja
Besos.

Tinta de aterrizaje dijo...

El ejemplar de una carta posible, el posible deseo viable,...

Arantza G. dijo...

Preciosa carta.
El deseo hecho realidad.
Besos

Xaneira dijo...

Inerme, estaba sentado aún en el baño, observando los insectos de la pared colocados en ángulos diferentes, como navíos en el fondeadero. Una oruga comenzó a avanzar hacia él, atisbando a derecha e izquierda con inquisitivas antenas. Un enorme grillo de pulido fuselaje, se aferraba a la cortina, meciéndola apenas y limpiándose la cara como un gato, sus ojos en tallos parecían dar vueltas en la cabeza. Se volvió esperando encontrar mucho más cerca a la oruga, pero también ella se había vuelto, moviendo ligeramente sus amarras. Ahora un escorpión se le acercaba moviéndose con lentitud. De pronto el cónsul se levantó, temblando de pies a cabeza.



¿La gaviota -mero saqueador del empíreo, cazador de estrellas comestibles- que rescaté aquel día siendo niño, cuando atrapada en una cerca del acantilado se debatía hasta morir, cegada por la nieve, y que, aunque me atacó, logré con una mano arrastrar de las patas hasta sacarla indemne, y por un instante esplendoroso, la sostuve a la luz del sol antes de que se remontara a las alturas a las alturas con angélicas alas por encima del helado estuario?

M.L. "Bajo el volcán"

P.D. Sí sabía ahora el nombre de los bichos.

Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Tinta de aterrizaje, ¿estás segura?
Pues no, es original (sin tres copias), real, con el deseo cumplido, con todos los sellos y bendiciones.
Lo que no recuerdo es de cuando es.

Pedro M. Martínez dijo...

O lo contrario Arantza G..
Y es que el deseo mueve montañas.
¿O era la fe?
Besos

Pedro M. Martínez dijo...

Debo estudiar tu caso Xaneira, tu grato interés por culturizarme. Te lo agradezco.
“Bajo el volcán” me alegró un agosto, lectura densa y apasionante.
Y, qué bello, “cazador de estrellas comestibles”
Besos

Tempero dijo...

Carta de 14,5º (Probable, en sus tres de acepciones):

Si tú supieras qué bosque de líquidos hay en esta botella. Los he probado, me han rastrillado la emoción, me han aventado la terquedad que tenía con el agua. Sí, esta botella es de un color que ya, diríamos, aprecia lo oscuro. Desconozco los nombres de los colores. Del agua no te puedo decir nada más que es transparente, pero del líquido de esta botella te digo que es de un color jocoso, te lo asociaría a una fruta, que la conozco, pero que no sé su nombre como tampoco sé el de este líquido. Sólo sé que incurre en dulzor, y que no se inhibe, como tampoco lo hace un latido. Esa fruta de que te hablo revienta el tedio, como casi todas. No sé, mejor es que lo probases y me dijeses tu parecer. El nombre es lo de menos, saber sobre cómo nos puede decorar me interesa más.

mirada dijo...

¿sabes cuando se producen cosquillitas en el interior de la boca?

Yo sí lo sé, :-)

Al leerte.

mirada dijo...

wooooow, Temperrechiño....

(con tu permiso Pedro)

Verdaderamente me relamo de gusto, con vosotros, sois geniales, se me pasan las horas de una manera tan memorable.

Gracias de corazón. ¡qué momentos tan buenos!

Pedro dijo...

Un derroche Tempero, me parece un derroche que dejes en esta esquina perdida textos tan buenos, magníficos.
Es una auténtica exhibición literaria y te lo agradezco,
Muy honrado, te abrazo.

Pedro dijo...

Mirada, pues esto deber ser una epidemia, una plaga, me pasa lo mismo contigo.
Esas cosquillitas en el interior de la boca las sentí cuando nos abrazamos en la rúa Nova.
Y es que tu Mirada es mucha Mirada.
Ay, quiero volver contigo a comer a Gaioso ¡qué rico!, qué maja Laura, que cielo tú, que comida tan deliciosa.
Te como, guapa.

gaia07 dijo...

Debió ser esta carta cuando sin saber dónde te encontrabas aquel entonces, lleno del deseo provocado por la belleza morena y helados los dedos bajo la parra, y como dice Malcom, acumulaste tal desazón que apareció tu yo artista bordando esta jubilosa prosa.

Aunque tu privilegio es que tu yo artista aparezca tanto en la desazón como en el deleite.

Un beso.

Pedro M. Martínez dijo...

Querida gaia07, lo que aparece es mi faceta de trabajador.
El resto es una mezcla de realidad e imaginación que intento sea afortunada en lo expresivo. Cada día intento la poesía. La verdad, me cuesta. Muchos días me parece absurdo este empecinamiento en escribir ¿qué? Ay.

Anónimo dijo...

Hoy estás que los regalas...

Pedro M. Martínez dijo...

Insomnia, generosidad que se llama. O derroche. Robarle tiempo al tiempo (con lo caro que es). A veces no sé para qué (otras, sí). Gracias.

Shandy dijo...

Ay, Pedro, que derroche de amor, cuánta locura literaria hay en esta página.

Cada día, El Y Ella reinventan la vida y el nombre de las cosas. Se deshacen en versos prohibidos, cóncavos y convexos, se lubrican en Literatura, manantial de agua para calmar la sed.

Besos, Glup.

Pedro M. Martínez dijo...

Shandy, creo que eso lo cantaba Ana Belén (que derroche de amor, cuánta locura). Como tengo mala voz, aquí procuro cantar sin gallos, bajito, a veces no sé si invento o si eso pasa. En cualquier caso aquí si pasa y gracias a ello hablamos por esta ventana mágica. Besos, reina.

pepa mas gisbert dijo...

Nada me gusta más que enfadar a todos los dioses del mundo, y hasta a los demonios si hace falta.

Un abrazo

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